Violencia Criminal
28 de Octubre de 2014
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Sociología criminal y violencia
1. Sociología criminal
2. Derecho penal y violencia
3. Derecho civil y violencia
4. El fin del derecho es la paz
5. Bibliografía
¡No golpeéis, no injuriéis a vuestros hijos! Hace siglos que los hombres se devuelven los golpes que recibieron cuando niños.
Mauricio Carrière
La violencia es el empleo de la fuerza física o moral para producir daño en la persona, libertad, honra, o bienes de la víctima; y representa, de manera recurrente, un milenario fenómeno ubicuo en todas las sociedades de nuestro planeta, que ha dejado a su paso deplorable huella en la historia individual, familiar y social.
El sociólogo noruego, profesor Johan Vincent Galtung [1930] sostiene que el origen de la violencia está en un conflicto no resuelto y en la cultura profunda que no tiene remedios.1 Esta realidad no es nueva ni característica de una época, de un país o de un régimen determinado. La humanidad se retrata en ella -para vergüenza de todos- en los ambientes más dispares, con los disfraces más diversos; pero en todos los casos con un denominador común: la dominación del opresor quien, arrebatado, procura la caída de un hombre, o muchos, y sus víctimas polarizan el espíritu colectivo de la sociedad entera.
El hogar, la escuela, la calle, el mundo rural, la cárcel y la iglesia, revelan las tensiones acumuladas de una sociedad en crisis, proveyendo ámbitos y experiencias que acentúan las contradicciones y enfrentamientos sociales.
I. SOCIOLOGÍA CRIMINAL
La Sociología Criminal es la ciencia, parte de la criminología, que tiene por objeto el estudio del delito en cuanto fenómeno social, así como el de los factores sociológicos que intervienen en su producción.
Las estadísticas criminales integran el medio auxiliar básico para las investigaciones de carácter sociológico-criminal. Sin embargo, en la actualidad, se preconiza que la observación estadística de la totalidad social, se conjugue armónicamente con la observación psicológica del caso singular concreto.2
La Sociología Criminal, como disciplina criminológica, se debe al jurista italiano profesor Enrico Ferri [1856-1929], representante de la escuela positivista del Derecho Penal quien, a partir de la tercera edición, dio ese título a su famoso libro Los nuevos horizontes del Derecho y del procedimiento penal [Bolonia-Italia, 1881]; Ferri incluyó en la nueva ciencia, no solo a la Antropología y a la Estadística criminales, sino a las Ciencias Pedagógicas, la Penología, e incluso al Derecho Penal del que decía era solo un capítulo de la Sociología Criminal.
Hoy, reducida a sus justos límites, la Sociología Criminal comprende el conjunto de principios derivados del estudio estadístico de la masa de fenómenos criminales, conjugados con el psicológico de los casos concretos, que permiten el estudio del delito como hecho social y en sus relaciones con los factores criminógenos; éstos, procedentes del mundo circundante, gravitan sobre los individuos y los estimulan a delinquir. Comprende también la determinación de los recursos preventivos político-sociales de los que los Estados pueden valerse en su lucha contra la criminalidad. Todos estos estudios, en ciertos de sus aspectos, tienen antiguos precedentes.
Así, por lo que respecta al señalamiento de los influjos criminógenos procedentes del medio físico cabe recordar los nombres de Hipócrates [460-377 a. C.], Platón [427-347 a. C.], Aristóteles [384-322 a. C.], Plinio el Joven [61-113], en la antigüedad clásica; los de Montesquieu [1689-1755] y Manuel de Lardizábal y Uribe [1739-1820], en el siglo XVIII.
En lo que se refiere a los influjos procedentes del medio social, educación e instrucción, fueron examinados por Platón, Aristóteles, Tomás Moro [1478-1535], Claude-Adrien Helvecio [1715-1771] y Juan Jacobo Rousseau [1712-1778]; los de las circunstancias económicas por los tres primeramente citados en el anterior párrafo, además de Montesquieu, Voltaire [1694-1778], Paul Henry D’Holbach [1723-1779], Gabriel Bonnot de Mably [1709-1785], Charles Fourier [1772-1837] y Bartolomé Próspero Enfantin [1796-1864].
