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Una Historia Funesta


Enviado por   •  18 de Julio de 2011  •  403 Palabras (2 Páginas)  •  518 Visitas

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Y todas las historias empiezan igual y las que no, inician diciéndote que todos los cuentos empiezan diciendo que inician así. Así se mueve la vida, apoyando o negando paradigmas pero siempre girando alrededor de ellos: te hacen creer un soldado más o anatema para la sociedad, puedes ser una mierda o dirigente o la basura más grande del mundo pero con respecto a la sociedad. Amas al prójimo, a los del sexo opuesto, a los de tu mismo sexo, a los que no tienen sexo, pero amas.

Buscas durante toda tu vida, amor, salud, felicidad. Vas buscando el amor y desatando el corazón al mínimo indicio de ternura. Llevas una máscara cambiante sobre un interior lleno de tristeza, lleno de inmundicia, no estás anclado a las glorias pasadas pero secretamente viviendo para reavivar llamas, haciendo de sus cenizas materia de fogatas. Y te enseñan a añorar, a desear, a luchar por lo que quieres pero no lo sabes.

Ni siquiera te atreves a hacer un inventario honesto, simplemente empiezas a nadar contra la corriente o a dejar que te lleve, con la fuerza para hacer las cosas, con la fortaleza para pisar a cada ranita que se enreda entre tus piernas e impide tu incierto camino. Te envuelves en círculos perniciosos que no te gustan pero como vas a decir que no, te enredas en las faldas de cada hermoso vestido negro que atraviesa por tu frente, queriendo atravesarlo por donde se pueda en vez de rodearlo.

Puedes buscar el olor de su exitación, el aroma acre de la entrepierna cuando tus labios resbalaban en cualquier cuello, deseando que fuera ella. Anhelando con fiereza despertar más allá de su instinto, que pudiera hacer olvidar esas lágrimas que amenazaban con surgir del fondo sin fondo que era su alma, atravesando la carne con su carne sintiéndose vacío cuando ella aparecía.

Ella fue siempre tu inspiración: el despertar del día, el crepúsculo, su vida y su muerte. No era simplemente el sol, si no la mañana entera. Su significado estuvo siempre ahí pero esos ojos nunca se elevaban más allá de los ajenos. Quizás le daba mucho crédito o por primera vez en su vida tenía la edad y la madurez para saciar su hambre y sed de justicia.

Y te enamoraste de ella como cada ser sobre la tierra se enamora del amanecer.

Un brindis, no por los finales felices, si no por las historias felices sin final.

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