Partidos Inigualables De Los Mundiales
jb_rome10 de Junio de 2014
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Pese a que oficialmente no hubo partidos inaugurales en los Mundiales hasta 1966 e incluso en 1934 se jugaron hasta ocho encuentros a la vez, siempre hubo una primera vez. Encuentros que abrieron la fiesta, diecinueve historias inaugurales para otras tantas ediciones.
Uruguay 1930. La gloria, una cuestión de cuatro minutos
El autor del primer gol en un Mundial fue un modesto trabajador de la Peugeot que llegó a Uruguay tras viajar durante once días en barco. Lucient Laurent era un delantero veloz, al que apodaban "Petit Lulú", por su estatura, y que entró en la historia del fútbol gracias a un disparo desde el lateral del área que sorprendió al mexicano Óscar Bonfiglio, a los 19 minutos del partido disputado en el estadio de Pocitos, el campo del Peñarol, ante un millar de espectadores.
Instantes después, también en Montevideo, en el Parque Central, estadio del Nacional, Bart McGhee, un escocés emigrado a Norteamérica, marcaba el primer gol de Estados Unidos contra Bélgica, en el otro partido que se jugaba de forma simultánea en aquella primera jornada mundialista.
Francia venció a México por 4-1 y Estados Unidos a Bélgica por 3-0. Por tan solo cuatro minutos, Laurent desplazó a McGhee de la historia de los Mundiales.
Italia 1934. 17 días en barco para jugar un partido
Argentina, debido a la división entre la Liga Profesional y la Asociación Amateur, llevó un equipo aficionado al Mundial de Italia 1934. Ni había un solo componente del equipo que jugó la final del primer Mundial.
Dieciocho jugadores, catorce de ellos con ascendencia italiana, casi todos de equipos del interior y muchos que ni siquiera habían viajado en su vida a Buenos Aires, se vieron embarcados rumbo a Europa.
Una travesía interminable para jugar un partido. El que perdieron en Bolonia ante Suecia (3-2), porque aquel Mundial se jugó por un sistema de eliminatoria. Jugaron, perdieron y regresaron casi anónimos.
Ese partido, además, fue tan inaugural como los otros siete que se jugaron aquel 27 de mayo de 1934: España 3 - Brasil 1; Austria 3 - Francia 2; Alemania 5 - Bélgica 2; Hungría 4 - Egipto 2; Suiza 3 - Holanda 2; Italia 7 - Estados Unidos 1; Checoslovaquia 2 - Rumanía 1.
Francia 1938. El origen del "catenaccio"
El "catenaccio" nació en Francia, ideado por un austríaco y puesto en práctica por Suiza. Fue en el primer partido del Mundial de Francia 1938, cuando Karl Rappan pensó que la única forma de frenar a los germanos, un potente equipo reforzado por varios componentes del "wunderteam" austríaco - que habían sido obligados a jugar tras la anexión de su país por la Alemania nazi - era situar un jugador por detrás de la defensa, para corregir errores.
Fue, sobre todo, un cambio de filosofía porque, hasta entonces, el juego consistía en marcar goles. Desde ese momento, se comienza a pensar que también puede ser prioritario que no te marquen.
El "cerrojo" llevó a Suiza hasta una impensable igualada (1-1 tras prórroga) y a la victoria en el encuentro de desempate, cinco días después (4-2).
Posteriormente, un italiano, Nereo Rocco, lo adaptará con éxito y el fútbol italiano se lo apropiará con el paso de los años como seña de identidad. Pero donde se empezó a mostrar al mundo fue en El Parque de los Príncipes, un 4 de junio de 1938.
Brasil 1950. "El cinco Copas" arrasado por la euforia brasileña
Nadie pensaba en el desastre. Aquel 24 de junio de 1950 todo era euforia en el Maracaná, el imponente escenario levantado en 667 días a mayor gloria del que debía ser el mejor equipo del mundo.
Y la selección brasileña salió dispuesta a demostrarlo. Pasó
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