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Cuento No Discriminacion


Enviado por   •  11 de Julio de 2014  •  476 Palabras (2 Páginas)  •  265 Visitas

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CUENTO: EL PEQUEÑO UNICORNIO

Érase una vez una escuela diferente, con una clase diferente, con niños y niñas diferentes, que jugaban con juegos diferentes, con una maestra diferente.

La clase olía a fresas, las paredes de la escuela era de plastilina de colores, el piso de pasto verde, había flores y plantas por todos lados, donde el sol entraba por todos lados hasta el último rincón dando su luz y color a aquel hermoso lugar.

La maestra era una maga, los niños eran unos duendes y hadas maravillosos, y entre ellos vivía un pequeño unicornio.

El pequeño unicornio no podían andar porque sus piernas no le sostenían, pero usaba una silla de ruedas que sus compañeros empujaban cuando salían al patio, tampoco podía hablar pero gracias a un puntero que llevaban en la cabeza y al ordenador que había aprendido a manejar, podía comunicarse con los demás y contestar a las preguntas que le hacían.

Jugaban a inventar historias, platicaban con las flores y plantas, cuidaban de la mascota de la escuela y se divertían mucho jugando y aprendiendo cosas.

Pero en algunos momentos del día la magia desaparecía y todos los alumnos de la clase volvían a hacer niños como los demás. Entonces se peleaban, se quitaban las cosas y se empujaban en la fila, se reían unos de los otros, incluso a veces se insultaban y dejaban solo al pequeño unicornio, que asustado por sus gritos se escondía en un rincón de la clase para que nadie le hiciera daño o lo empujara, mientras la maestra gritaba atendiendo a un grupo de niños, ¡no se peleen!, ¡por favor no griten!.

Afortunadamente esos momentos duraban poco tiempo y la maestra dejaba de gritar, para convertirse en maga, y al entonar un canto los niños se convertían en duendes y hadas maravillosos, donde todos jugaban y compartían los juguetes, e integraban al pequeño unicornio.

Siempre al comenzar el día la maestra les preguntaba:

¿Quién quiere cuidar hoy al hámster? A lo que todos levantaban la mano

¿Quién quiere hoy recoger los juguetes? A lo que todos levantaban la mano

¿Quién quiere hoy cuidar al pequeño unicornio? A lo que nuevamente todos levantaban la mano.

Pero cuando la clase dejaba de oler a fresas, y las paredes de plastilina, ni había pasto en el suelo, ni el sol brillaba en la clase, ni la maestra una maga y los niños duendes y hadas, el pequeño unicornio se convertía en un niño en silla de ruedas, con un casco con un puntero donde escribía en un ordenador lo que el quería decir o hablar.

Menos mal que la maestra volvía a entonar su mágica canción y la clase volvía a ser un lugar diferente, con niños y niñas diferentes, que jugaban a juegos diferentes, con una maestra diferente, donde

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