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La argumentación
Para comenzar, les proponemos tomar en cuenta el siguiente esquema que sistematiza los conceptos principales que desarrollaremos en esta unidad y sus relaciones.

1. El Razonamiento
Cuando defendemos argumentativamente un hecho, una creencia, una acción, estamos dispuestos a exponer ante el oyente buenas razones, razones valederas que no es lo mismo que decir verdades en forma absoluta, necesaria o dogmática. La validez de nuestras razones está dada por un acuerdo de la comunidad político-social-humana a la cual pertenecemos y desde la cual hemos adquirido en parte lo que somos. En ella fuimos educados, habituados y configuramos un modo de ser determinado.

Este proceso de adquisición conceptual es propiamente conocer, y el conocer es una actividad de nuestra inteligencia que, al igual que a un músculo del cuerpo, es posible ejercitarlo y hacerlo crecer, para obtener mejor rendimiento en su función específica. La marcha del conocimiento en la historia de la humanidad ha dado lugar al surgimiento de las ciencias, que han facilitado la existencia del hombre en la tierra mejorando sus condiciones naturales precarias para la supervivencia.

Las argumentaciones tendientes a explicar la forma  de  resolver científicamente un problema, son comparables a un juego donde las reglas están establecidas lógicamente y dentro de ellas quedan determinados los valores (verdadero, falso, correcto, coherente). Del conocimiento de estas reglas y estructura formal de las ciencias se ocupa en parte la lógica formal (matemática-simbólica) que no abordaremos en profundidad pero sí es importante que sepas de su existencia.

Una explicación es una argumentación cuando, a partir de la adquisición de conocimientos específicos de una asignatura se puede resolver un problema sin salirse del contexto científico. Desde un punto de vista estrictamente científico, la explicación causal responde a cuál fue o fueron las causas de un hecho y es suficiente para entender la razón del hecho o para mostrar la vía de solución de un problema.

Veamos un ejemplo: Si yo descubro la causa de un dolor de cabeza, no tomo solamente un analgésico para evitar el dolor que es un síntoma, sino que dispongo del conocimiento del origen del mismo -supongamos que es un problema de vértebras cervicales- y entonces mi capacidad de resolver el problema aparente (dolor de cabeza) fue posible al conocer el problema real, la causa (la columna). Este movimiento de nuestra inteligencia desde lo aparente hacia lo real es el movimiento dialéctico- lógico del conocimiento que busca remontarse hasta las causas fundamentales de determinado efecto.

Estas explicaciones que denominamos argumentaciones poseen una estructura lógico-lingüística que tiene que cumplir con determinadas condiciones para que posean validez racional y nos lleven a la verdad. Estas condiciones son de dos tipos: formales y  materiales, y dan lugar a dos partes de la disciplina filosófica de la Lógica: la lógica formal y la lógica material. En la primera, se estudian los aspectos estructurales sin evaluar el contenido significativo de las operaciones mentales. En el segundo caso, las expresiones tienen que ser evaluadas semánticamente, atendiendo al significado o contenido.  

La estructura lógica de una argumentación es el razonamiento. Los razonamientos contienen enunciados unos conforman el antecedente y otros su conclusión. El paso del antecedente a la conclusión se denomina inferencia. La conclusión es una nueva expresión de un conocimiento obtenida mediante este procedimiento. De unos conocimientos previos obtengo un nuevo conocimiento. Estrictamente hablando, la conclusión no es nuevo conocimiento sino que está implícito u oculto dentro del contenido de las premisas.

Los razonamientos son de dos tipos: deductivos e inductivos. Ellos constituyen el doble movimiento de ida y vuelta de nuestra mente, de la dimensión empírica a la teórica-simbólica-abstracta (inducción). En este proceso inductivo de lo particular, tangible y visible abstraemos  y simbolizamos un conocimiento sobre una cosa  y de este modo tenemos en nuestra mente un aspecto de esta cosa tangible transformada en idea, valor o concepto. Veamos con detenimiento cada uno de ellos:

Razonamiento Inductivo
Desde pequeños, lo primero que vamos aprendiendo proviene de las propias experiencias. Se trata del conocimiento de las cosas particulares que adquirimos mediante el contacto con ellas, con lo real existente y que afectan a nuestros sentidos. Estas sensaciones se van acumulando y conforman nuestra experiencia. La experiencia es -podríamos decir- el piso de nuestros razonamientos. A partir de ellos nos elevamos mentalmente -razonamos- y constituimos la ciencia o conocimiento teórico. El razonamiento inductivo es, entonces, aquél que se inicia a partir de la posesión de varios conocimientos particulares, los cuales conforman enunciados, (que son dos o más premisas del razonamiento) y a partir de ellos, inferimos, extraemos una conclusión que es una generalización de las premisas.

