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El ciudadano contemporaneo


Enviado por   •  13 de Marzo de 2022  •  Tareas  •  8.567 Palabras (35 Páginas)  •  87 Visitas

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VIERNES 20 DE NOVIEMBRE DEL 2020

EL CIUDADANO CONTEMPORANEO

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ALUMNO: FERNANDO MEJÍA CARVALHO

MAESTRO: DENHI ROSAS ZARATE

ASESORA: CAROLINA CARREÓN MEJIA

MATERIA: ESTADO, CIUDADANIA Y DEMOCRACIA

Ciudadanía

Democracia

Formación del Estado

Papel del ciudadano

Antigüedad

Grecia

la población de las polis se organizaba en tres grupos de ciudadanos: los eupátridas, los geomoroi y los demiourgoi, así como otros grupos considerados no ciudadanos, como los doeroi y los metecos

Su Forma de Gobierno era basada en la participación de todos los ciudadanos en los asuntos públicos el respeto a la ley, a la justicia, a la igualdad y la libertad de los ciudadanos para elegir a sus gobernantes.

Los griegos en la Hélade no constituían a una identidad política unificada, estaban formados por ciudades-estados denominados “polis”

Hombres: Votaban por su gobernante, participaban en todos los asuntos públicos

Mujeres: No eran consideradas ciudadanas, eran parte de la familia del hombre de cada casa.

Niños: De ser varones se les consideraba ciudadanos hasta ser mayores de edad, de lo contrario son considerados parte de la familia del hombre de la casa.

Esclavos: Obedecían a los ciudadanos en lo que se les pidiera, eran considerados parte de la familia del hombre.

Roma      

La ciudadanía en la antigua Roma se basaba en el estatus social relacionado con la ley, la propiedad y la obtención de cargos gubernamentales.

Estos se organizaban según su riqueza y se dividían en 3 grupos sociales: patricios plebeyos y esclavos

La democracia en Roma era muy similar a la de Grecia, comenzaron estableciendo un gobierno republicano.

Para los romanos, la república era la forma de Gobierno en la cual los ciudadanos tenían y ejercían el poder para elegir a sus representantes, quienes a su vez debían gobernar en apego a los intereses de sus electores.

La república romana logro el dominio total de Italia y de una parte importante de la región circundante del Mediterráneo.

Con el propósito de asegurar el control y la administración de las regiones dominadas, éstas se agruparon en colonias romanas y latinas, municipios, ciudades aliadas y provincias.

La dirección y administración de los territorios estuvo a cargo del Gobierno republicano de Roma, el cual estaba constituido por los siguientes órganos:

Senado

Magistraturas

Comicios

Hombres: Eran quienes gozaban los derechos que se atribuían al estatus de ciudadano. Esa condición podía, en ciertas circunstancias, perderse.

Mujeres: Las mujeres que nacían libres eran no ciudadanas, no podían ocupar cargos públicos ni votar.

Niños: La mayoría de los niños romanos recibían su educación de sus padres, A los niños se les enseñaba a usar espadas, cazar, nadar y montar a caballo y se cuidaban mucho el físico debido al futuro papel que tuvieran en el imperio.

Esclavos: Existían 2 tipos de esclavos, unos trabajan para el gobierno y otros eran esclavos privados que trabajan para los patricios, eran antiguos prisioneros de guerra, concebidos patrimoniales mas que personas y no tenían ningún derecho político

Estado moderno

Parlamentarismo

En 1689, en un acto del Parlamento, se declaró la Bill of Rights, documento en que se reconocen las garantías individuales como uno de los elementos fundamentales para la gobernabilidad del país.

El reconocimiento de la existencia de derechos inalienables superiores al monarca indica un cambio en la monarquía.

Un acuerdo entre la nobleza terrateniente y la burguesía ciudadana, expresada en el Bill of Rights.

Asimismo, se prepara el ascenso de la burguesía como clase con plenos derechos y con la posibilidad de sustentar el poder.

