El Barco Del Santo De Pablo Antonio Cuadra

En las fiestas agostinas de la ciudad de Managua en honor a Santo Domingo de Guzmán, en las cuales asisten miles de personas para acompañar a “Minguito” durante la procesión que se vuelve un espectáculo al ver la multitud de personas que dejan de hacer sus actividades rutinarias por asistir, quemándose bajo el sol caminando, brincando, bailando y otras solamente contemplando el espectáculo; unos asisten por devoción, otros porque les divierte y otros que son atraídos e incorporados al movimiento procesional al oír que el pueblo se reúne en la tan inmensa procesión, análogamente con la expresión del autor Pablo Antonio Cuadra “como una estrella solitaria que de pronto siente la embriaguez de ser atraída y movida por el ritmo cósmico de una galaxia”.

Entonces uno se puede preguntar ¿Por qué todas esas personas se queman bajo el sol, porque disponen y disfrutan en caminar tan largo trayecto? Y es aquí en donde viene la respuesta, es porque una de las características del nicaragüense es que es procesional, es a como lo expresa el autor una “raza procesional”.

La fe del nicaragüense es procesional y lo podemos visualizar en la mayoría de las Fiestas Patronales de Nicaragua, en donde los peregrinos asisten a venerar a los santos en procesiones y realizando otras actividades en honor a sus santos (as) patronos (as), como por ejemplo: la fe de romeros, carretas, y buses bajo el polvo en honor al “Cristo de la Conquista”; la fe de miles de personas que viajan de todas partes del país para asistir a la Lavada de la Plata en el Viejo en honor a la “La Virgen de la Concepción”; fe procesional de Santo Domingo de las Sierritas... en fin procesiones.

Pero, ¿Por qué ese movimiento de la multitud, cual es la razón del ser procesional? Este movimiento multitudinario nos viene por doble vía, por la mezcla de culturas en el mestizaje (españoles e indígenas nicaragüenses) – el ancestro español peregrinando a “los santos”, moviéndose en romerías; y por el ancestro indígena, por ejemplo, las peregrinaciones Chorotegas a Masaya, a rendirle culto e implorar al dios-volcán— entonces así el nicaragüense según Pablo Antonio Cuadra “adquiere rasgos más acentuadamente transeúntes en algunas costumbres típicas”, por ejemplo; las enramadas en las fiestas religiosas en donde las imágenes se sacan de las iglesias, hospedadas en las casas de los promesantes para ser veneradas y rendirle culto, y no solo llevarlas en procesión; y los huertos fuera de las iglesias en la semana santa en donde se venden frutas.

También la política nicaragüense es procesional, que exceptuando las discusiones de los asuntos políticos y sociales, se realizan procesiones o manifestaciones políticas en donde el pueblo se moviliza para participar, porque existe dentro del nicaragüense un sentimiento y/o esperanza que lo hace movilizarse dentro de la gran multitud, multitud que es unida por ese

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