Modernamente, conforme a una orientación basada en señalar como término de clasificación, lo fundamental en cada una de las distintas direcciones sociológico-criminales, éstas pueden dividirse así:
a) Teoría antropo-sociológica: sostiene que la genética, la herencia y el atavismo son los factores criminógenos subyacentes. Desenvuelta por Cesare Lombroso [1836-1909], Francisco Von Liszt [1851-1919], Alejandro Lacassagne [1843-1924], y Enrico Ferri.
b) Teoría social: da al medio social vital preponderancia en la génesis de la criminalidad, desarrollada por Luis Maribo Benjamín Auber [1838-1896], Gabriel de Tarde [1843-1904], Max Nordau [1849-1923], y Miguel Ángel Vaccaro [1854-1937];
c) Teoría socialista: muestra las estrechas relaciones entre la delincuencia y la desigualdad de las condiciones económicas, representada por Napoleone Colajanni [1847-1921], René Worms [1869-1926], Felice Battaglia [1902-1977], y Mieczyslaw Rakowski [1926-2008]
La Sociología Criminal, como orientadora de la lucha de la sociedad contra el crimen, concreta sus conclusiones en la necesidad de atacar las causas generales que favorecen su desarrollo, mediante métodos de política social preventiva, a los que Ferri llamó substitutivos penales como medios de prevención social, y que deben comprender toda una serie de medidas de orden económico, político, administrativo, educativo y doméstico, que puestas en práctica por los gobiernos conducirían a disminuir y atenuar el porcentaje y la virulencia de la conducta sociopática y de los hechos delictivos.3
La sociopatía, llamada también anomia o relajamiento moral, es el trastorno de la personalidad antisocial o cuadro de patología social, cuya característica peculiar se da en el individuo que, indiferente a las normas sociales y a las leyes, es incapaz de adaptarse a ellas; se substrae al respeto de los derechos individuales complaciéndose en conculcarlos, y en agredir física o moralmente a los demás, por su misma estructura anética.4
La violencia como expresión de la anomia se interpreta jurídicamente, unas veces, en el sentido de fuerza física que se ejerce sobre un sujeto o sobre una cosa; otras, en el de coacción moral respecto de una persona.
§I.1 Antropología cultural y social
La Antropología cultural sostiene que el hombre no es, sino que adviene en cuanto intuye los valores y los realiza. En este sentido plantea que es ciudadano de dos mundos: el de la Naturaleza y el de la cultura. Para la Antropología social, el ser humano nace como una unidad tenebrosa y por naturaleza se siente atraído por el mal. Empero, en el decurso de su vida, y a través de la educación familiar y de las Ciencias Pedagógicas, se va adaptando, y va conociendo y cultivando los valores y principios éticos [homo educandus], que le permitirán ser aceptado e instalado en el grupo social.5 Este aserto encuentra su confirmación en los Libros Santos al sostener éstos que el hombre viene al mundo con el malhadado sello del pecado original.6
El hombre, en estado natural, carente de dimensión axiológica como objetivo cultural [estimativa jurídica], obedece solo a inmanentes impulsos instintivos de supervivencia mediante la agresión y destrucción, que se encuentran no solo en el continente humano llamado entorno social, sino también en el contenido existencial de su complejo mundo interno, llamado dintorno individual. Grave peligro que va creciendo en una sociedad consumista, hedonista y alienante que enseña desde la infancia, que las metas se logran a través de una egoísta y despiadada competencia
§I.2 La violencia en la historia
La violencia ha acompañado a la humanidad durante todo el trayecto de su existencia. Desde tiempo inmemorial, ha tenido predominancia cósmica, y jamás el hombre ha podido remontarla, porque no ha sabido sustraerse a la fuerza arrolladora de las pasiones subalternas, connaturales a la esencia misma del ser humano. El hombre, necesitado de la paz, trató de conjurar el despotismo, la tiranía, el abuso y el sometimiento, creando la cultura y con ella la Pedagogía y el Derecho, procurando conseguir un remanso en su existencia a través del diálogo, la conciliación que ponga fin a los conflictos de intereses; y la sana convivencia, que permitan a sus hijos edificar un destino promisorio.
Cada época histórica se ha movido ante peculiares y generales formas de violencia. La humanidad siempre ha presenciado el macabro espectáculo de exterminios masivos, execrables delitos de sangre, y toda suerte de conductas antisociales reprobadas por el Derecho, la sensibilidad y la moral pública. Así, la alegoría escriturística que se encuentra pletórica de actos de violencia, nos alerta de crímenes abominables como el de Caín, asesino de su hermano Abel; narra con un lenguaje frio y cruel el exterminio de pueblos enteros, incluyendo mujeres, niños lactantes, y hasta de animales; el
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