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ESTADO Y MI COMUNIDAD

Jared PuigApuntes12 de Septiembre de 2018

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AGOSTO DE  2016

Bloque 1    ESTADO Y MI COMUNIDAD

Asignatura: ESEM  1”Entorno y proyecto de vida”.

Propósito: Al término de este bloque el estudiante será capaz de argumentar la forma cómo el Estado garantiza el bienestar de los ciudadanos en su comunidad, para valorar el impacto en la conformación de un proyecto de vida sustentable en la comunidad y de respeto y tolerancia ante la diversidad de opiniones.

Referencia bibliográfica:

CRESPO, José Antonio (2006). El Estado. México, pp. 7-9.

INSTRUCCIONES: 1) Lee el siguiente texto y subraya las ideas principales, 2) Resuelve  el andamio número 1, Y 3) Elabora un mapa de ideas donde uses palabras enlace (y, con, para, tiene, entre otras) así como el uso de líneas y elipses para encerrar las ideas o conceptos más relevantes en forma jerárquica.

ESTADO

El concepto  de Estado es clave para entender la vida y organización política de cualquier sociedad, desde las más primitivas hasta las contemporáneas. Pero no es sencillo explicar lo que esto significa. Una definición tradicional, que muy frecuentemente se enseña en las escuelas es “el Estado es la combinación del pueblo, gobierno  y territorio “, cuando en realidad esa es la definición de un Estado nacional, es decir, de países como México, Estados Unidos, Francia, Japón o India.

Sin embargo, en términos políticos la noción de Estado tiene un significado diferente. Se refiere al conjunto de  instituciones, es decir organizaciones y reglas, donde se concentra la facultad para tomar decisiones válidas para toda la comunidad.En ese sentido, no toda la población forma parte del Estado. Sólo un grupo pequeño de la sociedad, formado por los políticos, gobernadores, legisladores y jueces, conforma el Estado. Al resto de la sociedad se le ha denominado tradicionalmente como “sociedad civil”, y se diferencia del Estado.

Pero antes de profundizar en las instituciones que configuran el Estado (Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial) conviene entenderlo a partir de sus funciones, obligaciones, facultades y atribuciones, mismas que se traducen en el acto de tomar las decisiones que afecten a toda la comunidad sobre la cual ejerce su autoridad, además de procurar orden y seguridad a la misma.

El origen del Estado, de acuerdo a los clásicos de la política y en particular a Thomas Hobbes, filósofo inglés del siglo XVII, podría definirse como el acto de cesión voluntaria de cada individuo de sus derechos con la finalidad de  crear una entidad muy poderosa, capaz de obligar a cada miembro de la comunidad a apegarse a las reglas de convivencia, leyes y reglamentos, que le permitirán contar con un mínimo de seguridad personal, laboral y familiar, así como garantizar la posesión de propiedades. De no existir el Estado, se caería en lo que Hobbes llama “el Estado naturaleza”, es decir una situación en la que cada individuo es libre de hacer lo que le venga en gana pero, por lo mismo, estará expuesto a los abusos de los demás. Es una situación de “anarquía” (etimológicamente, sin poder), donde prevalece la “ley de la selva” o del más fuerte, situación que puede despojar a los más débiles de sus posesiones, libertad o vida. En esta condición cada individuo tratará de protegerse de los demás, pero como no tendrá la fuerza suficiente para ello, además de estar en una situación permanente de inseguridad, inquietud y temor, en cualquier momento podrá sucumbir al asalto de sus congéneres.

Además de ello, cualquier esfuerzo comunitario, es decir, el esfuerzo que requiere de la participación de muchos, ya que un solo individuo no puede realizarlo, se hace imposible pues no existe coordinación entre los potenciales enemigos que desconfían unos de otros y están ocupados en salvaguardar los bienes más elementales como son propiedad, alimentos, familia y existencia. Igualmente, no será posible en dichas circunstancias que la comunidad de la que hablamos pueda  tomar decisiones ante desafíos o peligros colectivos, como los desastres naturales o la invasión de otro grupo humano. Y es que, ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo, la opinión o decisión que cada uno tome por su cuenta no se traducirá en una acción conjunta. Frente al hecho de que nadie tenga poder, o capacidad de tomar decisiones obligatoriamente colectivas para el conjunto de los miembros de la comunidad, nadie podrá tomar una decisión, o al menos una que sea aceptada por todos los demás y, por lo tanto, el resultado será la parálisis, el estancamiento y la incapacidad para reaccionar adecuada y oportunamente ante los desafíos comunitarios.

