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Secundaria

juan58912 de Marzo de 2015

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Esta antología se ha redactado con la principal aspiración, despertar, mantener y satisfacer el interés del lector. Para facilitar una mayor comprensión y ampliación de la lectura a través de esta antología. EL lector debe aprender que en la lectura y en la historia existen otros valores. Hemos podido comprobar que estos cuentos de terror han ido evolucionando tras el transcurso del tiempo y de generación en generación y que también nos ayuda a ampliar nuestro vocabulario y así tener un mejor concepto de algunas palabras o ideas. Esto demuestra que el patrimonio tradicional de los diferentes lugares del mundo en cuestión a sus cuentos de terror no está extraviado, sino descuidado, ya que estas no se han comprobado como verídicas, porque los únicos testimonios salen de la boca de la gente, son palabra, o rumores; pero tampoco se encuentra en un estado de indefinición o irrealidad. Son estos cuentos de terror los que han pasado de generación en generación, de abuelos a nietos, de padres a hijos y así sucesivamente, flotan en nuestro ambiente a pesar del modernismo, a pesar de la incredibilidad o la poca creencia que tenemos en algunos acontecimientos o hechos y que además persisten y aun se comentan con mucho interés. Sin embargo, la mayoría de la gente no cree en cuentos de terror y las que si son aquellas que han contemplado, vivido o han sido testimonio de este tipo de fenómenos, creemos que algunas de estas cosas pudieron haber existido o existe algo semejante, ya que aunque no se pueden comprobar no quiere decir que no nos pueda pasar algo o no creer en algo, pensamos que todo eso puede existir mas no creemos en todo, ya que sabemos que cada quien le pone algo de lo suyo y por otra parte para finalizar la ciencia no ha podido explicar todos estos relatos.

Cuentos de terror:

PRESENTACION……………………………………1

INTRODUCCION…………………………………….2

INDICE…………………………………………………3

LA DAMA DE LUTO…………………………………….4-5

LA ULTIMA LLAMADA…………………………………6-7

LA MUÑECA ASESINA………………………………..8-10

PUERTAS AL INFIERNO, SANGRE AL CIELO……11-12

La dama de luto

Era una noche fría de invierno había mucho viento y nevaba, ya eran alrededor de las 23:30 no había mucha gente recorriendo las calles a esa hora, camine un tiempo hasta que me decidí entrar a un bar que me llamaba poderosamente la atención, al entrar noté que era un lugar oscuro y sobrecogedor con un estilo algo antiguo, no había nadie excepto yo y el cantinero.

Me senté en un lugar frente al espejo que daba hacia a la calle, pedí una cerveza y luego me quede mirando la ciudad vacía e inquietantemente tranquila. Recuerdo estar mirando cosas triviales como los árboles moviéndose incesantemente, los carteles de publicidad, la sombra de los edificios grises y las calles vacías con un aire de triste abandono. A todo esto llamo mi atención una mujer parada sobre una esquina al otro lado de la calle mirando de frente hacia el bar, miraba fijamente y sin moverse, me pareció raro que aquella mujer estuviera afuera a la intemperie bajo las inclemencias del tiempo, además de que por esos lugares no circulaba ningún vehículo ni transporte debido que en las noticias se informó sobre la tormenta de nieve que azotaría durante todo el día la ciudad. Pero lo que más poderosamente llamo mi atención fue que esta dama estaba vestida completamente de negro.

Observe minuciosamente a la mujer durante un largo tiempo, tanto que me decidí a salir en busca de aquella, pero cuando salí del bar ella desapareció, me quede durante un largo tiempo pensando en lo que había contemplado hasta que me convencí de que era mi imaginación y volví a entrar al bar. Pedí otra cerveza, pasado un tiempo la imagen de la dama volvió a aparecer, me resolví a salir corriendo de ahí e ir en busca de aquella silueta, cuando llegué a la esquina donde estaba exactamente parada ella desapareció.

Me apresure a entrar otra vez al antro y de inmediato indagué al cantinero de forma apremiante sobre si el percibía aquella figura de la muchacha de luto y el me respondió:

Cantinero:-Aquella chica era la mujer de un hombre muy adinerado, el cual la amaba demasiado y muy intensamente, el magnate logro conquistarla, no sé si con su dinero o con su parecido, pero al poco tiempo contrajeron matrimonio. El señor era feliz con su esposa y llevaba una vida a la cual casi todo su tiempo lo ocupaba ella.

Pero los vicios empezaron a corromperlo tanto así que se tornó un hombre lúgubre, ermitaño y que se encolerizaba con facilidad.

Posteriormente decidió adquirir un crematorio el cual manejaba el mismo, además de que la inversión era buena el disfrutaba de ese espectáculo grotesco.