Una muestra de este trabajo conjunto es la publicación en 1679 de la Ley de Habeas Corpus, con la cual se propuso la defensa de las libertades individuales, mismas que conducirán a la formación en el siglo XVIII del concepto de ciudadano con plenos derechos.

La restauración del Parlamento también propició la formación de dos tendencias que se expresarían posteriormente en dos partidos políticos: Tory y Whig

El concepto y la participación política de los ciudadanos, cambiaban, conforme se modificaba el Estado.

En el mundo feudal no existían ciudadanos, es decir, individuos con capacidad política para intervenir en los asuntos de Gobierno. Se integraban solamente como súbditos, siervos, es decir, trabajadores con pocos derechos y dependientes totalmente de la voluntad del señor feudal

El nuevo ejército parlamentario implicaba un cuerpo armado moderno frente a uno de tipo señorial.

 

Ante un cuerpo armado fortalecido, se dieron luchas internas entre los distintos grupos que componían al Parlamento, y también la tropa enarboló reivindicaciones económicas y mejoras de vida para las clases populares.

 

Entre ellas, se encontraban las que le daban mayor participación política y una tolerancia religiosa.

 

Las acciones militares de Carlos I fueron desastrosas.

Derrotado, se le abrió un juicio por traición y su sentencia fue más política que jurídica.

Entre ellas, podemos mencionar las ideas de participación y de limitar los poderes del rey mediante una votación.

Estas medidas fueron la base de una nueva forma de entender al poder político. 

Carlos I fue ejecutado el 29 de Enero de 1649. Este año encontramos un Estado sin rey, profundamente dividido, no sólo entre los partidarios de éste y los del Parlamento, sino también entre distintos puntos de vista que, a pesar de estar en un contexto religioso, implicaban posiciones políticas.

En esta situación, el Parlamento contaba con un cierto nivel de legitimidad, pues una de sus cámaras tenía representantes de las comunidades.

Esta representación era una forma proto-democrática, es decir, previa a una democracia representativa de toda una comunidad política y, por lo tanto, se convirtió en un poder de facto, es decir, de hecho, aunque no con plenos derechos.

Este poder no podía mostrarse débil o dividido; de lo contrario, se perdía la legitimidad mínima de la que gozaba.

Así, nos encontramos con una paradoja en la Revolución inglesa: una vez derrocado el poder real, y vencida la opción del absolutismo, el poder vencedor debía transformarse y nombrar a un nuevo jefe de Estado con plenos poderes.

El pueblo no toma decisiones en los asuntos públicos. Por lo tanto, la democracia, como la conocemos ahora, no existe y las condiciones para que se dé están lejos de consolidarse, pues los parlamentaristas toman siempre las decisiones políticas y económicas del caso y el poder sigue en manos de unos cuantos, la oligarquía y jamás se busca que éste recaiga o emane del pueblo. 

En esta época, la monarquía estaba en manos de grandes familias y apoyada en una gran estructura donde sobresalían los siguientes rasgos:

La elaboración de un derecho común derivado de los antiguos sajones.

La prestación de servicios militares por parte de los campesinos libres a las órdenes del monarca.

El primitivo consejo del Rey, formado por familias ricas, dignatarios temporales y espirituales, el cual fue el núcleo del gobierno representativo.

El proceso de formación del estado moderno se desarrolla de manera temprana en Inglaterra a partir de las formas constitucionales expresadas en la Carta Magna y el Parlamento.

Fue Eduardo I, que gobernó entre 1272 y 1307, quien retomó el Poder Real y dio forma al Parlamento a partir del Consejo Feudal.

En este Parlamento tenían representación los Nobles, la Iglesia, los Condados y las Ciudades.

Un siglo después, ese Parlamento se dividió en dos cámaras: la de los Lores y la de los Comunes.

La Cámara Alta o de los Lores, era designada por el Rey.

La Cámara Baja o de los Comunes, era electa por sufragio de los propietarios de condados y ciudades que pagaban impuestos.  

