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EL EJERCICIO DE LA ABOGACÍA


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2012  •  976 Palabras (4 Páginas)  •  436 Visitas

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EL EJERCICIO DE LA BOGACÍA

Para comenzar, hay que hacer una breve introducción a la temática, preguntándonos ¿Quien es abogado? El cual como lo explica la lectura “El Alma De La Toga” de Ángel Ossorio , no puede ser cualquier persona, no basta solo con tener el titulo de “abogado”, ni ser amante de la ley escrita, ni basta pues, “el que dedique su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los Tribunales”, ni falta el excelentísimo Doctor en Derecho que invierte meses en aprender de memoria los libros sobre la temática e ignoran el Derecho social de nuestros días, a estas personas que denominaremos de manera sencilla como “Licenciados en Derecho”, les falta lo que los hace ser en esencia un abogado, “rectitud de conciencia”, que es mil veces mas importante que tener muchos conocimientos y tomos completos en la biblioteca.

Hay que tener pasión por la carrera, y saberla emplear de la mejor forma para el bien del cliente, al quien a nosotros confía, saber tener rapidez de asimilación de los hechos e ideas, el olvido de la conveniencia y de las condiciones personales, también llamado subjetivismo, el fomento de la paciencia para con el cliente, y el respeto sin humillación para con el Tribunal, tener cordialidad sin extremos y firmeza en el pensamiento, esto hace ser a un abogado ser conveniente, bueno, firme, prudente, actuar bajo ilustración y tener pericia cuando se necesita; sin mas, esto lo hace ser completo en su profesión , no obviando claramente el ejercicio permanente de todas estas condiciones.

En cuanto al tema que nos rompe la cabeza constantemente en el ejercicio de la profesión es ¿Qué es justicia? Y ¿Qué es lo justo?, concepto hoy muy diluido por nuestro constante peso a su contradictor la injusticia, termino si reconocido y aun mas utilizado en nuestro medio, se dice que la injusticia es hoy “ el resultado de un concierto donde pudo mas la fuerza que la equidad”, vemos injusticia todos los días desde un fallo torpe de un juez, hasta en el cliente desagradecido e insensato, frente a todas estas grandes contradicciones por las que se atraviesa a diario, la mejor receta es confiar en sí y vivir nuestra propia vida, siguiendo nuestros propios dictámenes impuestos y desatendiendo el de los demás, no confundiéndolo con soberbia o dignidad, sino obrando a conciencia y nada mas que de ella. En el caso en que vacilemos de ella es mejor no abogar. La justicia no es un fruto de estudio, sino de una sensación y la pugna entre lo legal y lo justo, es producto vivo de nuestra realidad.

La abogacía no tiene como base el ingenio, sino la rectitud de la conciencia y se debe preponderar esto ante situaciones en que se presenten dudas, y se necesite escoger la mejor decisión, como escoger entre la moralidad y el negocio, o la moralidad y la ley, ante esta situación se debe propugnar lo que creemos justo y vulnerar

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