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UNIDAD I MARCO CONCEPTUAL, FUNDAMENTOS DE AUDITORÍA

samyer26 de Agosto de 2014

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INDICE

Introducción

1.1-Definición de Auditoría

1.2- Evolución Histórica

1.3- Clasificación e Importancia.

1.4- Auditoría de estados financieros.

1.4.1 Responsabilidad, importancia e informes.

1.5- Interesados: Accionistas, administradores, Estado, Inversionistas, Clientes, Acreedores, Trabajadores, etc.

1.6- Organismos que la regulan

1.7- El dictamen como resultado de la auditoría de estados financieros: Definición, estructura y tipos de opinión

Conclusión

Bibliografía

1.1 DEFINICIÓN DE AUDITORÍA.

Los diferentes tipos de auditorías y su finalidad han evolucionado en el transcurso de muchos años, y esa evolución sigue en marcha. Así, la auditoría debe definirse con la amplitud suficiente para abarcar sus distintos tipos y finalidades. La definición de auditoría que apareció en 1973 en la publicación A Statement of Basic Auditing Concepts, de la Asociación Norteamericana de Contabilidad (AAA), Comité de Conceptos Básicos de Auditoría, satisface ese objetivo ya que comprende tanto el proceso como las finalidades de la auditoría:

“La auditoría es el proceso sistemático de obtener y evaluar objetivamente la evidencia acerca de las afirmaciones relacionadas con actos y acontecimientos económicos, a fin de evaluar las declaraciones a la luz de los criterios establecidos y comunicar el resultado a las partes interesadas.

El comité de la AAA señaló que su definición era intencionalmente amplia y abarcaba “los muy diferentes propósitos para los cuales se puede practicar una auditoría y los diversos aspectos que es posible enfocar en un trabajo específico de auditoría”.

1. 2 EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

Los historiadores creen que los registros contables tuvieron su origen alrededor del año 4000 a.C., cuando las antiguas civilizaciones del Cercano Oriente comenzaron a establecer gobiernos y negocios organizados. Desde el principio, los gobiernos se preocuparon por llevar cuenta de las entradas y salidas de dinero y el cobro de impuestos. Parte integrante de esa preocupación fue el establecimiento de controles, incluso auditorías, para disminuir los errores y fraudes por parte de funcionarios incompetentes o faltos de honradez.

Los más antiguos registros contables y referencias a auditorías, en el sentido moderno de la palabra, que se tienen en países de habla inglesa son los registros de los Erarios de Inglaterra y Escocia, que datan del año 1130. En Gran Bretaña, las primeras auditorías eran de dos tipos. Las de las ciudades y poblaciones se hacían públicamente ante los funcionarios del gobierno y los ciudadanos y consistían en que los auditores “oyeran” la lectura de las cuentas hecha por el tesorero; análogamente, las auditorías de los gremios se hacían ante los miembros. Hacia mediados del siglo dieciséis, los auditores de las ciudades marcaban a menudo las cuentas con frases tales como “oída por los auditores firmantes”. El segundo tipo de auditoría implicaba un examen detallado de las cuentas que llevaban los funcionarios de finanzas de los grandes señoríos, seguido por una “declaración de auditoría”, es decir, un informe verbal ante el señor del lugar y consejo. Típicamente, el auditor era miembro del consejo señorial y fue, por tanto, el precursor del moderno auditor interno.

Los dos tipos de auditoría practicados en Gran Bretaña antes del siglo diecisiete estaban encaminados primordialmente a examinar los fondos confiados a los funcionarios públicos o privados. Esas auditorías no tenían por objeto probar la calidad de las cuentas, salvo en la medida en que las inexactitudes pudieran indicar la existencia de fraude. Los cambios económicos de los 200 años siguientes introdujeron nuevos aspectos contables que se concentraron en el registro de las propiedades y en el cálculo de ganancias y pérdidas con un sentido comercial. También la auditoría comenzó a evolucionar, desde un proceso auditivo hasta el examen riguroso de los registros escritos y la prueba de la evidencia de apoyo. A finales del siglo diecisiete se promulgó la primera ley (en Escocia) que prohibía que ciertos funcionarios actuaran como auditores de una ciudad, con lo cual se introdujo la moderna noción de independencia del auditor en el mundo occidental.

Pese a estos progresos en la práctica de la auditoría, no fue hasta bien adelantado el siglo diecinueve (que trajo consigo la construcción de ferrocarriles y el crecimiento de las compañías de seguros, los bancos y otras empresas a base de acciones) cuando el auditor profesional se convirtió en parte importante del escenario empresarial. En los Estados Unidos, los ferrocarriles fueron de las primeras empresas en emplear auditores internos. Hacia finales del siglo diecinueve, los llamados “auditores viajeros” visitaban las muy dispersas agencias de boletos con el fin de evaluar la responsabilidad de los gerentes por el activo y sus sistemas de información.

