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El Grito Ignorado


Enviado por   •  4 de Julio de 2014  •  2.634 Palabras (11 Páginas)  •  1.663 Visitas

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El grito ignorado

Es la crónica sobre el asesinato del niño Dayán González, uno de los crímenes más polémicos de la historia de Venezuela, escrito y documentado por Ibéyise Pacheco, licenciada en periodismo con una técnica que fusiona impecablemente la narrativa y el periodismo de investigación.

El crimen en Venezuela es una fuente extraordinaria para escribir libros que resumen en formato novela un crimen de la vida real. En Venezuela son pocos los escritores que han tenido el interés de escribir sobre los casos más sonados del país. Ibeyice Pacheco nos vende El grito ignorado, un intento fallido de crónica sobre el famoso caso del niño Dayán González, brutalmente asesinado en Guanare, Estado Portuguesa, en Venezuela. El grito ignorado se siente como una crónica apurada sobre un crimen que necesitamos entender y es acá donde el libro se convierte en una hipótesis poco clara de los hechos los cuales se encuentran muy lejos de la verdadera realidad, mostrando así las infinitas interrogantes que existen acerca de este crimen.

El libro se divide en IV capítulos La agonía, los imputados, ¿Por qué? y finaliza con cabos sueltos.

El primer capítulo relata la historia en sí, es decir, quien era el niño, que le sucedió, las personas responsables de los hechos y también ciertas declaraciones de los más allegados. Se relata la historia desde el principio hasta el final de ese maltrato traumático e inhumano.

El segundo capítulo hace referencia a los imputados, es decir, los responsables del caso. Se relata los detalles de las personas allegadas al niño en la ciudad de Guanare, el cual en esos momentos estaba a cargo de la pareja de su madre, llamada Anney del Carmen Montilla Oropeza.

Se habla de Doris Coromoto Oropeza de Akel, tía de Anney Montilla, Valentina del Carmen Oropeza de Montilla madre de Anney Montilla, Yure Overdan Hernández Medida conocido como el enfermero que curaba al niño luego de sus maltratos y de Gellinot Rocirit Gonzalez Quevedo madre del niño.

Nadie escoge a su familia, pero se supone que esta sea la célula fundamental de la sociedad y que en ella se cimente la identidad de una persona en base al amor y la protección que se le otorga desde que es un niño, tristemente, Dayan nació en el seno de una familia disgregada y que lamentablemente fue él quien recibió la peor parte de esa cadena de maltratos que se trasmuto de generación a generación. Dayan fue solo el último eslabón en una cadena de locura, asesinatos, sexo y desenfreno y se especulado incluso sobre la posibilidad de que un rito satánico haya sido la causa de su muerte.

Esta conducta de disgregación emocional queda evidenciada en la madre del niño, Gellinot González, quien entregó su hijo al cuido de Anney Montilla, a pesar de conocer el carácter violento y agresivo de la mujer que es cinturón negro en karate y que antes de sostener una relación homosexual con Anney, fue presuntamente pareja de un sujeto llamado Francisco Javier Figueroa, presunto padre del niño, quien era un conocido delincuente que fue acusado en repetidas ocasiones en el estado Nueva Esparta por asesinato en primer grado y otros delitos en la isla de Margarita donde Gellinot vivió durante varios años.

Es lamentable que estas cosas sucedan y peor aún que queden prácticamente impunes, o mejor dicho, demasiado cabos sueltos. Manos del poder para entorpecer las averiguaciones, ineptitud o desinterés del poder judicial, juicios lentos e interminables, leyes que hacen que la impunidad reine, instituciones que no funcionan y una sociedad adormecida, ya que prefiere ser un simple observador, en vez de actuar a tiempo. En este sentido las únicas personas quienes verdaderamente mostraron preocupación y fueron diligentes fueron, Yoleidi Guerra y Nairobi Díaz maestras de Dayan González, ellas habrían denunciado situaciones irregulares con el menor, mientras estudiaba en el Centro de Educación Inicial Papagayo, en Porlamar, quienes en una oportunidad, le advirtieron a Gellinot González Quevedo, la madre del menor, que el niño tenía los dedos de la mano derecha inflamados, así como moretones en brazos y cara. Esa conversación quedó registrada en el expediente 3895-11 que reposa en la Defensoría de los Derechos de Niños y Adolescentes del municipio Mariño, en Porlamar, después de esa denuncia el niño no volvió a asistir a clases. Según las docentes se dejó constancia de que al niño le costaba hablar y que no se relacionaba con su entorno por miedo a ser castigado, a caso esto ya no era muestra de un delito contra la integridad física del niño y en donde se evidenciaba suficientes pruebas para tomar las acciones legales pertinentes, es aquí donde se pone en duda la eficiencia de nuestras instituciones.

No hay mayor tragedia que un ignorante con poder para decidir ya que teniendo las herramientas para detener una acción este no las utiliza, tal es el caso de el defensor municipal de Niños y Adolescentes de Mariño, Jairo Marcano, quien aseguró que en vista de que la mujer fue citada en tres oportunidades para que explicara la ausencia del pequeño y nunca asistió, tomó las investigaciones personalmente y se trasladó a la residencia donde ambos vivían y pudo constatar que el menor presentaba una quemadura de primer grado en la mejilla izquierda y evidentes signos de maltrato infantil, ausencia de cuidado de la madre y faltas concurrentes al derecho de la educación contra el niño. La autopsia y la valoración médico forense externa realizada a la víctima de cinco años determinó múltiples traumatismos y hematomas en el cuerpo, así como cicatrices que evidencian maltrato físico de vieja data y signos de abuso sexual, maltrato físico de vieja data que fueron observados por el funcionario antes mencionado.

En tela de juicio también quedan expuestos nuestros cuerpos de investigación ya que observándose en la autopsia signos de abuso sexual y contenido seminal en las frotis fecales tomadas en muestra para su análisis, nunca surgió el interés y la iniciativa para determinar a quién pertenecía ese semen dejando de esta forma impune a un posible violador de niños en la ciudad de Guanare, a esto se le suma muestras de cigarrillos, sangre, cabello y distintas fuentes donde se podrían sustraer muestras de ADN para comparar con posibles implicados, y la justificación fue que todas estas eran pruebas extemporaneas.

Los hechos que comenzaron como maltrato y lesiones, finalizo con un acto sexual violento, por parte de Anney Montilla contra un niño de apenas cinco años de edad, que no se podía defender y que era víctima de maltrato físico y verbal durante más de un año y que lo hacía más vulnerable a su cuidadora. Es evidente que la intención era la de causar la muerte y saciar

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