En ambos casos representaba a la nobleza, ya fuera señorial o territorial.

El eslabón entre el mundo feudal y el mundo moderno lo encontramos en la Corte, de donde surgieron los principales funcionarios a partir del siglo XVI. Y esta, la Corte sirvió para domesticar a la aristocracia, pero también funcionó como baluarte de ésta para forzar y pactar con el poder real. Era el espacio de la vida del rey, ya que no existía diferencia entre lo público y lo privado, y era a su vez el centro de Gobierno.

Niveladores (miembros del comercio y el artesanado, es decir, Integrantes de la pequeña burguesía):

Defendían la propiedad privada.

Pedían sufragio universal, abolición de la censura y reformas económicas y sociales a favor de los pobres.

Se oponían a los privilegios de cualquier tipo.

Criticaron el poder de los generales y crearon los consejos de soldados.

Elaboraron sus demandas en el Acuerdo del pueblo, una autentica manifestación constitucional objetada por Cromwell.

En 1628, ante la tensa situación, el Rey pidió a un Parlamento que le era adverso la autorización de préstamos para una nueva guerra contra Francia.

Este evento permitió que sir Edgar Coke presentara a nombre de la Cámara de los Comunes una Petición de Derechos, la cual explicitaba los derechos de los súbditos, que son los siguientes:

Ningún hombre estará obligado a hacer o ceder ningún don, préstamo, benevolencia, impuesto o carga análoga sin el consentimiento común por la Ley del Parlamento, es decir, el Rey no puede crear impuestos sin el consentimiento del Parlamento.

No podrán realizarse encarcelamientos arbitrarios, es decir, a ningún hombre se le podrá retener en prisión sin mostrar causa debida.

Ningún súbdito estará obligado a acantonar soldados en su casa.

Deberán abolirse las comisiones para actuar por ley marcial, es decir, no podrá aplicarse la ley marcial a los civiles.

Burgueses: Era la única clase con plenos derechos y con gran posibilidad para sustentar el poder; eran quienes tenían posesiones territoriales y comerciales.

Absolutismo

Enviaban órdenes de aprehensión y daban salva conductos.

Mantenía una policía secreta que le daba cuenta de todo lo que quería y necesitaba saber.

A partir de 1673, se crearon juntas corporativas que supervisaban la calidad de la producción.

Además, se propuso y concretó la idea de crear manufacturas privilegiadas con el objetivo de producir mercancías de gran calidad.

Mantuvieron dicha categoría hasta que se consolidó su producción.

El establecimiento más famoso de manufacturas reales fue la fábrica de tapices de propiedad real, cuya calidad artística ha trascendido.

El otro aspecto era fomentar el comercio, sobre todo el de exportación, y mejorar las condiciones internas del comercio y la circulación de mercancías por el reino.

Lo más lógico era formar una unión aduanera, pero esto no era posible debido a los peajes municipales.

Todo ello obligaba a mejorar los transportes, carreteras y los puertos del noreste por donde salían las mercancías hacia América y el Oriente.

Lo que tuvo mayor éxito fue el fomento de la construcción naval, ya que se otorgaron subvenciones y privilegios a los armadores, al tiempo que se limitó la presencia de barcos extranjeros en los puertos franceses.

Para que Luis XIV pudiera ser el absolutista por antonomasia, antes de él tuvieron que gobernar dos reyes: su abuelo, Enrique IV, y su padre, Luis XIII, quienes sentaron las bases de este tipo de Gobierno.

Ellos fueron los reyes que lograron formalizar la concentración del poder político.

Las cortes hacían lo que el rey quería.

Muy pronto, el joven rey se percataría de lo importante que era mantener a la nobleza ocupada en buscar un momento con él, usar su tiempo y esfuerzo en encontrar una mirada con su aprobación, y buscar complacerlo hasta en el más mínimo detalle.

