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EL ABORTO Y LA SOCIEDAD


Enviado por   •  23 de Junio de 2013  •  4.640 Palabras (19 Páginas)  •  470 Visitas

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EL ABORTO Y LA SOCIEDAD

Introduccion

Para muchas personas, tener hijos es un accidente fortuito, resultado del encuentro casual de un espermatozoide y un óvulo; entre sábanas de seda o en un jergón raído, en noches de fiesta o bajo la amenaza de un bombardeo, el amor, el deseo, la costumbre o simplemente la vida tienen exigencias inevitables. Para otros, los hijos deben ser concebidos en el momento más oportuno; cuando se creen maduros para asumir nuevas responsabilidades; cuando el nivel económico y social permite enfrentar nuevos gastos sin grandes sacrificios; o cuando se ha logrado la estabilidad física, intelectual y emocional, y se puede dedicar todo el empeño a la formación y educación de un nuevo ser, un hijo puede ser una bendición o un castigo, según haya sido concebido. Para los que durante años desesperaron por conseguirlo es un regalo del destino o de Dios, pero quien enfrenta una vida de penas y privaciones podrá dudar entre el infanticidio o el abandono.

La práctica del aborto era ya conocida muchos siglos antes de nuestra era. En los pueblos primitivos, de patriarcado absoluto, el jefe de la familia podía vender e incluso matar a sus hijos, aún antes de nacer. En esas circunstancias, el aborto no tenía carácter punible. Se pensaba que el feto pertenecía al cuerpo femenino, a sus entrañas; y dado que la mujer tenía un estado de minoridad, el padre o el jefe de la familia ejercía absolutos derechos sobre el fruto de la concepción. .

El cristianismo se instaló con una apreciación rigurosa en este sentido . Doscientos años después de Cristo, se promulgaron medidas rigurosas contra la mujer sujeta a esta acción, incluyendo la pena de muerte, castigos corporales y el exilio. Este criterio se basaba en que la mujer no tenía derecho a arrebatarle al marido su descendencia, la esperanza de la posterioridad

En Cuba, la ley más antigua sobre el aborto es el código penal de 1870 que señalaba que el aborto, intencionalmente provocado, pero amparado por una causa establecida legalmente, sería considerado lícito (para salvar la vida de la madre o para evitar grave daño en su salud, violación, rapto, evitar la trasmisión de una enfermedad hereditaria).

Durante los primeros años después de 1959, no se realizaban abortos debido principalmente al éxodo de médicos especializados, y a que aumentó de forma vertiginosa el número de embarazos que exigían al máximo las capacidades médicas existentes. Además, no se tenía un concepto claro de la necesidad y la importancia de la planificación familiar como derecho individual de la población.

Como consecuencia, se observó que la cifra de mortalidad materna por aborto ilegal y debido a maniobras autoinfringidas aumentaban considerablemente, al mismo tiempo que bajaban las demás causas de mortalidad. Hubo que tomar medidas efectivas para garantizar que la mujer hiciera uso del derecho humano elemental de decidir sobre el número de hijos que deseaba tener. Se decidió crear en 1965 las condiciones necesarias de institucionalización del aborto por el Sistema Nacional de Salud.

Es importante considerar que el principal objetivo de nuestro actuar como profesionales de la salud no es el de limitar el acceso al aborto, prohibirlo o ejercer presión sobre la mujer que lo solicite, pues el derecho tiene que respetarse, es inviolable. Nuestra obligación es disminuir la incidencia de este mediante la implantación de medidas educativas coordinadas y combinadas con la accesibilidad a una amplia gama de métodos anticonceptivos para toda la población. La situación actual constituye un reto para nuestro Sistema Nacional de Salud.

OBJETIVOS GENERALES

Reseñar el manejo ético en la práctica del aborto

Específicos:

Valorar los aspectos históricos y sociales del aborto y su evolución hasta la actualidad.

• Contribuir al derecho libre y responsable de la mujer ante la decisión de un aborto.

DESARROLLO

El aborto, o sea, la expulsión del producto de la concepción cuando todavía no es capaz de sobrevivir fuera del seno materno, es tan antiguo como la propia humanidad, y ha sido permanente objeto de estudio desde diferentes puntos de vista.

Estudios estadísticos realizados han reflejado que, de cada 10 embarazos, 1 se pierde bajo la forma de aborto. (Aborto Espontáneo), con una morbilidad muy baja y una mortalidad prácticamente nula. Se considera que su etiología fundamental es la malformación del nuevo ser que va a nacer, convirtiéndose de esta forma en un hecho deseable, pero lo que hace a la interrupción del embarazo tema de discusión diaria en los diferentes medios, es la posición que se asume ante el aborto terapéutico y el que se hace por petición.

A pesar de que algo se avanza para atenuar la pena por aborto, en 1588 el Papa Sixto V proclama en una de sus decisiones (Bula Effraenautum), que todos los abortos son crímenes que se castigarían con la excomunión. Esta Bula no tuvo mucha repercusión, pero en Francia se endureció de nuevo el régimen en relación con esta práctica, y Enrique II promulgó una ordenanza donde revivía la pena capital para la mujer que abortara voluntariamente.

Los objetivos esperados no fueron logrados, el Pontífice Gregorio XIV adopta nuevamente el criterio de la animación y el alma. Posteriormente, el Papa Pío IX, suprime la distinción entre el aborto en la primera fase del desarrollo del embrión y el realizado después, promulgando la excomunión automática para toda mujer que abortara voluntariamente.

Luego en 1930, Pío XI dijo que la vida de la mujer y del feto eran igualmente sagradas, que nadie tenía el poder ni la autoridad para destruirlas. Pío XII refrendó esta argumentación dándole normas a la rigidez de la iglesia frente a este asunto del niño por nacer. Pablo VI en 1968, confirmó la misma concepción, y Juan XXIII recordó que la vida humana es sagrada desde su origen.

A fines del siglo XVIII y principios del XIX se propone la exclusión del aborto como una práctica punible. Los países abanderados fueron Francia y Alemania y se reactualizó el viejo concepto de la mujer en cuanto a disponer de sí misma, negándole autonomía al feto. En general, los principios igualitarios fueron influyendo para que la sanción fuera más racional y humanitaria, y las leyes tendían a ser menos severas. Un antecedente a este relajamiento de la severidad punible frente al aborto está dado en 1602, cuando el jurista español Tomás Sánchez, en su Tratado de Moralidad Sexual y Matrimonial,

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