El esposo le consagraba mucho tiempo al negocio, tanto que podría decirse que se tornó en su obsesión.

Un día llegó temprano de su trabajo, cuando entro a su casa observo una escena que lo trastorno, vio a su mujer con otro hombre en su cama, al presenciar esto en un arrebato tomo la decisión de asesinar a ambos. Consumado el acto se propuso llevarlos a la crematoria, allí quemo primero al amante, luego vistió a su mujer de luto y se preparó para quemarla también. Él se colocó al lado de su mujer y gritando frenéticamente se dispuso a quemarse vivo junto con ella prometiendo que volvería en busca de su alma ya que al quemarse, ambos se harían inmortales, al hacer esto todo el lugar se tornó en llamas quedando solo las ruinas del crematorio.

Yo:-Pero ¿Cómo sabes todo eso?

Cantinero:-Porque esto es “el bar las almas perdidas” o el limbo o como quieras llamarle aquí es donde vienen a parar los espíritus en busca de amparo y deambulando hasta encontrar aquello que no les permite descansar.

Yo:-¿Pero lo que estás diciendo es que yo soy aquel esposo?

Cuando me voltee a mirar al cantinero vi que todo el lugar estaba completamente quemado y en ruinas.

ARGENTINA: ALEJANDRO

La última llamada

Desde hacía ya cuatro días, a la misma hora invariablemente, recibíamos una llamada. Exactamente a las 4 de la mañana, el teléfono no dejaba de sonar hasta que mi esposa o yo contestábamos y cuando lo hacíamos sólo lográbamos escuchar una respiración, una respiración cansada, que se ahogaba en sí misma, como si se tratara de alguien que esta exhausto o a punto de desfallecer.

Estábamos muy nerviosos, francamente preocupados, al principio creímos que se trataba de una broma, pero ya era demasiado. La quinta noche no dormí en lo absoluto, permanecí inmóvil frente al teléfono esperando que el timbre sonara de nuevo. Había comprado un identificador de llamadas, por fin sabría quién me estaba jugando esta mala pasada. Mi esposa no quiso esperar y se fue dormir sin lograr convencerme de hacer lo mismo.

Llegó el momento, el reloj marcó las 4:00 horas, mi esposa seguía dormida y en el identificador pude ver el número 5-5-2-5-7-8-8-3. ¡Esto no es posible! pensé, es mi número telefónico el que aparece en el display, seguramente estaba mal configurado el aparato, lo revisé como intentando reparar algún desperfecto que no existía. El timbre del teléfono no dejaba se sonar. El sonido empezó a molestarme, comencé a sentir miedo, mejor dicho un terror indescriptible se empezó a apoderar de mí, intenté contestar pero no pude, algo me lo impedía, las manos me comenzaron a sudar copiosamente y mi cuerpo se estremeció como si algo malo me fuera a pasar si descolgaba el auricular, mi garganta estaba tan seca que no podía tragar saliva.

Salí corriendo del apartamento, no podía permanecer un momento más ahí, no pensé en mi esposa, no pensé en nadie sólo en alejarme, en huir. Sabía que iba por mí, sabía que yo era el blanco de sus intenciones, cualquiera que fueran éstas. Sentía que estaba tras mi espalda y podía escuchar la respiración, esa maldita respiración, que no dejaba de resoplar, que me atormentaba en todo momento, casi podía sentirla en mi rostro. Tengo que escapar, me decía, tengo que escapar, ¡ya no lo soporto!.

Me sentía muy exaltado, mi pulso se aceleraba a cada instante, casi no podía respirar, me estoy híper ventilando, pensé, mis piernas no respondían a las órdenes que mi cerebro intentaba darles. Desesperadamente pasé como pude por el parque, de pronto me detuve, sabía que tenía que hacer esa llamada, debía avisarle, ponerla sobre alerta y explicarle el gran peligro que corría.

Empezaba a salir el sol, no sé cuánto tiempo estuve corriendo, el alumbrado público se iba apagando poco a poco, sentí una sensación de angustia terrible. ¡Maldita sea!, no traía conmigo una tarjeta telefónica, de cualquier modo me acerqué a un teléfono público, por fortuna era de monedas pero muy diferente, descolgué la bocina, todo era rectangular, de color negro con rojo, no entendía nada, coloqué algunas monedas y comencé a marcar el número, ¡no puede ser!, susurré, en el teclado numérico no estaba el número cuatro, no es que se lo hubieran quitado algún vándalo, simplemente no estaba, nunca existió, quise alejarme de aquel artefacto pero algo me decía que era la única oportunidad que tenía de comunicarme con ella, debía avisarle, debía decirle que después de mi llamada no contestara el teléfono y que saliera lo más pronto posible de aquel lugar, intenté relajarme, mientras marcaba

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