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Democracia En Mexico


Enviado por   •  8 de Septiembre de 2013  •  1.467 Palabras (6 Páginas)  •  277 Visitas

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HACIA LA DEMOCRACIA CONSOCIATIVA MEXICANA

En la actualidad, existe la posibilidad institucional de que México pase de un Sistema Presidencialista a un sistema de Democracia Consociativa.

Esto es posible debido a que México es una sociedad altamente segmentada. México NO ES UN PAÍS HOMOGÉNEO en donde el sistema electoral de mayoría relativa opere en concordancia con la realidad social y política.

La conformación del sistema político mexicano, sus instituciones y su sistema de partidos deben estar determinados por la experiencia histórica propia.

El no reconocimiento de que México es un país altamente segmentado ha llevado a que en nuestra nación se hayan instaurado diseños institucionales que no son acordes con nuestra realidad social, política e histórica.

México es una sociedad con realidades empíricas que muestran la existencia de divisiones sociales políticamente relevantes (denominadas cleavages), las cuales pueden ser agrupadas en cuatro rubros fundamentales:

a) divisorias socioeconómicas (en términos de clase);

b) divisorias religiosas;

c) divisorias lingüísticas; y,

d) divisorias culturales (también étnicas).

Esta situación debe dar lugar a que existan fuerzas políticas que expresen los intereses y los puntos de vista de los diversos sectores sociales. Este modelo de organización de la sociedad determinaría una forma específica de conformación de los poderes nacionales y del Estado mismo. Por estas razones es que México debería adoptar una forma de gobierno que es conocida como Democracia de Consenso.

En una sociedad tan segmentada la democracia consensual puede operar y “salvarse” si se cumplen dos requisitos básicos:

1º. Que las diversas líneas divisorias no sean acumulativas, reforzándose recíprocamente, sino independientes, de tal manera que se encuentren en intersección.

2º. Que los principales partidos tengan implantación en todos los grupos sociales estructuralmente importantes, no limitándose a la mera representación de un grupo social.

Ambos requisitos tienen una misma implicación: al entrecortarse las líneas de conflicto, cada grupo social se ve obligado a llegar a compromisos en su seno (puesto que se trata de grupos no homogéneos internamente) y, a la vez, se encuentra con que comparte objetivos y aspiraciones con otros grupos sociales, potencialmente rivales. En tal caso, los distintos conflictos latentes no se potencian recíprocamente sino que, al contrario, tenderán a moderarse mutuamente; en lugar de un único conflicto social global omnicomprensivo, habrá una pluralidad de conflictos sociales limitados.

Diversos estudios comparativos señalan la existencia en algunos países europeos de sistemas democráticos estables en sociedades que no solamente aparecían como no consensuales, sino que además registraban la existencia de divisorias sociales acumulativas (muy frecuentemente, clase y religión, incluso en un sistema como el británico) y de partidos políticos que apelaban a (o se basaban en) grupos sociales específicos. Esta situación (que se da en países como Austria, Bélgica, Holanda, etcétera) recibe diversas denominaciones, de las que tal vez la más frecuente sea la de sociedades segmentadas.

La democracia, concebida como modo de organización política capaz de gestionar pacíficamente el conflicto social, era sólo posible si las dimensiones del conflicto eran limitadas. Ello significaba que, por debajo de las discrepancias entre las diversas opciones políticas contrapuestas, debía haber un acuerdo de fondo entre todas ellas (o, al menos, las relevantes), y entre la gran mayoría de la población, acerca de un conjunto de cuestiones fundamentales. La identidad nacional, el entramado institucional, el régimen existente o los símbolos fundamentales de la comunidad no podían estar sujetos a cambios de gobierno; la llegada de la oposición al poder no podía significar un cuestionamiento de los elementos globales de la organización política de la sociedad.

Como es evidente, ello implica la ausencia de divisiones relevantes. Si existe una profunda división social acerca de una determinada cuestión, y si los distintos sectores contrapuestos se hallan representados por partidos distintos, la simple actuación de los mecanismos de competencia electoral entre partidos tenderá a ahondar la división. En tal caso, el sistema está insuficientemente legitimado, se verá sometido a excesivas tensiones y, en último extremo, se verá abocado a la crisis.

La realidad empírica muestra la existencia de divisiones sociales políticamente relevantes (de cleavages) en los diversos sistemas democráticos: divisorias socioeconómicas (en términos de clases), religiosas, lingüísticas, étnicas u otras, que dan lugar a fuerzas políticas que expresan los intereses y los puntos de vista de los diversos sectores.

Para Lijphart, en sociedades segmentadas y con una cultura política fuertemente fragmentada (dada la existencia de bajos niveles de consenso global y de grupos sociales fuertemente cohesionados) es posible construir un sistema democrático estable, siempre que se den determinadas condiciones. Estas condiciones se refieren esencialmente a las actitudes y a las pautas de comportamiento de las élites políticas

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