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ENSAYO A FAVOR DE LA TESIS SOBRE LA SOCIEDAD DESFORMAL


Enviado por   •  26 de Octubre de 2021  •  Ensayos  •  2.110 Palabras (9 Páginas)  •  423 Visitas

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FACULTAD DE NEGOCIOS

DIRECCIÓN ESTRATÉGICA

SECCIÓN: NV81

“ENSAYO A FAVOR DE LA TESIS SOBRE LA SOCIEDAD DESFORMAL”

PROFESORA DEL CURSO: Ana Senmache Sarmiento

                                 

TRABAJO PRESENTADO POR:

Araníbar Velásquez, Valeska

U201816813

Gallardo Meléndez, Antony Smith

U201810175

Casella Flores, José Miguel

U201811976

Moreno Martinez, Ariana Micaela

U201815638

Navarro Alejos, Ariana Marcela

U201817481

Salomón Mejía, María-Gracia

U201812357

Vildoso de la Torre, Fernando Antonio

U201811530

FECHA DE ENTREGA MÁXIMA: 14 DE SEPTIEMBRE DE 2021

UPC SAN ISIDRO, SEPTIEMBRE DE 2021

¿Informal o desformal?

Erróneamente, la sociedad peruana ha utilizado la palabra informal como un término hiperónimo, es decir, bajo esa definición se encuentran más conceptos (RAE, 2021). Por el contrario, el autor Danilo Martuccelli propone que informal se refiere únicamente al ámbito económico, mientras que para el social se emplea el término desbordamiento y para el cultural, achichamiento. Por ello, este ensayo expone que el término desformal representa en su totalidad a la sociedad peruana, puesto que engloba la informalidad económica, el desbordamiento social y el achichamiento cultural. Lo que defiende el presente trabajo es exponer las razones de la mala concepción del término y la demostración de cómo no solo se evidencia una informalidad, sino una desformalidad en los distintos ámbitos que aquejan el día a día de la sociedad peruana.

En primer lugar, la literatura sólo considera conceptos económicos dentro de la definición de informalidad.  Para esto, tal como lo explica el Banco Central de Reserva del Perú (s.f.), se define al sector informal como el conjunto de empresas, trabajadores y actividades que funcionan sin respetar los marcos legales y las normas que rigen la actividad económica nacional. En este sentido, es manifiesto que la extensión de la informalidad se limita a los actores comunes de actividades propias de una economía, o como declara el autor, Danilo Martuccelli, a lo referente al sector productivo. Más aún, De Soto (1988) llegó a la conclusión que el sector informal es aquel que por medios ilegítimos busca satisfacer sus beneficios propios de carácter legítimo. Esta definición apoya el concepto de exolegalidad mencionado por Martuccelli, puesto que relaciona la informalidad con incidir en prácticas que se encuentran fuera de lo estipulado por la ley, específicamente, en el rubro de los negocios, pues se tiene como objetivo el lucro. Asimismo, Bromley (1998), en su trabajo de interpretar la literatura del economista Hernando de Soto, clasifica la informalidad bajo cuatro pilares: tiene un carácter interdisciplinario que parte del derecho y la economía, se enfoca en conceptos generales como la economía y negocios, comprende las actividades generadoras de ingresos o ahorradoras de gastos y por último, no separa a los sectores informales de los formales, ya que afirma que debe verse como un todo. En los  cuatro campos que abarcó el autor, se puede reconocer que la informalidad guarda una estrecha relación con los temas económicos, legales y de negocios, coincidiendo con lo eludido por Durand (2013) en el trabajo de Martuccelli, puesto que existe una interconexión entre estos tres agentes respecto a la informalidad. Como se pudo demostrar, diversas fuentes académicas concuerdan al presentar el problema de la informalidad propia de una sustancia e índole económica, pues estas apuntan al incumplimiento de las leyes reguladoras de una economía de mercado; denotando la carencia de los ámbitos sociales y culturales dentro de sus definiciones.

En segundo lugar, la ejecución y desenvolvimiento de las relaciones sociales son un reflejo de que la informalidad económica no es el único problema presente en la sociedad. Según Ipsos (2020), el 79% de los peruanos desaprueba el comportamiento general de la ciudadanía, esto se debe a que más allá de cuestiones legales, se muestran indiferentes e ignorantes en algunos casos a las normas dominantes establecidas. Es debido a estas razones es que, en octubre de 1973 nació “Pepe el vivo”, una personificación de la viveza peruana, creado por la dirección general de contribuciones buscando generar una conciencia tributaria en el país. Pero, entonces ¿qué es ser “vivo”? Según el sociólogo Hernán Aliaga, es un sujeto que posee conocimiento del funcionamiento de las dinámicas de interacción social en los espacios ineficazmente regulados. Por consiguiente, la viveza es una fuente de muchos antivalores comúnmente relacionados al concepto de ser peruano, como la impuntualidad, la improvisación, el aprovechamiento, los abusos de confianza, entre otras que impiden el desarrollo de una sociedad íntegra y plena, como menciona Martuccelli (2019) en su obra la sociedad desformal: “La indiferencia práctica hacia las normas mayoritarias prima sobre la voluntad de transgresión”. Este estereotipo de “Pepe el vivo” permitió reflexionar que la base de una informalidad está en el desenvolvimiento de las relaciones sociales, ya que la predecesora de la SUNAT buscó concientizar un tema sobre evasión de impuestos tomando como reflexión el rol civil. Asimismo, esta viveza se ha considerado una virtud de manera mayoritaria, donde muestra como un ordenamiento social que, si no se es vivo, se es tonto, convirtiéndose en algunos casos una manera de sobrevivencia o una vía de escape a impases sociales colectivos que se han presentado en las últimas décadas (Martuccelli, 2019). Esta problemática se pudo ver reflejada durante el estado de emergencia a causa de la Covid-19, donde numerosos ciudadanos no cumplían con las normas por una necesidad mayor que se les presentaba, siendo en este caso la aplicación de la frase “si no me mata el covid, me mata el hambre”, al requerir de ingresos para sustentar a sus familias o, en caso de los extranjeros, para regresar a sus países. Pero a su vez, aunque se demostró ser un escape para muchas familias, también atenuó el impacto sanitario y económico que se estaba viviendo, afirmando que si para el mundo fue una situación difícil de controlar y manejar, para el Perú lo fue en mayor proporción por el desenvolvimiento de las relaciones sociales de sus ciudadanos.

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