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Apocalípticos E Integrados


Enviado por   •  12 de Agosto de 2012  •  1.272 Palabras (6 Páginas)  •  556 Visitas

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Apocalípticos e integrados

Apocalípticos e integrados es un libro de Umberto Eco, publicado en 1965, en el que el autor nos instruye sobre los mitos modernos que atormentan al piamontés, desde la estructura, influencia y desarrollo de los mass media hasta complejos conceptos de semiótica, tratados siempre desde un punto de vista de una comunicación práctica. Continúa una disertación casi filosófica que comenzó con Obra abierta. Eco realiza un estudio sobre la cultura popular y los medios de comunicación. La obra parte de dos posiciones opuestas ante la cultura: la apocalíptica y la integrada. Dentro de la postura de los aristócratas (apocalipticos) sitúa al norteamericano Mac Donald, mientras que algunos de los integrados son Shill, Bell, Friedman. A lo largo de toda la obra, Eco hace un análisis crítico presentando argumentos a favor y en contra de cada una de las opuestas visiones.

[editar] Los apocalípticos

Apocalípticos son los que plantean un enfoque pesimista sobre los alcances de la cultura de masas, ya sea desde una postura conservadora o aristocrática, o bien progresista. Entre ellos se encuentran Adorno, Horkheimer. Son aquellos que miran hacia el pasado y se aferran a las viejas costumbres, a las antiguas teologías y a los métodos reaccionarios de rechazo para hallar la verdad. Son los que prefieren obedecer a la autoridad impuesta, en lugar de la guía autoimpuesta del intelecto iluminado. Siguen a una iglesia y a un gobierno, se caracterizan por la devoción y el amor puros, pero no quieren reconocer al espíritu santo como la inteligencia de la que están dotados. Pertenecen a la vieja generación.

[editar] Los integrados

Son integrados aquellos que hacen una interpretación benévola sobre los resultados que provoca la cultura de masas, como el acceso de todos a la cultura, como es el caso de Marshall McLuhan. Incluye a los místicos intelectuales, a los conocedores de la realidad, que no pertenecen a una definida religión u organización, pero se consideran miembros de la humanidad, aprenden mediante los mismos símbolos y son el principio unificador.

Para Umberto Eco el mito es una simbolización inconsciente, proyección en la imagen de tendencias, aspiraciones y temores. El crítico es un filósofo en función de historiador de la cultura.1

La imagen simbólica representativa en la actualidad es la de supermán, el héroe dotado con poderes superiores a los del hombre común, que constituyen la más alta realización de un poder natural: la astucia, la rapidez, la habilidad bélica o la inteligencia silogística.

Apocalípticos e Integrados

Según la perspectiva de Eco, para la aristocracia, la idea de compartir la cultura de modo tal que pueda llegar y ser apreciada por todos es un contrasentido, por lo tanto, no se trataría de una cultura sino de una "anticultura". Por el contrario, aquellos que aceptan el fenómeno, sostienen que gracias a él es posible acercar a las grandes masas, manafiestaciones artísticas a las que antes estaban marginados. Los aristócratas serán pues, los pesimistas, o los apocalípticos mientras que los optimistas, serán llamados integrados Veamoslo pues, en sus propias palabras:

Los apocalípticos

Si la cultura es un hecho aristocrático, cultivo celoso, asiduo y solitario de una interioridad refinada que se opone a la vulgaridad de la muchedumbre (Heráclito: «¿Por qué queréis arrastrarme a todas partes oh ignorantes? Yo no he escrito para vosotros, sino para quien pueda comprenderme. Para mí, uno vale por cien mil, y nada la multitud»), la mera idea de una cultura compartida por todos, producida de modo que se adapte a todos, y elaborada a medida de todos, es un contrasentido monstruoso. La cultura de masas es la anticultura. Y puesto que ésta nace en el momento en que la presencia de las masas en la vida social se convierte en el fenómeno más evidente de un contexto histórico, la «cultura de masas» no es signo de una aberración transitoria y limitada, sino que llega a constituir el signo de una caída irrecuperable, ante la cual el hombre de cultura (último superviviente de la prehistoria, destinado a la extinción) no puede más que expresarse

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