Aprovechando que la atención de la nobleza giraba solamente alrededor de la Corte y su persona, Luis XIV y Mazarino se ocuparon de las cuestiones de Estado, sin que nadie más interviniera.

Enfrentaron una serie de rebeliones de gran importancia, conocidas como fronda, donde se unieron temporalmente la nobleza y la burguesía contra las medidas absolutistas del monarca.

Sin embargo, gracias al genio de ambos, y a la pobre unión y desorganización de sus adversarios, Mazarino logró controlar los levantamientos.

La fronda parlamentaria fue el primero de ellos, y se llevó a cabo durante la minoría de edad del rey, como oposición a las onerosas contribuciones que se habían impuesto.

Se organizó un levantamiento popular que obligó a la Corte, incluido el rey, a salir de París en 1648.

Se levantaron barricadas y gracias al apoyo del ejército del Gran Conde, se controló la insurrección y la Corte regresó a Paris.

Sin embargo, la rebelión dominada por los nobles que exigían la salida de Mazarino y deseaban controlar el poder absoluto del rey continuó en baja escala hasta 1649-1652, cuando fue subiendo de tono. Nuevamente, la Corte tuvo que huir de París; la insurrección terminó con el regreso del rey y su Corte a París en 1652, y la de Mazarino al año siguiente.

En 1668, al prevalecer diferencias entre la monarquía francesa y la curia romana por la regalía, se consiguió que los principales dirigentes del jansenismo firmaran un documento que, dada su ambigüedad, permitió mantener la calma entre las partes.

Sin embargo, una década después se prohibió a Port-Royal admitir nuevas novicias, y las líderes del convento fueron exiliadas.

El pequeño ya era rey a los 5 años, por lo que la reina madre fue su regente; con la ayuda y dirección de Giulio Mazarino, un religioso de origen italiano gobernó hasta su mayoría de edad. Al ascender al trono, todo indicaba que Luis XIV seguiría los pasos de su padre, pero Mazarino enfrentó muchos problemas en la política interna debido a la actitud reacia de la nobleza al saberse relegada del poder, así como al ascenso de la burguesía a puestos de poder local, con lo que lentamente controlaba tanto la producción regional como el comercio nacional.

Establecía o quitaba impuesto.

Supervisaba la calidad de los productos que se elaboraban en el reino.

Decidía el cierre de las fronteras comerciales a importaciones.

Concentraba los metales preciosos y desidia su destino

Luis XIII vivió una vida licenciosa, pero con el acierto de haber mantenido en su cargo a Richelieu; con él, logró fortalecer la monarquía absolutista que había heredado. Versalles se transformó en palacio bajo su reinado; éste había sido sólo un coto de caza que se convirtió en el centro de la vida palaciega de la Corte.

El absolutismo de Luis XIV exigía gobernar con una sola fe, por lo que su primera misión fue alcanzar el dominio de la Iglesia nacional y los asuntos religiosos. El rey era apoyado por las doctrinas galicanas -episcopalistas y parlamentarias- que desde tiempo atrás deseaban limitar la injerencia papal en los asuntos religiosos franceses. A partir de 1516, el nombramiento de los principales cargos eclesiásticos, especialmente los obispos, comenzó a corresponder al rey, quien después del papa, concedía la investidura espiritual, conocida como derecho de regalía.

La segunda misión del rey fue atacar al jansenismo, entendido como una “sensibilidad” católica que ratificaba el poder total de la gracia divina en la salvación de los hombres, y para alcanzarla, había que afirmar y reafirmar la fidelidad a Dios y luchar por la perfección. Estos planteamientos acercaban a los jansenistas a los principios del calvinismo. Los jansenistas habían echado raíces en el monasterio de Port-Royal des Champs, al sur de París. Muchos teólogos y clérigos franceses lo habían adoptado, por lo que la monarquía lo consideraba peligroso.

La tercera misión en el aspecto religioso fue la persecución de los protestantes, un proceso que culminaría con la revocación del Edicto de Nantes.

