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EL PATRIMONIO EN TIEMPO DE CRISIS

Arantza MarquezEnsayo10 de Agosto de 2022

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EL PATRIMONIO EN TIEMPO DE CRISIS

INTRODUCCION

Principalmente hablaremos del patrimonio, cuál es su lugar y su principal función en una situación de crisis. En el presente articulo habla sobre el aumento de los procesos de la patrimonialización desde las décadas finales del siglo XX hasta los problemas de la actualidad, también habla sobre sus causas y los problemas que se plantean en ese momento especifico de crisis como en la actualidad. A continuación, se verá más adelante el aborde que conlleva la crisis como un contexto de oportunidades para corregir principalmente estos problemas y como se plantean esas líneas de desarrollo que se deberían seguir para las activaciones patrimoniales, para servir un enlace social y al bienestar comunitario.

DESARROLLO

En los últimos años se vino produciendo una eclosión patrimonial que dio sitio a toda clase de activaciones según causalidades distintas, con fines y efectos igualmente diferentes. Por cierto, es un fenómeno que se viene dando a partir del principio de la llamada “nueva museología”, que tenemos la posibilidad de fechar convencionalmente en la conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura en Santiago de Chile, 1972, aunque por cierto representa una renovación continuada de las funcionalidades y maneras de presentación no únicamente de los museos sino del patrimonio en general que se remonta al menos a la obra de Rivière.

se produce un alud de quiebras económicas en cascada, un verdadero efecto dominó, en los especulativos mercados financieros, especialmente vinculadas a un desmedido afán de lucro mediante la especulación inmobiliaria más allá de cualquier límite de riesgo razonable. Las fortunas y grandes fondos de inversión y con ellos la banca sufren importantes pérdidas cuando se desmorona la pirámide y exigen a los estados en última instancia que las cubran. Con la excusa de que estaban jugando con el dinero de todos y que abandonarlos a su suerte sería catastrófico, los estados, en lugar de limitarse a garantizar los depósitos de los ciudadanos poniéndolos a buen recaudo en una 71 banca pública y dejando a los especuladores a su suerte, comprometen el dinero de todos en restituir las amenazadas fortunas y fondos de inversión, y, puesto que esto no basta aun vaciando las arcas públicas, aplican progresivamente una serie de medidas, cada vez más asfixiantes, sobre las clases populares y medias y el estado del bienestar. Ningún rico se arruina pero muchas personas humildes van al paro, pierden sus casas, a veces la esperanza y hasta sus vidas. El estado, cada vez más debilitado, reduce drásticamente sus gastos, y las partidas dedicadas a cultura, y particularmente a patrimonio, se ven muy seriamente afectadas. Se reducen subvenciones, se paralizan proyectos, tanto a nivel local como autonómico y estatal. Y esto se advierte especialmente en los países capitalistas desarrollados, el epicentro de la crisis, particularmente en aquellos donde el estado ha desarrollado siempre un papel protagonista en estos ámbitos. Indirectamente, puede afectar a otros países, por la disminución del gasto turístico de segmentos de público procedente de los países afectados, pero en los países más golpeados por la llamada crisis, como Grecia, Portugal, Italia, España o Irlanda, la inversión patrimonial se reduce, de momento, a límites que apenas garantizan el mantenimiento de las activaciones existentes. Y la situación apunta hacia un empeoramiento y, si no a una cronificación, si por lo menos a una situación de larga duración.

Conclusión

Por lo tanto, miro el patrimonio desde su vertiente más utilitarista, como recurso para vivir, recurso no sólo económico, ciertamente (por eso me he referido a la cohesión social, a la creación de identidades), pero también, y sobre todo ahora, principalmente económico. He tratado de explicar cómo vincularlo con el turismo, además de otras actividades económicas, porque el turismo parece ser un sector que, aparte de otras virtualidades específicamente relacionadas con el patrimonio, resiste mejor la crisis que otros, aunque también se resienta. Supongo que, en tiempos de malestar, esa escapada a otra vida más allá de la cotidianidad se hace más necesaria que nunca. Además, la coyuntura ha favorecido los destinos de proximidad, lo cual, teniendo en cuenta el emplazamiento de nuestro país en general, nos favorece. Es curioso, e interesante, que, frente a este golpe de estado de los mercados, como le han llamado acertadamente algunos, nadie, que yo sepa, haya planteada seriamente vender el patrimonio nacional para saldar la famosa deuda y acabar con el déficit. No serviría de nada, por supuesto, porque la centralidad de la deuda y el dogma de la reducción del déficit no son más que artificios para maniatar al sector público y permitir que el capital (los mercados) se apropie, privatice, todos aquellos servicios de los que en un próximo escenario pueda obtener rentabilidad. Hasta que esto no se consume plenamente, dudo mucho que pueda desaparecer la ortodoxia impuesta por el directorio ultraliberal, aunque alguien se ofreciera a enjuagar la deuda en su totalidad.

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