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TEMA DE LA EVALUACION DIAGNOSTICA FORMATIVA UN AVANCE EN LAS LUCHAS DEL MAGISTERIO COLOMBIANO.

joselo.samDocumentos de Investigación19 de Octubre de 2015

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LA EVALUACION DIAGNOSTICA FORMATIVA UN AVANCE EN LAS LUCHAS DEL MAGISTERIO COLOMBIANO.

Por Alfonso Tamayo Valencia.

Después de más de tres meses de reuniones,  la Comisión Nacional para la elaboración concertada de los principios, criterios e instrumentos que hacen posible la evaluación diagnóstica, formativa, por pares y a través de video, ha cumplido su compromiso.

Los delegados de Fecode y del  Ministerio de Educación, apoyados por los rectores de las universidades Pedagógica Nacional, Antioquia y Distrital han dado a conocer el documento final que contiene la caracterización, los principios y los instrumentos para la evaluación de docentes del 1278 orientada a ascenso y reubicación.

En el siguiente escrito analizaré los aspectos que considero más importantes de dicho documento y para ello dividiré la exposición en cuatro aspectos: el enfoque, el objeto, el instrumento y los avances logrados para bien del magisterio.

1.EL ENFOQUE: .Cómo se caracteriza la Evaluación diagnóstica formativa?

La evaluación diagnóstica formativa, también llamada alternativa, naturalista, interna o autoreguladora, parte de un paradigma epistemológico que asume la construcción de conocimiento como un acontecimiento social, intersubjetivo, de interacción, mediado por el lenguaje y contextualizado en situaciones sociales y culturales determinadas. Es eminentemente cualitativo pero no descarta la búsqueda de datos cuantitativos cuando sea pertinente.

La evaluación, desde esta visión, es la elaboración de un juicio de valor con criterios que obedecen a la naturaleza del sujeto evaluado, en este caso el maestro y su práctica y que busca comprender el proceso en el que está articulado y las reglas que lo enmarcan en el ejercicio de su profesión.

Comprender este proceso es construir conocimiento sobre su práctica, situada desde la razón de ser de su oficio: ser maestro en Colombia hoy, es lo que permitirá reconocer y valorar las múltiples dimensiones que lo constituyen y también las que pretende innovar desde su  lugar como sujeto de saber pedagógico, trabajador de la cultura y miembro de una comunidad profesional.

Tiene un aspecto ético, en la medida en que es un imperativo moral la pregunta por el estado de los procesos de formación, que agencia con los estudiantes, con los saberes, con la comunidad, con la institución, con el país, de cara a los fines de la educación contemplados en la Constitución Nacional y en la ley 115 de educación, en el Proyecto Educativo Institucional y en el diseño curricular.

Pero en este imperativo  autoregulativo, es el maestro el primer interesado en saber ¿cómo van sus procesos de planeación, de ejecución, de evaluación de los aprendizajes?. Es lo que da pie a la autoevaluación como el primer referente a la hora de pensar la evaluación diagnóstica –formativa.  

Ya que cuando se habla de formativa es porque está orientada a corregir procesos y actuaciones y es el mismo maestro el que tiene que hacerse consciente de ello, es el quien se corrige. La equivocación de la evaluación externa es creer que otro, con autoridad, verdad y poder va a corregirlo, sin conocer su contexto y sus esquemas de actuación pedagógicos y didácticos, axiológicos y estéticos, sociales y culturales. O peor aún, creer que imponiendo una norma, instrumento o prueba lo va a lograr.

Como establece Neus: “Evaluar es la condición necesaria para mejorar la enseñanza. La evaluación debe proporcionar información que permita juzgar la calidad del currículo aplicado, con la finalidad de mejorar la práctica docente y la teoría que la sustenta.”(p18).

Desde Scriven 1967 y Black y Williams en el 1998 (p31) “La evaluación formativa se refiere a todas aquellas actividades que llevan a cabo los profesores cuando se evalúan ellos mismos y que dan información que puede ser utilizada para revisar y modificar los procesos en los que están comprometidos.”

La evaluación formativa tiene entonces una función reguladora de los procesos internos a la institución y al aula, se basa en el refuerzo de los éxitos y la reconducción de los errores estimulando el trabajo colectivo, la reflexión sobre la acción y la expresión de concepciones implícitas que dan sentido a las prácticas de los maestros.

En este sentido la evaluación de docentes solo tiene sentido si estimula y favorece la propia evaluación generando así un maestro reflexivo sobre su propia práctica, como lo propone Swab, Dewey, Fernstenmacher, Schon y la pedagogía crítica.(p417).