Ejemplos históricos de tan lamentable situación son las guerras civiles, como la sostenida en México entre liberales y conservadores (1858 – 1861), la de secesión en Estado Unidos entre el norte y el sur (1860 – 1865) o la guerra civil española entre republicanos y  monárquicos (1936 – 1939), por mencionar sólo algunas, donde la ausencia de una autoridad común y la falta de reglas de convivencia políticas aceptables para todas las  fracciones o sectores sociales provocó que al menos dos bandos, ya que pueden ser más, se confrontaran violentamente, dejando a los individuos en el desamparo y a la merced del abuso de los demás.

Otro ejemplo de un fenómeno típicamente anárquico es una revolución suceso en donde los insurgentes destruyen el Estado en turno y se apoderan del país en cuestión, creando así un vacío de poder que provoca la confrontación de todos contra todos, situación en la que no existe orden ni respeto a la ley, donde la vida de todos y cada uno peligra y no vale gran cosa. Ejemplos de estos son la Revolución francesa de 1789, la mexicana de 1910, la china de 1911, la rusa de 1917 o la cubana de 1959. En todos estos casos durante grandes periodos de tiempo prevaleció el desorden, la parálisis, la violencia y la falta de reglas de convivencia y leyes que protegieran la propiedad o la vida misma. A tales periodos hay quienes los han denominado como “etapas de terror”, designación que toma su nombre de un periodo de la Revolución francesa pero que puede extenderse a revoluciones violentas.

Un ejemplo más cercano en el tiempo, de un caso próximo a la anarquía o a la ausencia de Estado, se dio en Irak tras la caída de Saddam Hussein como consecuencia de la invasión anglo – americana en 2003, lugar donde la situación que creó la ocupación extranjera dejó a los iraquíes a merced de sí mismos, condición que llevó a los individuos a defender con rifle en mano, tanto la integridad  personal y la de su familia, como su propiedad, debido a la inexistencia de un Estado que proporcionara la mínima protección.

Pero antes de vislumbrar cuál podría ser una solución satisfactoria ante una situación tan desastrosa, conviene preguntarse ¿por qué  el estado de total libertad individual, el “estado naturaleza” o de anarquía en términos más precisos, provoca la guerra de todos contra todos , la no cooperación, la parálisis en toma de decisiones.

La respuesta nos remonta a las características de la naturaleza humana, o al menos a la que consideran ciertos teóricos del Estado que responde a esta incógnita.

Referencia bibliográfica: Mues, Laura: El ciudadano, el estado y la democracia. Academia Mexicana de Derechos Humanos, 1997.pp. 18-19.

El Estado.

Otra función del gobierno es tomar decisiones y realizar actos políticos esencialmente bueno. Y son buenos cuando los gobernantes los realizan, no para provecho propio, sino para el bienestar material, cultural y espiritual de los gobernados. Siguiendo la analogía de Platón, el gobierno debe siempre funcionar como un capitán de barco, cuya tarea es la de conducir su navío, o sea el Estado, a echar en el puerto. El puerto debería ser, en todos los Estados, la realización del bien común.

   Solo nos resta aclarar cuáles son las diferencias entre un gobierno y un Estado. Mientras que el gobierno tiene la función de mando dentro de las normas de la constitución y de las leyes, el Estado es otra cosa. Desde la Revolución Francesa, los Estados democráticos se ha dado a sí mismos el nombre de “República”. El término República se refiere a un régimen de poder en que el interés de los gobernantes concuerda con “la cosa pública”, es decir, con los intereses de los ciudadanos, entendidos éstos como los integrantes del Estado. Si el gobierno y el Estado fueran idénticos, uno de los dos saldría sobrando: habría gobiernos sin gobernados, lo cual conduciría nuevamente al estado de naturaleza.

   Nuestra concepción del Estado implica dos cosas: que los gobernantes se hacen responsables por el bien público, y que los ciudadanos comparten la responsabilidad ante todos y cada uno de sus con ciudadanos, siguiendo los dicados de la ley. De esta manera, el Estado incluya  a los ciudadanos como personas individuales, a la sociedad civil con sus diversas instituciones.

   Ésta es la concepción del Estado que resulta de la teoría moderna. Todo Estado-a diferencia de una monarquía o una colonia- es un orden social a través del cual un pueblo está unido por un poder jurídico constitucional cuyo fin es la protección de los derechos humanos y los otros bienes que esa sociedad comparte: los bienes materiales, culturales e ideales. Y dado que en la idea del Estado moderno están incluidos los ciudadanos por su participación política y cívica, cuando un Estado en efecto va realizando el bien común, ellos se considerarán a sí mismos como elementos constitutivos de ese Estado, se identifican con él y se sienten orgullosos de él. El Estado es como un espejo en que se refleja toda la realidad, tanto la realidad objetiva, esto es, los ciudadanos con sus diversas asociaciones y actividades, como también el aparato jurídico y la constitución que en verdad rige la conducta de los gobiernos y los gobernados. Así, el Estado se como un espejo en que también está presente y se refleja el espejo mismo[1].

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