Como ejemplos de razonamientos inductivos, podemos citar los siguientes:

Juan es joven y bullicioso

María es joven y bulliciosa

Inés es joven y bulliciosa,

Luego, Todos los jóvenes son bulliciosos
Razonamiento Deductivo
Por el contrario, es aquél en el cual obtenemos un enunciado de igual o menor generalidad, a partir de un antecedente conformado por dos enunciados que constituyen las premisas del razonamiento.

Por ejemplo:

Todos los jóvenes son bulliciosos.

Juan es joven

Luego, Juan es bullicioso
Los razonamientos deductivos poseen la característica esencial de que la conclusión es una consecuencia lógica, necesaria del antecedente (premisas) y que siéstas son verdaderas y el razonamiento está bien hecho en cuanto a que sigue las reglas lógicas correspondientes, la conclusión es verdadera. Este tipo de razonamiento los encontramos en la dimensión teórica de las ciencias donde se enlazan conformando la sistematización científica de los conocimientos. Este ordenamiento de los conocimientos es un encadenamiento de deducciones a partir de ciertos primeros principios o axiomas que constituyen las condiciones a-priori de cada ciencia.

1.1. La Lógica Formal
La lógica formal estudia las estructuras de los razonamientos, las reglas y condiciones de los elementos que componen estos procesos mentales por los cuales conocemos. Pero la mayoría de los conocimientos que extraemos de nuestra experiencia diaria y de las ciencias empíricas son inducciones. Vamos generalizando teóricamente las experiencias, los conocimientos empíricos, y constituyendo un saber que está limitado por el contenido o material que constituye su objeto de estudio -que es empírico y por lo tanto cambiante- y no posee, por este motivo, el rigor lógico del razonamiento formal de la dimensión teórica.

En un razonamiento la conclusión de las inducciones no es necesariamente verdadera sino que puede serlo en parte. En el ejemplo de los jóvenes bulliciosos, puede darse el caso de que muchos jóvenes no lo sean. Este enunciado como conclusión de una inducción -es decir, que todos los jóvenes son bulliciosos- tiene un valor de probabilidad ya que es verosímil, es decir semejante a la verdad, ya que habrá casos en que efectivamente se cumple esta última: cuando encuentro un joven bullicioso; y habrá casos en que es falso: cuando se da el hecho de uno o más seres que son jóvenes y no son bulliciosos.

La estructura formal de un razonamiento es una parte importante de nuestra tarea comunicativa pero no es suficiente ya que la vida del ser humano, sus actividades, sus relaciones, no están estructuradas de forma matemática. Hay que saber razonar dentro de contextos o marcos discursivos ya que ellos nos indican los valores y reglas que la materia que estamos considerando exige en nuestros razonamientos a fin de lograr la persuasión ante nosotros mismos o ante los demás.

2. La Argumentación
Argumentar significa defender una idea o una opinión aportando un conjunto de razones que justifiquen nuestra postura. La capacidad para argumentar correctamente suele ir emparejada con la capacidad de influir sobre las personas y es un reflejo de la organización del pensamiento.

En toda argumentación podemos distinguir 3 elementos:

El objeto, es el tema sobre el cual se argumenta.

La tesis, es la postura que el argumentador tiene respecto al tema.

Los argumentos, son las razones en las que basamos nuestra postura ante el tema.

E n la obra de Platón, el diálogo El Gorgias o sobre la retórica, encontramos una de las primeras referencias al poder de las argumentaciones dentro de los discursos públicos. Este arte o capacidad de argumentar bien tenía por objeto  persuadir al oyente y quienes lo practicaban como oficio denominaban a esto: el arte de la retórica. Este instrumento o técnica, constituye una herramienta fundamental del arte oratorio, de hablar bien ante un público a fin de lograr el efecto deseado de convencer y persuadir.

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