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Descartes: El mecanicismo en la perspectiva del cuerpo humano


Enviado por   •  15 de Octubre de 2018  •  Apuntes  •  1.829 Palabras (8 Páginas)  •  250 Visitas

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Descartes: El mecanicismo en la perspectiva del cuerpo humano. La problemática de la distinción Cuerpo / Espíritu. ¿Es posible pensar sin cerebro?

1. “Luego, examinando con atención lo que era y viendo que podía fingir que no tenía cuerpo, y que no  había mundo, ni lugar alguno donde yo estuviera, no podía fingir por eso que yo no existiera… Conocí ahí que yo era una sustancia cuya total esencia o naturaleza es simplemente pensar y que no necesita lugar alguno y no depende de cosa material alguna para existir. De suerte que ese yo, es decir, el alma por la cual soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo… y aunque él no existiera, ella no dejaría de ser todo lo que es” (AT VI 33; CSM I 127)

2. “Trataré de dar completa cuenta de la máquina corporal entera, de tal forma que no haya razón alguna para creer que es nuestra alma la que produce, en esta, los movimientos que, por experiencia, sabemos que no están controlados por nuestra voluntad, de la misma forma en que no tenemos razón para pensar que hay un alma en el reloj que lo hace dar la hora” (AT XI 226; CSM I 315)

3. “Cuando la gente se cae y estira las manos para proteger su cabeza, no es la razón la que les instruye para hacerlo simplemente es  que la visión de la caída inminente llega al cerebro y envía espíritus animales a los nervios en la forma necesaria para producir este movimiento, aún sin ninguna volición mental, tal como se produciría en una máquina” (AT VII 230; CSM II 161)

4. “Esto [cómo se mueven los espíritus animales desde el cerebro hacia los músculos para poner las partes del cuerpo en movimiento] no extrañará a quienes saben que la habilidad del hombre le permite construir con muy pocas piezas una diversidad de autómatas o máquinas que se mueven, en comparación, con la gran cantidad de huesos, músculos, nervios, arterias, venas y todas las otras partes que están en el cuerpo de un animal. Ellos considerarán este cuerpo como una máquina que, siendo construida con las manos de Dios, está incomparablemente mejor ordenada que cualquier máquina hecha por el hombre y que contiene movimientos muchos más maravillosos que los que cualquier máquina” (AT VI 56; CSM I 139)

5. “Si algunas de tales máquinas tuvieran parecido con nuestros cuerpos e imitaran nuestras acciones tanto como fuera posible para propósitos prácticos, aún tendríamos dos medios muy seguros para reconocer que no serían verdaderos hombres. El primero de ellos es que jamás podrían usar palabras ni unir otros signos como lo hacemos nosotros para manifestar a los demás nuestros pensamientos, pues se puede concebir que una máquina esté construida de tal modo que profiera palabras e incluso que profiera algunas que correspondan a acciones corpóreas que causen algún cambio en sus órganos (por ejemplo, si ud la toca en algún sitio ésta le preguntaré que quiere de ella, si la toca en otro, le gritará que le hace daño y así por el estilo). Pero no es concebible que tal maquina produzca diferentes combinaciones de palabras, como para dar una respuesta apropiadamente significativa ante todo lo que se diga en su presencia, como pueden hacer hasta los hombres más tontos. El segundo es que, aunque estas maquinas hicieran algunas cosas tan bien como nosotros las hacemos o tal vez aún mejor, inevitablemente fallarían en otras, lo que revelaría que no actúan por conocimiento, sino sólo por la disposición de sus órganos; pues, mientras que la razón es un instrumento universal, que puede servir en toda clase de situaciones, estos órganos tienen necesidad de alguna disposición especial para cada acción en particular, de donde resulta que, para todo propósito práctico, es imposible que una máquina tenga suficientes órganos diferentes que le permitan actuar en todas las contingencias de la vida, del mismo modo como nuestra razón nos hace actuar” (AT VI 56; CSM I 140)

