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De La Eutanasia A La Distanasia


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2012  •  803 Palabras (4 Páginas)  •  1.047 Visitas

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El ser humano como animal por naturaleza se rige por los instintos, dos de estos son el instinto de reproducción y el instinto de conservación.

El primero es uno de los más importantes ya que con él puede mantener por mucho más tiempo las especies existentes, así como crear otras al momento de sufrir extinciones y por ende reponer las faltantes tanto en cantidad como en calidad.

Nuestra humanidad ha desarrollado tales instintos hasta el punto de que se empiezan a crear una serie de tabúes, prohibiciones religiosas o prescripciones sociales, esto a su vez ocasiona inmediatamente agrias polémicas y profundas y vehementes discrepancias. Este tema contiene modificaciones radicales y un análisis racional al igual de los casos como el aborto, el divorcio, la contracepción, la fertilización in vitro y la clonación humana.

El hombre en su afán de buscar un método menos doloroso físicamente y menos traumático psicológicamente ha decidido inventar alternativas transcendentes y metafísicas entre el deseo de seguir viviendo y el saber que su existencia no le durara mucho tiempo.

La medicina con sus grandes avances tecnológicos desde hace varias décadas ha sido participe de un poder que le permite, sostener de forma artificial y casi indefinida vidas que normalmente estaban valoradas para llegar a su fin. Este ha sido un gran poder, pero como todo poder tiende a llenarse de excesos y abusos indebidos en parte a simple falta de sentido común, en parte a inconfesables motivos económicos y en parte, por fin, a la jactanciosa vanagloria de un profesional, la muerte, cuando apenas está logrando superar una efímera escaramuza sin sentido y a costa de prolongar estérilmente la agonía de un paciente que debería haber recibido un mejor trato.

Ahora si llegamos al punto de reflexión, el de la eutanasia antes ya mencionada y la reciente sentencia de la Corte Constitucional, de despenalizar el “homicidio por piedad”. Que en un país tercermundista como el nuestro, tan católico, tradicionalista y pacato sugiera este tipo de decisiones jurídicas atrevidas y progresistas que nos coloca a la cabeza de la comunidad internacional, un motivo muy grande para sorprenderse.

Lo primero que nos deja ver esta decisión es una impactante confusión de términos lo cual nos lleva a filtrar tales hechos.

La eutanasia, por sus raíces griegas, hace referencia a una muerte buena, tranquila y agradable, si bien la palabra sufrió con la mala suerte de ser adoptada por la Alemania nazi para cobijar actos criminales frente a enfermos mentales, incapacitados físicos o minorías étnicas.

A nivel internacional la palabra eutanasia tiene dos significados o versiones; la pasiva y la activa, que si bien comparten una misma beneficiente intencionalidad difieren de manera significativa en la forma en que operan.

La eutanasia pasiva omite aquellos procedimientos terapéuticos, medidas invasivas, tratamientos especializados, uso de drogas experimentales o sabiendo que son capaces de alargar inútilmente por días, semanas o incluso meses una vida carente de sentido. Este significado de eutanasia confunde a muchas personas como algo que llamábamos “derecho a morir dignamente”.

La eutanasia activa es aquella en donde el paciente o con más frecuencia su “delegado” toma medidas deliberada y desembozadamente tendiente para poner fin a una vida llena de sufrimiento de cualquier índole y para cuyo alivio la medicina ha declarado impotente.

Para llevar a cabo la eutanasia en primer lugar , el paciente debe estar en estado “terminal”, certificado preferiblemente por más de un médico, y debe ser el, y solo el quien reiterada y encarecidamente quien solicite ponerle fin de manera pronta a su muy breve pero, aun así, insoportable vida.

Los argumentos más frecuentemente invocados para oponerse a la despenalización de la decisión acerca de la eutanasia son los siguientes: primero, que no somos propietarios de nuestra propia vida que solo Dios y únicamente él puede disponer de ella y segundo que la vida es un bien absoluto e inalienable.

Solamente la persona directamente afectada es la que puede decidir sobre su calidad de vida, ni los familiares, amigos, médicos tratantes, sacerdotes o magistrados pueden juzgarla por muy buenas que sean sus intenciones.

Una de las ventajas de la eutanasia es que no obliga a nadie a beneficiarse de ella al contrario, ofrece una salida para pacientes terminales que esperan encontrar en ella una muerte digna.

En el fondo, la propiamente enunciada eutanasia es una forma de “suicidio asistido” ya que su fundamento es siempre el deseo del paciente.

Para finalizar solo queda decir que queda el conocimiento llevado a la población sobre la existencia de un serio problema frente a la muerte que hay que aprender a discutir y analizar con serenidad.

La distanasia, o muerte mala, dolorosa, incomoda, esa que no deja morir a nadie que no se haya sometido a infinidad de tratamientos terapéuticos, que en muchas ocasiones agravan el dolor tanto del paciente como de sus familiares, es aquella que la ley debiera prohibir con toda firmeza.

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