Corrupcion
18115303 de Noviembre de 2013
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Introducción
En el siguiente trabajo que se presenta a continuación se tratara el tema de medición de la corrupción, pero para su mejor comprensión comenzaremos por definir y comprender que es la corrupción, así que comprendemos por corrupción al ¨rompimiento claro y abierto del orden jurídico, acto de desviación de perversión, de deslealtad de menoscabo o pérdida de valores éticos¨.
De igual manera ya dentro del ámbito que comprende la labor de los servidores públicos podríamos comprender que la corrupción es ¨actos mediante los cuales un funcionario público es impulsado a actuar en modo distinto a los estándares normativos del sistema para favorecer a intereses particulares a cambio de una recompensa¨.
Ahora bien se ha comprobado que la corrupción inhibe el efecto social de la inversión pública en áreas estratégicas, fomentando así la agudización de la pobreza y la marginación; por ello, es innegable que los índices de corrupción ejercen una importante influencia en el desarrollo político, económico y social de un determinado país. Es por ello de suma importancia el estudio de la medición de la corrupción.
Contenido
la medición de los niveles de corrupción es condición necesaria para tomar medidas que permitan mejorar la vida política y económica de las democracias modernas; asimismo, apunta que sin medición no puede haber mejora alguna y por ende los esfuerzos por combatir la corrupción y fortalecer la rendición de cuentas corren el riesgo de convertirse en letra muerta.
Con una consistente capacidad de análisis, afirma que el impulso de la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, fortalecen el funcionamiento de las instituciones y el Estado de Derecho, permitiendo construir economías más sólidas en aras de una mejor calidad de vida para la sociedad. medir fenómenos sociales como la corrupción o la opacidad institucional no es cosa sencilla. Se requiere no sólo de un conocimiento metodológico completo sino también de fuertes dosis de imaginación y de un conocimiento preciso del
terreno en que se pisa.
Se puede argumentar que la corrupción puede aparecer cuando existen ciertas condiciones estructurales que la hacen más propicia. Tales condiciones
pueden ser formuladas a partir de lo que se ha llamado la “ecuación básica” de la corrupción (Klitgaard 1988: 74-75). Tal ecuación es la siguiente:
Corrupción = Monopolio de la decisión pública más Discrecionalidad de la decisión pública menos Responsabilidad (en el sentido de obligación de dar
cuentas) por la decisión pública adoptada. De acuerdo con esta ecuación fundamental, la corrupción encuentra su terreno mejor abonado cuando las decisiones públicas se toman en régimen de práctico monopolio (personal u organizacional), con amplias facultades discrecionales y sin criterios acotados de decisión, y sin mecanismos que obliguen a la rendición de cuentas.
La corrupción es difícil de medir. Por lo general, las prácticas corruptas ocurren de manera secreta y los actores involucrados raramente hacen público los términos de sus acuerdos. Por tanto, hasta hace poco tiempo, la mayoría de los estudios sobre corrupción presentaban sus análisis con base en datos incidentales y anecdóticos, con poca sistematización y rigor en sus conclusiones. Estudios longitudinales o análisis con agregación de datos de varios países o sectores productivos eran inexistentes. La corrupción es mencionada como el típico ejemplo de un fenómeno que es posible observar pero no cuantificar, en tanto que no puede existir estadística alguna sobre un fenómeno cuya naturaleza es ambigua.
Sin embargo, en los últimos años hemos sido testigos de la publicación de varios índices que intentan medir el nivel de corrupción, de opacidad o de transparencia de diferentes países en todo el mundo. Algunos de estos índices son:
• El International Country Risk Guide (ICRG), el cual se basa en encuestas de opinión de expertos y periodistas.
Este índice indica la propensión que existe, en los países enlistados, de que los funcionarios públicos cometan actos de extorsión en procesos administrativos relacionados con la adquisición de licencias para importar o exportar, pago de impuestos o asistencia policíaca.
• El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC), el cual es publicado anualmente por Transparencia Internacional, la única ONG internacional dedicada al monitoreo y combate a la corrupción en el mundo. Este es un índice compuesto que se basa en varias encuestas de opinión realizadas por diferentes organizaciones privadas y entrevistas a analistas y expertos.
¿Por qué medir la corrupción?
