Un Nobel desde Perú

Un Nobel desde Perú

Jorge Jaramillo García

El Premio Nobel de literatura concedido al peruano Mario Vargas Llosa, refuerza el viejo refrán de que nadie es profeta en su propia tierra. Este brillante hombre que ha recibido los premios literarios más importantes a los que pueda aspirar todo escritor; que además ha recibido doctorados honoris causa por parte de las universidades más prestigiosas del mundo; y ha contribuido de forma decidida según reza del comunicado de la academia para otorgarle el nobel de literatura, con su “cartografía de las estructuras del poder…”, tuvo poco éxito político en su natal Perú.

Aún con tantos méritos, Vargas Llosa creyó en un momento de su vida, que ante las desastrosas medidas que estaba tomando Alan García durante su primera presidencia, era el momento de contribuir con su país y postularse como candidato a la Presidencia de la República.

A pesar de que por varios meses fue el candidato favorito, Perú le negó la oportunidad de ser su Presidente –y por cierto- se negó también la oportunidad de tener un Presidente de esos quilates. Un personaje oscuro y poco conocido, emergió de las profundidades de las encuestas electorales; y los peruanos, tan afectos del vértigo y aventura populista, le dieron la victoria a Alberto Fujimori, quien luego diese el ya conocido golpe de estado; y quién al explotar el escándalo de corrupción de su asesor Vladimiro Montesinos, mandara por fax desde Japón, su renuncia a la Presidencia de la República.

Ante las amenazas del régimen de Fujimori, de quitarle la nacionalidad peruana; y a riesgo de ser un apátrida, recibió de España la nacionalización, con la que mantiene ahora una doble nacionalidad. Golpeado por el fracaso electoral, decidió dedicarse de lleno a su vida literaria.

En un artículo de su libro Sables y Utopías describe su intensa relación con su país señalando que “el Perú es para mí una especie de enfermedad incurable y mi relación con él es intensa, áspera, llena de violencia que caracteriza a la pasión” (El país de las mil caras).

Aunque el Perú haya perdido la oportunidad de tener un gran Presidente, este pudo ser el punto para dar al mundo un Premio Nobel, que ataca sin contemplaciones los abusos, autoritarismos -especialmente en América Latina-; y es una vigorosa palabra que rescata el valor de la identidad, libertad y el progreso.

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