CONTINUA LLOVIENDO SOBRE MOJADO

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Es evidente que a través de los años hemos tenido que sobrevivir a una litis constitucional con respecto a las múltiples reformas que se elaboraban. Estas últimas realizadas gracias al favoritismo político que existía en ciertos tiempos históricos pertenecientes a la nación dominicana, donde la fuerza jurídica de nuestra Carta Magna no poseía un carácter imperante como para que prevalezca su permanencia. En el mismo sentido, el legislador inobservaba los daños o efectos que estas modificaciones podrían ocasionar a largo plazo a la nación.

Estas múltiples reformas provocaron una insostenibilidad jurídica en el ámbito de aplicación de las leyes, las cuales ya no se respetaban debido a su formulación y reformulación constante. Esto se debe a que la Constitución era modificada de acuerdo a los fines políticos de cada gobernante. Es decir que el deseo infame del gobernante era superior a la prerrogativa aclamada y perteneciente al pueblo.

Nuestra Constitución del 26 de enero del 2010 da alusión a la Reforma Constitucional en su Artículo 267, esto nos deja dicho que la misma modificación a la norma suprema es legítima siempre y cuando se haga de “la forma que ella misma indica”. Por tal razón, los distintos ajustes que se pretenden realizar en el Artículo 124 que hace referencia a la elección presidencial serían válidos. Sin embargo, la modificación o restructuración de dicho Artículo no goza del visto bueno de la nación debido a que se entiende que la misma se ejecuta para perseguir ideales intrínsecos del gobernante en curso.

Los problemas encaminados a la reformación de la Constitución para la reelección presidencial es un tema que ha sido bastante debatido a través de los tiempos, en donde el pueblo muchas veces no ha estado de acuerdo, salvo a esta ocasión. Esta sería la excepción donde los ciudadanos dominicanos la piden y, por consiguiente, se muestran a favor.

Este periodo presidencial ha demostrado un equilibrio nacional sostenible de acuerdo a los parámetros que debe mantener un gobernante para regir una sociedad de derechos como el Estado dominicano. Este espectacular desenvolvimiento le ha valido a Danilo Medina el apoyo popular del que hoy disfruta. Por tanto, el pueblo lo aclama y desea su reelección.

Como podemos ver existen ciertas contradicciones con respecto a si se debe o no reformar la Constitución o en cuáles ocasiones es conveniente hacerlo. Sin embargo, es conveniente ser constante en una decisión.

Al momento de elaborar nuestra Carta Magna, se tenía la intención de que esta tuviera un carácter de permanencia. Es decir, que a pesar de que las necesidades de cada sociedad varían a consonancia de los tiempos y las normas jurídicas deben adecuarse a estos, la Constitución, al ser la Ley Suprema, debe siempre conservar su esencia.

Por tanto, ya sea para favorecer al gobernante o a la nación, la constante modificación de la Constitución contamina los principios y valores de la misma. Una Carta Magna debe ser conservada como tal para que sirva de ejemplo. Su esencia debe ser transcendental.

Según un estudio realizado por la Fundación Justicia y Transparencia (FJT), que preside Vidal Potentini, el presidente Danilo Medina tiene niveles de aceptación que rondan el 86 por ciento, cifra que afirmó no había conseguido ningún gobernante en el país. (Acevedo, Cristal. ¿Se dejará Danilo Medina seducir por la reelección presidencial? Periódico Hoy. 16 agosto, 2013). Esto demuestra, por tanto, que el pueblo se encuentra conforme con su forma de gobierno a tal punto que si el presidente decidiera el día de mañana reelegirse, su triunfo sería casi seguro.

En el mismo sentido, el comentarista anterior ha dicho, por otra parte, que “en el país el problema no es la reelección, sino la falta de institucionalidad que rodea este

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