Medir la corrupción constituye a la vez una quimera y una tentación irresistible. La corrupción es quizás el crimen menos reportado que existe. Un acto de corrupción es perpetrado generalmente con gran secrecía. Todas las partes involucradas en la transacción corrupta (el que da el soborno y el que lo recibe) están usualmente satisfechas con el resultado y reconocen las posibles consecuencias negativas que resultarían de revelar su propio papel en dicha conducta criminal, incluso si no se encuentran satisfechos. Mientras tanto, las víctimas de la corrupción, que son usualmente el público en general y la sociedad en su conjunto, se encuentran inconscientes de los actos específicos de la corrupción o están acostumbrados de manera tal que se vuelven indiferentes a ella.
¿Qué podemos medir de la corrupción?
Hacer operable la variable “nivel de corrupción” supone dos etapas:
1. Categorizar actos particulares de acuerdo con el “grado de corruptibilidad”.
2. Medir la incidencia de los diferentes tipos o grados de corrupción.
Algunos economistas han ideado otro modo de clasificar la conducta corrupta, en este caso, de acuerdo con sus efectos en la economía. En particular, sugieren que se distinga entre la “corrupción con robo” y la “corrupción sin robo”. La corrupción con robo ocurre, por ejemplo, cuando un individuo soborna a un funcionario público para obtener un contrato pero fracasa al manufacturar la obra final, que puede ser un puente seguro, un sistema de irrigación funcional o un servicio eficiente. Por otro lado, la corrupción sin robo ocurre cuando los que reciben la concesión pagan un soborno y fabrican el producto específico.
El modo más amplio de clasificar la conducta corrupta lo proporcionan Peters y Welch (1978:976-978), quienes desarrollan un esquema con base en cuatro componentes: a) el funcionario público, b) el donante / recibidor, c) la concesión y d) el pago. En particular, Peters y Welch sugieren que un acto es más corrupto si el funcionario público involucrado tiene un rol “no político” en el gobierno, como es un juez; si el acto se lleva a cabo como parte de las tareas del servidor público; si el acto es perpetrado por un servidor público por cuenta propia; y si el beneficio es un bien particular de proporciones substanciales.
¿Cómo medir la corrupción?
Los indicadores no pueden ser instrumentos de medición universal. Dependiendo de la necesidad que se quiera cubrir, los indicadores deben diseñarse de una manera o de otra.
Cabe preguntarse qué queremos de un indicador sobre corrupción. Existen una serie de cualidades que deberían tomarse en cuenta para construir indicadores de este tipo. En general un buen índice de corrupción debe ser:
• Válido. Un indicador será válido en tanto mida lo que realmente quiere medir.
• Confiable. Un indicador será confiable en tanto reporte resultados consistentes. Un indicador que ubique a México, por ejemplo, en la posición 8 en una escala de 1 a 10 en un año, 2 en el año siguiente y 5 en el año siguiente, es un indicador poco confiable. La teoría nos dice que ese tipo de variación es poco probable. Ninguna forma de medición es completamente confiable, pero es posible mejorar los resultados obtenidos por medio de una construcción cuidadosa de los índices, utilizando buenos datos y haciendo varias pruebas piloto.
• Preciso. Un indicador será preciso cuando ofrezca resultados en unidades de medición que no dejen lugar a dudas sobre qué significan. Por el contrario, una cantidad será imprecisa o ambigua cuando existan diferentes interpretaciones sobre su significado. Los índices pueden ser organizados en categorías de corrupción como “alta”, “media” o “baja”, pero también de acuerdo con cierta escala numérica. Un aspecto relacionado con la precisión de un indicador es su exactitud.
Independientemente de la confiabilidad de los índices de corrupción, lo que es innegable es que ejercen una influencia importante en la opinión pública internacional. La calificación que se le da a un país como México tiene consecuencias inmediatas. De ahí que sea necesario saber cómo está clasificado México, en términos generales, en los índices de corrupción o transparencia más famosos del mundo.
Hasta hace poco, se creía que era casi imposible medir la corrupción y la gobernabilidad. No se consideraba posible estimar la magnitud de las transacciones anuales corruptas a nivel mundial.
Sin embargo, recientemente ha habido una “explosión” en las técnicas de medición. Esto ha puesto freno al escepticismo, dice Daniel Kaufmann, director de gobernabilidad del Instituto del Banco Mundial. Estos nuevos enfoques se concentran en crear indicadores basados en encuestas de expertos y en medir, a través de encuestas de empresas y usuarios de servicios
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