¿Cuanto más Vamos A Resistir?

En la Universidad del Tolima se pasa por encima de los derechos de los profesores de cátedra de manera sistemática y constante. A pesar de que desempeñamos la misma labor docente que un profesor de tiempo completo o medio tiempo, el reconocimiento en tiempo, salario y prestaciones, es considerablemente menor pues la administración universitaria en abuso de su autonomía, aplica parámetros distintos para tal fin. No es casualidad que nosotros, que recibimos menor pago por tal labor, seamos la mayoría, muestra de que la autonomía solo le sirve a esta Universidad para ahorrar dinero que no sabemos en qué se invierte.

Además de lo anterior, los profesores de cátedra, nosotros, el 85% del profesorado, no podemos ser elegidos ni elegir a quienes representarán nuestros intereses en los consejos y comités universitarios, no porque el estatuto docente nos niegue tal derecho sino porque la administración universitaria no lo hace efectivo.

Los profesores de cátedra no recibimos apoyo financiero para fortalecer nuestra formación, para participar en eventos académicos o para investigar. Ni siquiera contamos con espacios adecuados al interior de la Universidad donde recibir a los estudiantes para una asesoría, las cuales además, no se nos pagan adecuadamente.

Aun cuando presentamos nuestras hojas de vida y nos sometemos a pruebas y entrevistas en los concursos para docentes de cátedra, las listas de elegibles de tales concursos son continuamente desechadas y no se nos asignan los cursos ganados en justo derecho. Y si acaso queremos expresar nuestro descontento con alguna de estas situaciones, aparece algún profesor de tiempo completo que toma nuestros cursos o a través de cualquier otro mecanismos los departamentos “académicos” nos los arrebatan.

Después de resistir todo eso, semestre tras semestre, hoy la Universidad nos suspende la vinculación, excusándose en que ello está contemplado en las resoluciones de nombramiento; resoluciones de la que nunca recibimos copia, aunque las leyes nacionales e internacionales lo ordenan.

Mientras la movilización universitaria avanza contra la ley 30 y su proyecto de reforma y se consolida un proceso constituyente que busca construir un proyecto de universidad distinta, que supere la corrupción y el nepotismo que campea en la Universidad del Tolima, a través de estos modos de presión se pretende que nos opongamos a tal movimiento para que forcemos el retorno a clases y la “normalidad” y por supuesto, ahí si recibiremos nuestra recompensa y nos “harán el favor” de concedernos lo que por naturaleza es nuestro derecho al trabajo y a la vida digna, porque no hay que olvidar que muchos de quienes hoy somos catedráticos dependemos de ese vínculo laboral que se ha roto para subsistir.

He aquí la manera en que los representantes del Estado en la Universidad del Tolima en vez de

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