Austrias Mayores: política exterior

Austrias Mayores: política exterior

Introducción

Las herencias de sus abuelos permitieron Carlos I iniciar la configuración del Imperio Español, basado en la defensa de la Iglesia y de la hegemonía española en Europa. Su hijo, Felipe II supo mantener la hegemonía española a pesar de las dificultades (construcción de los Estados modernos) e incluso amplio sus posesiones (Portugal)

Desarrollo

La política exterior de Carlos I se diferencia de la de su hijo, en que este último se centró en mantener la hegemonía en Europa frente a los enemigos de España, y su padre se centró en el desarrollo de la idea del Imperio Universal Cristiano, cuyo objetivo era la concepción de una nueva entidad que agrupara a todos los reinos cristianos, regidos por un emperador, ungido por el Papa, para expandir el cristianismo y frenar el avance del Islam. Su estructura era similar a las relaciones de dependencia del feudalismo, en una jerarquización que se iniciaba en el emperador y terminaba en el pueblo. Esta idea solo cuajo en unos pocos intelectuales y se encontró con la oposición de los Estados modernos y, sobre todo, la crisis que generó la ruptura religiosa.

El principal enemigo en el exterior sería Francia, interesada en el dominio de los territorios italianos. Se reproducirá el esquema de derrota francesa (Pavía, 1525) acompañada de tratados de paz (Tratado de Madrid, 1526; Paz de Cambray, 1529; etc.) que se rompían continuamente. El control del Milanesado se consideraba fundamental para España, porque permitiría el trasvase de tropas (tercios) por todo el territorio europeo bajo dominio de Carlos. Al final, con la paz de Vaucelles (1556) Francia renunciará al dominio italiano y a cambio España renunciara al dominio de Saboya, Piamonte junto con la cesión de tres obispados

Otro poderoso enemigo será el Imperio Otomano, que después de la conquista de Constantinopla (1453) amenazará a Europa Central lo que llevara a Carlos a enfrentarse en Viena y a derrotarlos. Por otro lado, los otomanos fomentaban los ataques de los piratas berberiscos sobre las costas del mediterráneo occidental, lo que llevó a Carlos a lanzar una ofensiva sobre la costa del norte de África, ocupando Túnez y fracasando en la toma de Argel. El problema se estabilizó y aunque se siguieron produciendo ataques piratas, estos se redujeron considerablemente.

El problema más grave del reinado de Carlos I se produjo en el Sacro Imperio Romano Germánico cuando Lutero denunció los problemas de corrupción de los Papas de Roma (venta de indulgencias, corrupción, nepotismo) lo que llevó al desarrollo de la Reforma (sacerdocio, dos sacramentos, no imágenes, Biblia, etc.) y a la excomunión de Lutero. Carlos intento la conciliación mediante sucesivas dietas (reuniones de los príncipes y ciudades del imperio) pero los príncipes vieron la oportunidad de disminuir el poder y la influencia de la Iglesia en sus territorios, así como de la figura del emperador. Hubo concilios para intentar unificar la doctrina que fracasaron. A su vez, se puso en marcha el Concilio de Trento, con el que la Iglesia intentaba contestar a las acusaciones de Lutero. Fue una contrarreforma que se afirmó en los principios de la Iglesia. El ataque de los príncipes que habían abrazado la nueva doctrina contra ciudades católicas para expropiar tierras llevó al Emperador a iniciar una lucha armada, que a pesar de las numerosas victorias no solucionó el problema. Finalmente en la Paz de Aubsburgo (1555) se estableció el principio de “cuius regio eius religio” que se traduciría como a cada príncipe su religión.

El Emperador abdicó en su hijo Felipe II y se retiró al monasterio de Yuste, donde moriría. El Archiducado de Austria, junto con la dignidad imperial, se lo dejo a su hermano Fernando, mientras que a Felipe le dejo el resto de los territorios. Si Carlos, durante su etapa como rey de España, apenas piso la península, su hijo gobernará su vasto imperio desde España, con Madrid convertida en capital de la nación. Frente al fracasado concepto del Imperio Universal Cristiano defendido por su padre y unos pocos visionarios, Felipe lo transformará en el Imperio Hispánico, en defensa de la hegemonía de los Habsburgo en Europa y en defensa del catolicismo

Muchos de los asuntos exteriores de Felipe II fueron heredados de su padre, caso de Francia o el Imperio Otomano. Otros, por el contrario, fueron provocados por su poco tacto (defensa de la ortodoxia católica) o por mantener la hegemonía en Europa (Armada Invencible).

Francia, que se estaba organizando como Estado moderno, intentaba configurar sus fronteras respecto a las posesiones españolas lo que llevó a un enfrentamiento con España que se saldo con las victorias de San Quintín (1557) y Gravelinas (1558), que llevó a Francia a firmar la paz de Cateau-Cambresis (1559) donde se reconocía la hegemonía española, Francia devolvía algunos territorios ocupados, se unía contra el avance del protestantismo y se organizaba

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