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Analfabetismo cívico


Enviado por   •  16 de Octubre de 2013  •  1.941 Palabras (8 Páginas)  •  237 Visitas

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ANALFABETISMO CÍVICO

Poco se ha hablado acerca de este tema, al menos de la forma en que yo lo concibo, lo digo porque después de una búsqueda consciente de libros o artículos donde los autores manejaran el término, solo encontré unos cuantos que lo mencionan pero no precisamente en nuestro país, de hecho, en su mayoría le dan un sentido diferente al que en este trabajo le quiero dar. Tal vez mi fracaso en esta búsqueda se debe a lo limitado de mi tiempo y recursos, o puede ser que en realidad no exista mucha información al respecto, de cualquier manera desarrollaré este tema con el interés que me ha nacido desde hace tiempo. Con analfabetismo cívico me refiero a la falta de formación en lo que se refiere a normas, reglas, obediencia a las leyes; también a la falta de conciencia social, al respeto que hemos perdido hacia los demás, entre otras cosas.

En nuestro país, la formación cívica es un tema que desde hace muchas décadas, tal vez siglos, ha preocupado a los educadores; Pablo Latapí Sarre, en su libro titulado “La moral regresa a la escuela”, dice al respecto: “... en los primeros intentos por organizar la instrucción pública, la educación moral [...] apareció como preocupación importante...”.

En nuestra época parece intensificarse el problema. Vivímos en un ambiente general de analfabetismo cívico, si miramos alrededor, vemos muchas muestras de ello: conductores ignorando las señales de tránsito que estacionan su vehículo justo al lado del letrero que anuncia el lugar de las ambulancias, vemos jóvenes irrespetuosos e inconscientes haciendo cualquier clase de daño a la propiedad pública o privada, en otros casos incluso agrediendo a otras personas; si nos ponemos a hojear los diarios nos enteramos de sucesos delictivos que tienen que ver con la falta de moralidad, la escases de conciencia social, etcétera; hay madres y padres que maltratan a sus hijos, jefes que abusan de sus empleados al pagar menos de lo que vale su trabajo, gente que engaña por unos pocos o muchos pesos, otros que simplemente toman lo que no es suyo cínica e impunemente. Estos casos, entre muchos otros son resultado en gran parte de la falta de formación cívica, en grado similar se debe a que deliberadamente nos disponemos a ignorar las leyes, las reglas, incluso aquello que nos enseñaron nuestros padres, abuelos o maestros, a saber, los principios, las normas de convivencia.

En el caso de la falta de formación, intervienen las instituciones educativas, los programas aplicados en ellas, las organizaciones responsables de formular los currículos escolares, incluso los profesores que los desarrollan en el salón de clases.

Creo que las personas han perdido el interés en estos temas, en un pasado no muy lejano los maestros, padres y otras personas se preocupaban por enseñar a los niños y jóvenes principios correctos que les ayudaran a conducirse correctamente en la sociedad. Incluso se daban a la tarea de corregir aquellas actitudes desfavorables.

La semana pasada fuí de visita con mi familia en México; platicando con mi papá me contó que él estudió la secundaria en una escuela pública donde las normas de conducta y vestido tenían mayor importancia, por ejemplo, si una jóven llevaba la falda más corta de lo establecido, se le exigía que la bajara, si un muchacho se presentaba desaliñado, debía corregirse para poder entrar a la escuela. Cuando yo cursé ese nivel, las exigencias eran menores, sin embargo aún había disposición entre los prefectos y los orientadores educativos para ayudar a los alumnos a corregir actitudes inmorales o de falta de respeto a los compañeros y al profesorado. Hoy en día, cuando platico con mi cuñado que se encuentra cursando la secundaria, me doy cuenta que todo esto parece estar olvidado, los prefectos ahora se dedican a caminar por la escuela y observar únicamente sin intervenir, la mayoría no corrigen las malas conductas, se les permite la entrada a jóvenes y jovencitas que no acatan las normas de vestido o presentación de la institución, entre otras acciones despreocupadas.

Si hablamos de las situaciones fuera de la escuela, es decir, en la convivencia social, hemos adoptado una actitud de egocentrismo, donde no nos interesa la gente que vive a nuestro lado, aquel que camina enfrente o detrás de nosotros; pasamos al lado de ancianos, ciegos, gente con diferentes necesidades y no extendemos siquiera un saludo cortés. Ahora la gente se sorprende cuando alguien se detiene y le ofrece una mano al necesitado; nos parece extraño que una persona, en un acto de honradez, indique a la cajera del supermercado que falta cobrar un artículo o señala que le dió cambio de más; estamos ahora acostumbrados a ver deshonestidad, a recibir y dar malos tratos, a ser abusados o abusar de otros. No tenemos consideración hacia las demás personas, respecto a esto, Latapí cita la frase de Octavio Paz: “los otros todos que nosotros somos”; en el mismo sentido lo que habló Umberto Eco sobre “ese otro que está en nosotros”, refiriendose a nuestro prójimo, al que vive con nosotros, a nuestro lado, en nuestra ciudad, en nuestro país, al que le debemos y al que nos debe; a todos ellos debemos verlos como a uno de nosotros. En el libro “Los siete saberes necesarios para la educación del futuro” escrito por Edgar Morín en 1999 para la UNESCO, dice que “el egocentrismo se amplía con el abandono de la disciplina y las obligaciones” y continúa diciendo que “hoy en día, la incompresión destroza las relaciones”.

Otra muestra del analfabetismo cívico al que me refiero es la equivocada interpretación que le hemos dado a principios como la libertad y los derechos; hemos corrompido estos terminos tan valiosos. Si es que acaso podemos vernos como un pueblo libre de opresión, tiranía, esclavitud y todo aquello que fue la intención de quienes lucharon hace 200 años en pos de la independencia; entonces la cuestión es que nosotros

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