La evaluación formativa supone compartir significados con los colegas que fungen como pares y construir un espejo que nos permita mirarnos de acuerdo con lo que caracteriza la  profesión: un saber propio, un lenguaje común, una reglas construidas en la experiencia y compartidas con la comunidad profesional, un claro proyecto ético y una responsabilidad con la educación como asunto público, eso es lo que da lugar a la autonomía escolar.

Es por esto por lo que se insiste en el contexto, el clima de aula, el saber disciplinario, las estrategias didácticas y las responsabilidades profesionales, como objeto de conocimiento.

En este sentido, evaluar un maestro no puede reducirse a elaborar una prueba y aplicarla para dar a conocer sus resultados…eso es demasiado simple para dar cuenta de una práctica tan compleja como es la enseñanza, la educación y la formación, hay que comenzar a pensar de otra manera.

La finalidad de la evaluación formativa no es para rendir cuentas al gobierno sobre lo que ha invertido en educación, ni mucho menos para demostrarle a los organismos internacionales que las reformas educativas que exigen van por buen camino, su propósito es tomarle el pulso al empoderamiento pedagógico del maestro y a la mejora de la institución al servicio de la formación de ciudadanos democráticos, capaces de vivir en paz, respetuosos de las diferencias, comprometidos en la transformación del país y no en la perpetuación de sus desigualdades.

 

Desde el principio hasta el final las conversaciones versaron sobre el enfoque diagnóstico-formativo que es una opción cualitativa, contextualizada, para el empoderamiento profesional del docente desde la pedagogía y la didáctica, desde el saber disciplinario y para la formación integral. Uno de los retos mayores del equipo del CEID fue transformar el documento inicial presentado por el MEN.

2.EL OBJETO: LA PRACTICA EDUCATIVA Y PEDAGOGICA.

A pesar de las diferencias y respetando los diferentes enfoques sobre las políticas en educación, tanto la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación(FECODE) como el Ministerio de Educación (MEN) hemos estado de acuerdo en que el objeto de la evaluación de los maestros, en el marco del decreto 1278 para efectos de ascenso y reubicación salarial es LA PRACTICA EDUCATIVA Y PEDAGOGICA.

Pero, ¿qué entendemos por práctica educativa y pedagógica? ¿por qué decimos que construir conocimiento sobre ella es un asunto cualitativo? ¿cómo se relaciona su naturaleza con los criterios e instrumentos de evaluación? En lo que sigue se  explicita el sentido y significado de estas preguntas para dimensionar el compromiso adquirido con los maestros cuando se trata de pensar su evaluación.

1.Aclarando términos:

Una rápida revisión de la literatura nos permite afirmar que la educación es fundamentalmente una acción cultural, gracias a ella se transmite, recrea, asimila y transforma lo mejor del patrimonio cultural de un país, por ella se conserva la identidad . Educar es el proceso social por medio del cual se entrega al niño y al joven el mundo de conocimientos, valores, técnicas, creencias, lenguajes, tradiciones, es decir una visión del mundo. Esta misión no sería posible sin el maestro.

El maestro es el sujeto designado históricamente por la sociedad para asumir la misión ética, epistemológica, pedagógica y política de dinamizar la relación de las capacidades del niño con el patrimonio cultural de la humanidad. A esto podemos llamar, siguiendo a J.Dewey, práctica educativa.

Pero esa práctica educativa ha ido configurando un campo intelectual de saberes y prácticas, de tensiones, teorías, corrientes de pensamiento, autores investigaciones y producción intelectual acerca de los fines, los contenidos, las metodologías, la didáctica, las formas de evaluación, los recursos materiales y humanos que llamamos pedagogía. La pedagogía como disciplina, como dispositivo de poder, como pensamiento sobre la enseñanza o como disciplina reconstructiva tiene como objeto la educación y la enseñanza.(ver Tamayo A. “Tendencias de la pedagogía en Colombia”)

Con base en lo anterior es posible entonces ubicar la respuesta a la pregunta por la práctica educativa y pedagógica: por práctica educativa y pedagógica entendemos el conjunto de actividades de planeación, ejecución y evaluación que realiza un maestro en orden a lograr los fines de la educación en un contexto social y económico determinado. La práctica es un asunto complejo que se mueve en relación con los alumnos, los saberes y los maestros, dentro de un marco legal e institucional.

La práctica educativa y pedagógica es una red de relaciones de tipo interactivo y comunicativo que se establece en el aula de clase y que tiene que ver con el lenguaje, los valores, el pensamiento, la estética, la cultura, los saberes del alumno y el pensamiento del profesor, los libros de texto, la ética y la política, relaciones que dinamizan el cumplimiento de los fines de la educación.

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