6. “Yo sé que todo lo que puedo comprender clara y distintamente es susceptible de haber sido creado por Dios de forma tal que corresponda con mi comprensión de ello. Por tanto, el hecho de que pueda comprender clara y distintamente una cosa separada de  otra es suficiente para que esté seguro de que las dos cosas son distintas, ya que son susceptibles de ser separadas, al menos por Dios. Así, simplemente por saber que yo existo y viendo al mismo tiempo que absolutamente nada más pertenece a mi naturaleza o esencia, excepto que soy una cosa pensante, puedo inferir que mi esencia consiste únicamente en el hecho que soy una cosa pensante… Yo tengo una idea clara y distinta de mí mismo, en tanto soy simplemente una cosa pensante, no extensa; por otro lado, tengo una idea distinta de cuerpo, en tanto simplemente una cosa extensa, no pensante. Por ende, es cierto que yo soy distinto de mi cuerpo y puedo existir sin él” ( AT VII 78; CSM II 54)

7. “Hay una gran diferencia entre la mente y el cuerpo, en tanto que el cuerpo es por naturaleza propia divisible, mientras que la mente es completamente indivisible, pues cuando yo considero la mente o a mí mismo, en tanto soy una cosa pensante, soy incapaz de distinguir parte alguna de mí mismo, me comprendo como algo totalmente único y completo. Aunque toda la mente parece unida al cuerpo entero, yo reconozco que si un pie, un brazo o cualquier otra parte se separa del cuerpo, la mente no pierde nada” (AT VII 86; CSM II 59)

8.“Pensamiento y extensión pueden considerarse como constituyentes de la naturaleza de la sustancia inteligente y la sustancia corpórea, y luego deben considerarse como nada más que sustancia pensante y sustancia extensa en sí mismas – esto es como mente y cuerpo” (Principios de Filosofía I,63: AT VIII 31; CSM I 125)

9. Carta de Elisabeth de Bohemia a Descartes

[La Haya] 16 de mayo de [1643]

Señor Descartes,

Supe con mucha alegría y mucha pena a la vez la intención que V. tuvo de verme hace algunos días; conmovida por su caridad de querer comunicarse con una persona ignorante y difícil de instruir, lo estoy igualmente por la mala suerte  que me privó de una conversación tan provechosa. El señor Pollot acrecentó mucho  esta pena al repetirme las soluciones que V. le dio acerca de las oscuridades contenidas en la Física del señor Regius. V. mismo me hubiera instruido mejor sobre ello, así como acerca de una cuestión que propuse a dicho profesor cuando vino a esta y para cuya explicación, me dijo, debía dirigirme a V. La vergüenza de mostrar a V, un estilo tan desarreglado me impidió hasta la fecha pedirle este favor por carta. Pero hoy, el señor Pollot me dio tanta seguridad en su bondad para cada uno y, particularmente, para mí, que rechacé toda consideración de mi espíritu, salvo la de valerme de ella. Por lo tanto le ruego decirme cómo el alma del hombre puede determinar los espíritus del cuerpo para que se hagan las acciones voluntarias (ya que ella no e s más que una sustancia pensante) Pues, parece que toda determinación de movimiento se hace por el impulso de la cosa movida, y la manera cómo sea empujada por la cosa que la mueve, o bien depende de la cualidad o de la figura de la superficie de esta última. Se requiere contacto en las dos primeras condiciones; y extensión, en la tercera. V. excluye enteramente ésta de la noción de alma, y aquel me parece incompatible con una cosa material. Por eso, le pido una definición del alma más particular que la quedó en su metafísica, es decir una definición de la sustancia de ella, separada de su acción: el pensamiento. Pues, aún suponiéndolos en el mismo grado que los atributos de Dios, inseparables, (lo cual, sin embargo es difícil de probar en el vientre de la madre y en los grandes desmayos), podemos considerándolas aparte, adquirir de ellas una idea más perfecta.

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