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Los Adventistas del Séptimo Día por Pablo Santo mauro


Enviado por   •  18 de Enero de 2014  •  4.979 Palabras (20 Páginas)  •  343 Visitas

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Los Adventistas del Séptimo Día

por Pablo Santo mauro

Basados en una interpretación errónea de Daniel 8:14, en la cual los 2300 días se toman como años, William Miller, un ministro bautista residente de New York, y otros de varias denominaciones en Europa y América, llegaron a la conclusión de que Jesucristo volvería a la tierra en el año 1843. Miller comenzó a enseñar esto 25 años antes, en 1818.

Cuando Jesucristo no regresó en 1843, Miller revisó sus cálculos y surgió con una nueva fecha, octubre 22 de 1844. Jesucristo tampoco vino en esa fecha. Luego de dos fracasos y cerca de cien mil personas desilusionadas, todo este episodio pasó a la historia con el nombre del "Gran Fiasco" o "Gran Chasco".

Miller reconoció su equivocación y sus seguidores se desbandaron. De este grupo de gente tres grupos distintos se unificaron para luego formar la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Miller nunca se adhirió a ella, nunca fue, en otras palabras, un adventista.

Estos tres grupos fueron:

1) El grupo liderado por Hiram Edson. Edson reinterpretó la profecía de Miller y dijo que Jesucristo, en vez de venir a la tierra, en esa fecha entró en el lugar santísimo en el templo celestial para iniciar un juicio de obras de todos aquellos que creyeron en él. Esto se conoce como el Juicio Investigador.

2) El segundo grupo era dirigido por Joseph Bates - insistían en guardar el 7mo. día o sábado como parte del paquete completo que consistía en guardar los mandamientos de Dios.

3) El tercer grupo enfatizaba el "Espíritu de Profecía" o "Testimonio de Cristo", que según ellos tenía que estar presente en la "Iglesia Remanente". Por "Iglesia Remanente" se entiende la última parte de la verdadera iglesia antes de la 2da. Venida de Cristo, basados en Apocalipsis 14:6-12; 12:17; 19:10.

Uno de los miembros de este grupo era nada más ni nada menos que Ellen Harmon, llamada más adelante Ellen G. White.

Cada uno de estos grupos trajo al movimiento una contribución diferente: el primero, la revelación acerca del santuario celestial; el segundo, el legalismo recalcitrante, o sea la adherencia a la ley; y el tercero, una profetisa que por más de medio siglo sería de una influencia extraordinaria en la Iglesia Adventista, Ellen G. White. Muchos aún la consideran como intérprete infalible de la Biblia, esa es la razón por la cual muchos adventistas leen los escritos de White más que la Biblia.

En 1850, James y Ellen White comenzaron a publicar una revista, The Review Herald, a los efectos de diseminar las doctrinas adventistas y sabatistas. Esto ayudó a muchos "milleritas" a formar una coalición distintiva que adoptó el nombre de Iglesia Adventista del Séptimo Día en 1860, y que se incorporó formalmente en 1863, con aproximadamente 3500 miembros en 125 congregaciones (Encyclopedia of American Religion, Vol. 2, p. 681).

Elena de White: Una profetisa de Dios

Los adventistas declaran oficialmente: "Como la mensajera del Señor, sus escritos son una fuente continua y autoritativa, y proveen para el bienestar, guía, instrucción y corrección de la iglesia." [The Dallas Statement].

Los escritos de Elena de White son llamados "El Espíritu de Profecía" y "El Testimonio de Jesús". Los adventistas consideran a Elena de White tan inspirada como los escritores bíblicos, i.e., sus escritos se estiman tan inspirados como la Biblia.

Refutación

La "prueba del ácido" para conocer si Elena de White fue una profetisa de Dios o de lo contrario una falsa profetisa, es Deuteronomio 18:20-22. Este pasaje, resumido en una cápsula, establece que si un profeta anuncia algo en el nombre de Jehová, y ese algo no se cumpliere, es claro indicio de que estamos frente a un falso profeta.

Elena de White afirmó a mediados del siglo 19 que Dios le mostró en visión que la antigua Jerusalén nunca más sería reconstruida ("levantada") [White, Early Writings of Ellen G. White, p.p. 74, 75]. Un siglo más tarde Israel fue constituida como nación y Jerusalén fue reconstruida. Sin duda, la señora White profetizó falsamente. ¿Profetizaban de esa manera los profetas de Dios? El espacio no nos permite mostrar todas las falsas profecías de White, pero la documentación es abundante.

Ella es la autora de los libros citados a continuación. Sus obras representan las creencias adventistas actuales. Refiriéndose a sus propios escritos ella declaró: "Los testimonios son del Espíritu de Dios o del espíritu del diablo". [Testimonies for the Church, vol. 4, p. 230].

La expiación de Cristo no ha sido completa

"La sangre de Cristo, si bien fue para absolver al pecador arrepentido de la condenación de la ley, no fue para cancelar el pecado ... estará presente en el santuario hasta la expiación final". [Patriarcs and Prophets, p. 357].

"Mientras nuestro Sumo Sacerdote está haciendo expiación por nosotros, debemos procurar ser perfectos en Cristo". [The Great Controversy, p.623].

"... en lugar de venir a la tierra al final de los 2300 días en 1844, Cristo entró entonces en el lugar santísimo del santuario celestial para realizar la fase final de la expiación preparatoria de Su venida". [The Great Controversy, p. 422].

Refutación

Las citas arriba mencionadas implican que los pecados de los cristianos aún no han sido expiados, por lo tanto la salvación de los creyentes aún está pendiente. Juan 5:24 es más que suficiente para pulverizar este concepto:

"De cierto de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida."

El griego de los manuscritos, traducido literalmente, dice que el que cree "no vendrá a juicio". Las palabras de Cristo en la cruz, "Consumado es" (griego: tetelestai), en Juan 19:30, son clara indicación de que su obra de expiación fue completa. El término griego expresa la idea de una transacción efectuada en su totalidad (ver también He. 10:26).

Tampoco es cierto que Cristo entró en el lugar santísimo en 1844. En realidad, lo hizo inmediatamente después de su ascención a los cielos (He.10:19,20). Es más, Cristo hizo posible para nosotros que podamos traer nuestras oraciones delante del trono de la gracia (He. 4:15,16). El trono de la gracia es el propiciatorio localizado en el lugar santísimo (Ex. 26:34).

Pregunta:

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