Edicion Jalisco, Jalisco

Juan M. Negrete

18 de octubre de 2014

Edicion Jalisco, Jalisco

El miércoles 8, una cantidad respetable de tapatíos salió a marchar desde la glorieta de la normal hasta la Plaza de la Liberación y gritó consignas de protesta por los horrendos acontecimientos de Iguala. Estuvo a tenor con muchas otras ciudades del país y del extranjero. Tales actos no bastan para frenar la protervia de este gobierno delincuencial. Es, eso sí, preferible a la indiferencia con que reaccionamos ante sus barbaridades. Mas no podemos alegar ignorancia.

Siempre hemos sabido que los poderes fácticos hacen por sí mismos o por interpósita persona lo que les viene en gana. El llamado gobierno no es más que su títere amanuense. Ambos a una vapulean e injurian al pueblo raso y al pueblo medio, sin que haya toma de conciencia por la masa de tan cruel sobajamiento y sumisión. De que lo sabemos, lo sabemos.

Juan Rulfo fue invitado a Caracas el 13 de marzo 1974 para conversar sobre su obra literaria ante los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela. Un asistente le preguntó sobre el dogmatismo del predominante partido en el poder, que entonces era el PRI. Rulfo le contestó puntual: “No sé si es un partido dogmático. No creo. No tiene ningún dogma. Yo creo que ni ideas tiene. Son pura y vilmente políticos y acomodaticios”. Entonces se denominaba PRI a este endriago. Ahora se denominan PAN, PRD, Verde, Panal y demás. Los nombres cambian, pero siguen siendo la misma cáfila de suplantadores y criminales, la misma pandilla de sátrapas, genocidas, etnocidas, cínicos, depravados, ladrones, atrabiliarios, arribistas, alevosos y mil etcéteras más. Ellos y sus protegidos.

Tenemos que descubrir las cuentas malas que les conozcamos para poner fin a tanta calamidad y poder ordenar la República. Exhibir nuestras lacras en su más dura crudeza. Llenarnos de valor civil, limpiar nuestras llagas, recuperar la confianza colectiva y restaurar el tejido social. Son tareas impostergables. Desde aquel aciago 2 de octubre de 1968, hasta el día de hoy, el poder se la ha vivido persiguiendo y masacrando a nuestra población, sin que nada le vaya a la mano. Con este fin, se expone enseguida un listado de masacres perpetradas en contra de nuestro pueblo. No pretende ser exhaustivo, sino ser un grano de arena en el reconocimiento de nuestra cruda realidad.

Aún tibios los cuerpos de los muchachos sacrificados en Tlatelolco en 1968, en Guadalajara realizaron los esbirros del gobierno la matanza del politécnico de la UdeG un 29 de septiembre de 1970. De esa fecha, no transcurrió el año sin que se escenificara otra masacre de estudiantes: la del Jueves de Corpus del 10 de junio de 1971, en la Ciudad de México. El número de muertos que derivó de la cacería de grupos guerrilleros levantados en armas siguiendo a Genaro Vázquez Rojas, a Lucio Cabañas y a la Liga Comunista 23 de Septiembre sigue sin precisarse, aunque se sabe que sus víctimas sumaron miles. Tales hechos enmarcaron la vida nacional en la década de los setenta.

Luego se sucedieron masacres focalizadas: 29 de febrero de 1977, acribillan a 29 indígenas en San Juan Lalana, Oaxaca; 20 de abril de 1980, mueren de la misma forma 21 agricultores en Tehuipango, Veracruz; 14 de enero de 1981, se descubren los cadáveres de 12 personas flotando en el río Tula, en Hidalgo; 21 de julio de ese mismo año, ejecutan a 26 campesinos en Tlacolula, Veracruz; el número fatídico

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