Practica Metrologia
cynthiiia183 de Diciembre de 2014
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El mexicano se encierra el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio, la ironía y la resignación son algunas de las cosas que utilizamos para escondernos detrás de una máscara, lo describe tal vez como una persona celosa de su intimidad y egoísta, una persona que se encierra en su propio mundo incapaz de poder sostener la mirada por miedo de salir “herido”. Capaz incluso de hacer uso del silencio, además de la palabra, como un instrumento de defensa.
Conceptos como “rajarse”, revelan el grado de machismo que todos llevamos dentro. Otro ejemplo, que sólo en México existe, es el albur. Lenguaje secreto, ingenioso, de fuertes connotaciones sexuales que agrede, reta, y finalmente, termina por demostrar nuestro carácter cerrado frente al mundo.
La forma en la que se cierra el mexicano solo demuestra la desconfianza que siempre ha tenido y tendrá. Ante la simpatía y la dulzura nuestra respuesta es la reserva, pues no sabemos si esos sentimientos son verdaderos o simulados. La creencia que se tiene dónde dicen que si el hombre demuestra fragilidad es disminución de su hombría.
Mención aparte sería el caso de la mujer mexicana. Mujer cuyo recato tiene que ser a toda prueba. La vanidad masculina, heredada de los indígenas y los españoles, se regodea bajo la sumisión, económica, moral y social de la mujer. “En un mundo hecho a la imagen del hombre, la mujer es sólo un reflejo de la voluntad y querer masculinos”. Desde luego, que el centro de atención de la mujer es su sexo: “oculto, pasivo. Inmóvil sol secreto”.
Todas estas expresiones revelan que el mexicano considera la vida como lucha, concepción que no lo distingue del resto de los hombres modernos. Una idea de lo que debe ser un “macho mexicano”.
También se está consciente de que la mujer, la tierra, representa la continuidad de la especie, el orden, y la dulzura. De nada sirve lo anterior, el machismo necesita mujeres impersonales para subsistir. Se respeta el concepto de la madre, de la mujer abnegada pero no de la persona: la mujer como protagonista de su historia. Por ello, refranes, canciones populares y conductas cotidianas, aluden al amor como falsedad y mentira si la protagonista “deja” al hombre, quien por su parte, encuentra consuelo en los brazos del alcohol. Una mentira más que pudo ser verdad.
Las máscaras del mexicano, sus mentiras, reflejan sus carencias, lo que fuimos y queremos ser.
Los hijos de la Malinche.
“El mexicano no quiere o no se atreve a ser el mismo” Demasiados fantasmas lo habitan: la conquista, la colonia, la independencia, las guerras contra Francia y Estados Unidos.
La mujer es enigma. La Malinche, encarna al mito, nadie en México le perdona su colaboración con el invasor y también, nadie en México negaría a la Virgen de Guadalupe su lugar como madre suprema de todos los mexicanos; seres provenientes de la soledad “fondo de dónde brota la angustia y que empezó el día en que nos desprendimos del ámbito materno y caímos en un mundo extraño y hostil”. Tonantzin, la virgen india, es la madre que vino a cuidarnos de nuestra orfandad.
¿Quién es la Chingada? Ante todo, es la Madre. No una Madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La Chingada es una de las representaciones mexicanas de la Maternidad, como la Llorona o la "sufrida madre mexicana" que festejamos el diez de mayo. La Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre.
Nos brinda una pequeña reseña de la situación por la que siempre ha estado nuestro país, donde los mexicanos nos sentimos intimidados, del miedo que se vive a diario el miedo a ser traicionados, el evitar dolor a toda costa. El verdadero amor es antisocial y revolucionario, y es precisamente en la adolescencia, etapa en la que nos encontramos o vamos de salida
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