Ética profesional
donmiguelInforme25 de Junio de 2015
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Es importante tener una ética profesional en nuestra profesión ya que es fundamental para la formación y desarrollo de nuestros educandos para el futuro.
Nuestra ética constituye un servicio social y una forma objetiva de solidaridad, se trata naturalmente de una concepción de la realización de sí, comprensible, plenamente solo a la luz de la fe, distinta de la condición egocéntrica dominante en nuestra cultura.
Debemos estar convencidos del valor social y religioso de la educación, teniendo un espíritu de solidaridad universal, superando toda forma de sórdido corporativismo.
Nuestro compromiso con la sociedad es el de tener una objetividad clara con los problemas que rodean a los alumnos, orientándolos, ayudándolos en una praxis racional de principios y conceptos relacionados a la responsabilidad social, desde una perspectiva de igualdad, universalidad e interactividad con los actores del contexto de aplicación e implicaciones.
La responsabilidad profesional tiene una decisiva dimensión social: la profesión tienen en el mundo del hombre una organización estable propia, y por lo tanto, una dimensión estructural. Dentro de este organismo, los hombres colaboran estrechamente entre si, en una consciente y articulada división de tareas.
Ante la comunidad, nuestra ética debe ser:
- Procurando un impacto social positivo sobre las personas de su entorno, tradiciones y sobre las comunidades en las cuales operan.
- Respetando a las personas locales y a los pueblos originarios, sus valores, tradiciones y el aporte de su cultura al contexto social.
- Contribuyendo con el desarrollo económico de las comunidades en la que desempeña su labor.
- Sirviendo a la comunidad y a la sociedad con productos y servicios útiles y en condiciones justas.
La necesidad de ofrecer a los demás un servicio útil, reconocido como tal por los destinatarios, para tener en cambio una ganancia para vivir y un status social garantizado y tranquilizador, es para todo trabajador un severo educador, que plasma su actitud respecto del mundo y de las demás, la calidad de su sentido social, sus ideas y la imagen que él se hace si mismo y por tanto, también su conciencia y personalidad moral.
Ser educador en ciencias religiosas, conlleva específicas responsabilidades morales, primordiales en la fe porque son capaces de poner a prueba la autenticidad, a través de su integración a la vida.
La experiencia y la reflexión de fe están llamadas a valorizar este carácter objetivo de la profesión y a ver en la percepción y en la aceptación responsable de esta dimensión del trabajo una tarea ética precisa.
A la luz de la fe, el docente en Ciencias Religiosas ve en las posibilidades positivas que le ofrece la profesión y el trabajo y en las responsabilidades, un llamamiento personal de Dios.
La ética en nuestra profesión está marcada por la lógica pascual: hacer de ella una realización de sí, que no consista primariamente en la acumulación de prestigio y de poder, sino en el servicio y en la disponibilidad humilde y afectiva, es expresar en lo concreto de la vida el propio morir con Cristo así mismos, para vivir su novedad de vida en el amor.
Lo anteriormente mencionado nos lleva a desempeñar nuestra profesión en la práctica de las buenas costumbres, la honestidad y el cumplimiento del deber.
Cualquier profesión, en efecto, encuentra la medida de su responsabilidad moral no sólo en el hecho de ser ejercida por una persona humana, que se exprese y se realiza en ella, sino más todavía en el hecho de ser en sí misma un servicio prestado a otras personas, un reconocimiento y una confirmación implícita de su dignidad, una forma de solicitud por su bienestar, una ayuda para la satisfacción
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