Hasta principios del siglo veinte las auditorías independientes en los Estados Unidos siguieron el modelo de los procedimientos británicos. El trabajo de auditoría consistía en un examen detallado de los datos relacionados con el balance. Robert H. Montgomery, llamó a las primeras auditorías norteamericanas “auditorías de tender de libros” y estimó que las tres cuartas partes del tiempo se dedicaban a comprobar las sumas y los pases. Como no había requisitos establecidos para las auditorías y éstas en su mayoría eran practicadas por auditores británicos enviados por los inversionistas ingleses de las compañías establecidas en los Estados Unidos, la profesión avanzó lentamente al principio. Sólo unos cuantos trabajos sobre auditoría fueron publicados en ese país antes de 1900. En 1905 y nuevamente en 1909, Montgomery publicó ediciones norteamericanas de la obra Auditing: A Practical Manual for Auditors, escrita en Inglaterra por Lawrence R. Dicksee, y en 1912, reconociendo las diferencias entre las prácticas de los dos países, escribió el primer libro norteamericano de auditoría, Auditing, Theory and Practice, que posteriormente llevó el título de Montgomery’s Auditing.

Poco a poco, las auditorías en los Estados Unidos se convirtieron en “auditorías de prueba”, a medida que los procedimientos se fueron adaptando a las empresas de rápida expansión, las cuales consideraron que la verificación detallada, al estilo inglés, de las sumas y los pases llevaba demasiado tiempo y resultaba muy costosa. Además del empleo cada vez mayor de los métodos de prueba, los auditores comenzaron a obtener evidencia externa como un medio de examinar las operaciones y, en vista de la preocupación de los accionistas, a prestar más atención a la valuación del activo y el pasivo. Esos acontecimientos señalan una ampliación de los objetivos de auditoría más allá de la verificación de la exactitud de las cuentas y la detección de fraudes.

En los primeros años de este siglo, los usuarios de estados financieros concentraron su atención en el balance general y lo tomaban como el indicador fundamental de la situación de una empresa. Por esa razón, en su mayoría, los auditores enfocaban su trabajo al balance general. El primer pronunciamiento autorizado en materia de auditoría, elaborado por el Instituto Norteamericano de Contadores (actualmente Instituto Norteamericano de Contadores Públicos, AICPA) a petición de la Comisión Federal de Comercio, fue publicado en 1917 y se refería a “auditorías del balance general”. En 1929 se publicó un panfleto modificado, con el título “Verificación de Estados Financieros”. Aunque el pronunciamiento seguía destacando la auditoría del balance general, explicaba detalladamente las cuentas del estado de resultados, lo que reflejaba el interés creciente por los resultados de las operaciones. Se refería también a los procedimientos de presentación del dictamen y hacía hincapié en la confianza en los controles internos. La edición de 1936 apareció con el título “Examen de Estados Financieros por Contadores Públicos Independientes” y en ella influyeron diversos acontecimientos significativos ocurridos en los años anteriores; los más notables fueron la colaboración del AICPA con la Bolsa de Valores de Nueva York, en un intento de mejorar las normas de información, y la promulgación de la Ley de Valores de 1933 y la Ley de Bolsas de Valores de 1934, la cual exigía que las compañías registradas presentaran estados financieros auditados.

La época moderna del establecimiento de normas de auditoría dio comienzo en 1939, cuando el AICPA creó el Comité de Procedimientos de Auditoría. Dicho comité emitió el primer Pronunciamiento sobre Procedimientos de Auditoría (SAP). Hasta 1972 se emitieron cincuenta y cuatro de estos pronunciamientos y el nombre del comité se cambió a Comité Ejecutivo de Normas de Auditoría (y más adelante a Consejo de Normas de Auditoría), el cual codificó todos los pronunciamientos en el Pronunciamiento sobre Normas de Auditoría (SAS) Núm. 1. Esa serie de pronunciamientos continúa vigente.

1.3 CLASIFICACIÓN E IMPORTANCIA.

La auditoría se clasifica de la siguiente manera:

Auditoría por la procedencia del auditor

 Auditoría Interna: La auditoría es aquella que es realizada por un auditor que pertenece a la empresa, esto quiere decir que goza de un salario. El objetivo de tener un auditor interno, es contar con un dictamen interno sobre las actividades de toda la empresa, que

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