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Que Hacer


Enviado por   •  27 de Mayo de 2014  •  1.307 Palabras (6 Páginas)  •  157 Visitas

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Qué hacer cuando nada se puede hacer.

La educación es la más hermosa profesión mientras te encuentres en un aula de clases con tus estudiantes, impartiendo, aprendiendo, compartiendo y disfrutando de los conocimientos y de la interacción que debe existir entre el docente y quien asiste cotidianamente a aprender, y que sin saberlo es quien nos proporciona la mayor carga de preocupación, de deseo de superación, pero sobre todo de necesidad de ser cada día mejor docente, tanto dentro de las cuatro paredes que conforman el recinto de comunión en conocimiento como fuera de este; no obstante al parecer dejamos de pensar y de actuar como docentes frente a un colega y nos hemos convertido en depredadores exaltados por el egocentrismo generalizado y la prepotencia del que se siente mas que otro por tener años de experiencia que no aplica, o de títulos que se quedaron clavados a una hermosa pared que día con día lo único que la llena son las telarañas y polvo, y no lo que debería ser que es la inquietud del cómo utilizar lo aprehendido para mejorar las condiciones académicas y de formación personal de nuestros estudiantes.

Qué triste se observa la vocación de servicio cuando lo que mas interesa es la comodidad del docente por encima de la calidad de educación que debemos impartir, cuando más resaltante es cómo podemos disminuir la cantidad de niños en el aula o de cuanto nos deben incrementar el sueldo, si cobro más o menos que el compañero; y somos incapaces de entender que aun cuando es necesario el dinero la verdadera ganancia del docente radica en cuantos de sus estudiantes en un futuro próximo se convierten en hombres y mujeres de bien, exitosos y capaces de compartir desde el corazón sus enseñanzas.

Resulta difícil y complicado por no decir imposible que cada docente se sienta satisfecho de tener que llevar parte de su trabajo a la casa, puesto que sentimos que al sonar el timbre o salir del portón de la institución nos quitamos la camisa de fuerza que nos ata a nuestra profesión que en otrora fue considerada la más digna de todas pero que sin embargo hoy día se ha convertido en la oportunidad de tener de forma segura, aun cuando no en abundancia un quince y último, que nos permita medianamente subsistir económicamente y aunque es obviamente un factor importante lo que primero respondemos en el primer semestre de la carrera es que tenemos vocación, que sentimos el llamado casi divino de convertirnos en maestros, que es una oportunidad única para cambiar al mundo desde lo académico, que es momento de hacer algo importante por el país al formar al nuevo ciudadano; sin embargo esa imagen tan nítida de un futuro promisorio lleno de éxitos, prosperidad, felicidad académica y profesional se quedan en un sueño cuando sin terminar la carrera evidenciamos que quienes estaban predestinados a realizar cambios profundos y certeros para hacer de este país un mejor lugar para vivir (los maestros) somos quienes con nuestros propios antivalores, aquellos que tanto le criticamos a nuestros estudiantes y entre comillas buscamos minimizar a través de una enorme diversidad de actividades y estrategias donde prevalezcan actitudes de respeto, paz, responsabilidad, tolerancia, sinceridad, sentido de pertenencia, cooperación, justicia, y demás valores esenciales para una sociedad exitosa y armoniosa no se observan en su totalidad.

Lo mas decadente de esto es que cuando se intentan realizar cambios pueden pasar dos cosas o te encuentras con un enorme muro de pensamientos y acciones alejadas de la profesión docente o en el peor de los casos te dejan solo con la carga de trabajo para que por desgaste fracases y se puedan (efímeramente) regocijar en tu fracaso, amo esta

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