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EL VALOR DE LA VIDA, DIFERENTES POSTURAS


Enviado por   •  27 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  1.875 Palabras (8 Páginas)  •  154 Visitas

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Pero cree en la vida porque es bella
y en la gente que de ti no se separa.
Cree en la flor, el niño, las estrellas
y cree en Dios porque jamás te falla.

                                            Anónimo

Con estas sencillas líneas el autor quiere expresar el sentido filosófico de lo que es la vida, ese regalo personal  que recibimos cada día, y que acumulados esos días  llenan la existencia de cada ser humano de un sinfín de recuerdos. Es la  posibilidad de existir, si lo vemos desde el sentido meramente biológico; el desarrollo del ser, desde el punto de vista psicológico;  de trascender, de dejar huella desde el religioso o espiritual.  ¿Pero, quién entonces,  es el que le da valor a la vida? ¿Todos respondemos igual ante ello? ¿Conocemos esos valores, en qué se basan?

En este breve ensayo, analizaremos el valor que se le ha otorgado a  la vida desde las perspectivas biológicas, psicológicas y religiosas o espirituales, sin lugar a dudas un tratamiento muy diferente desde cada una de ellas, pero es inherente al ser humano tratar de explicar lo que no entiende, realizando investigaciones, haciendo suposiciones, conjeturas o  aceptando ideas preconcebidas, que no aceptan  la más mínima posibilidad de que pueda ser erróneo, como es el caso de la religión.

Estudiaremos  si hay algún punto en el que estas tres corrientes coincidan en su planteamiento o en su solución, al  mismo tiempo que proponemos un análisis introspectivo  que nos haga reflexionar sobre el valor que le damos a nuestra vida.

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 Aún sigue existiendo el debate sobre el momento en que se debe considerar la existencia de un ser humano, si desde el momento preciso de la fecundación, durante el desarrollo del embrión, o hasta que es expulsado del vientre materno, las posturas y discusiones respecto a una u otra son vastas,  a continuación analizaremos  solamente la parte sustancial de cada una, para obtener una conclusión y postura propia.

Postura Biológica:

Como todas las especies, sabemos que la humana debe reproducirse para perpetuarse, es así que hombres y mujeres cuentan con un sistema de órganos diferente, donde cada uno produce células sexuales que, al unirse formarán un nuevo individuo.

Esta postura es la más sencilla de plasmar y entender, ya que se fundamenta en el proceso natural  de la concepción de la vida, esta sucede por la unión de hombre y mujer, luego de que el semen es depositado en la vagina, los espermatozoides inician el recorrido de las trompas de Falopio, atravesando el útero.[1] 

En el apartado El  Cuerpo Humano, de la enciclopedia Educ@ndo Plus,  dice que “de los millones de espermatozoides que viajan al óvulo, sólo uno logra fecundarlo y a partir de ese momento, la membrana del óvulo se cierra, impidiendo el paso de otros espermatozoides, a este fenómeno se le conoce como fecundación”.[2]

Este encuentro, por así llamarlo, algunos motivadores lo han utilizado como una estrategia para hacer conciencia en  las personas que desde ese momento traemos  una carga genética para ser campeones, por haber sido,  entre millones de espermatozoides,  el que logró llegar primero a la meta, aun cuando este hecho  para la ciencia es más bien fortuito, el estudio de las características del nuevo individuo en formación se explica a través de la genética y la herencia.

Aprendimos en la escuela, que los seres humanos, en cada célula de nuestro cuerpo, poseemos 46 cromosomas, que éstos son muy importantes porque aportan la información genética de la persona y por lo tanto son los responsables de la herencia, esto significa que los rasgos físicos y  de nuestra personalidad están determinados por estos dos componentes que provienen obviamente de nuestros padres. De esta manera deducimos que la vida de cada individuo, en principio, tiene especial valor  para los padres ya que, en el mejor de los casos,  el nuevo ser es resultado de dos personas que decidieron unirse sexual y emocionalmente, su llegada es pues un suceso esperado, sin que necesariamente cobre más o menos valor por la carga genética que éste traiga. De ellos, los padres, aprendemos el valor de nuestra propia vida, según nos enseñan a vernos desde su perspectiva, de tal suerte que  aprendemos a través de los ojos de otros, esos seres con quienes más convivimos y de quienes abrevamos y copiamos la forma de tratarnos y la forma en que esperamos y permitimos que nos traten los que nos rodean, es decir que la forma natural o biológica nos hace tener un concepto de nuestro yo, basado en la suerte que nos tocó vivir y depende de las personas con quienes convivimos, sean éstos nuestros padres o no; sin embargo ésta no es la única forma de aprender y reconocer nuestro valor, aceptando que la parte  biológica  no se puede cambiar.

Postura Psicológica

A través de la historia, el hombre ha sido el más complejo objeto de estudio, desde los tiempos antiguos, se ha buscado conocer no solo el cómo funciona el cuerpo para mantenerse vivo, sino qué funciones  tiene el cuerpo, respecto del cerebro, la mente, la psique, así llamada por los psicoanalistas;   en este sentido, para demostrar el valor o sentido de la vida, René Descartes manifiesta una frase que ha trascendido los tiempos:  “Cogito, Ergo Sum” o  lo  que es lo mismo “pienso, luego existo”.  El  cogito,  se va a convertir en criterio de verdad: en la proposición “pienso, luego existo” no hay nada que asegure que sea verdad, excepto que se ve con claridad que para pensar es necesario existir. Por eso podemos tomar como regla general que “las cosas que concebimos más claras y más distintamente son todas verdaderas”.    (Olleta, 1996)

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