Enfrentaron una serie de rebeliones de gran importancia, conocidas como fronda, donde se unieron temporalmente la nobleza y la burguesía contra las medidas absolutistas del monarca.

La fronda represento la decadencia de la nobleza que era ya incapaz de organizarse. Sin embargo, gracias al genio de ambos, y a la pobre unión y desorganización de sus adversarios, Mazarino logró controlar los levantamientos.

Estado-nación

Independ encia Estados Unidos

La estratificación social no estaba tan rígidamente definida ni era tan inflexible, si bien es verdad que los esclavos y los nativos fueron excluidos de sus libertades y derechos, la posición social dependía principalmente de la fortuna atesorada en América.

De esta manera se formaron los grandes comerciantes, dueños de plantaciones, profesionales prósperos, granjeros, artesanos y arrendatarios, entre otros.

Las dificultades que se manifestaron al terminar la guerra de Independencia; deudas, devaluación, relaciones comerciales y políticas arancelarias heterogéneas, disputas interestatales, problemas de definición de fronteras, reclamaciones territoriales y otras; pusieron en evidencia la necesidad de un gobierno nacional con mayores facultades, por lo que algunos líderes políticos como James Madison, George Washington, Alexander Hamilton y otros más se sumaron a la tarea de realizar una convención en Filadelfia, en 1787.

En ésta, se procedería a la redacción de una constitución política, mediante la cual se sentaron las bases del Gobierno de los Estados Unidos de América, tal como hasta ahora la conocemos, y de donde surgió el principio fundamental del sistema jurídico de esa nación: el de la supremacía constitucional, pues a ella quedaron supeditadas las acciones del Gobierno y de los ciudadanos.

La decisión de los trece estados, hasta entonces confederados, de darse una constitución escrita común respondía a su tradicional política colonial, cuyos rasgos vale la pena considerar para comprender mejor la construcción política de la nación estadounidense.

Los hechos que marcaron el paso de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea han sido agrupados bajo la denominación de revoluciones liberales-burguesas, que se desarrollaron con mayor fuerza entre 1770 y 1848.

Estos procesos históricos consolidaron el papel del ciudadano en el Estado Nación.

Ante las nuevas circunstancias, los habitantes del país recién surgido continuaron con las acciones para organizar su gobierno, a pesar de varios factores: el resquemor de los radicales que defendían la autonomía jurídica y económica de las ex colonias (federalistas) en oposición a quienes se inclinaban por la centralización del gobierno (republicanos); las naturales dificultades en que se encontraban en ese momento a causa de la lucha armada; la cuestión de la frontera y la expansión hacia el oeste, y la división entre los revolucionarios radicales y quienes se habían mantenido a favor del Gobierno colonial —tories o realistas—, que pronto serían expulsados del país o aislados de la vida política.

mediante los que los representantes de las colonias habían decidido establecer una especie de alianza para la defensa común. Cada estado mantenía su propio gobierno —reflejo de su tradición política colonial— y anualmente enviaría un delegado al Congreso. 

Las dificultades que se manifestaron al terminar la guerra de Independencia —deudas, devaluación, relaciones comerciales y políticas arancelarias heterogéneas, disputas interestatales, problemas de definición de fronteras, reclamaciones territoriales y otras— pusieron en evidencia la necesidad de un gobierno nacional con mayores facultades, por lo que algunos líderes políticos como James Madison, George Washington, Alexander Hamilton y otros más se sumaron a la tarea de realizar una convención en Filadelfia, en 1787. En ésta, se procedería a la redacción de una constitución política, mediante la cual se sentaron las bases del Gobierno de los Estados Unidos de América.

Tras amplias discusiones, dedicadas a aspectos como la representación equitativa, la autonomía política y administrativa de los estados, la soberanía popular, la división de poderes, el comercio, los aranceles, la esclavitud y otros más, los delegados de la convención enviaron el texto de su proyecto al Congreso de la Confederación, que fue aprobado en septiembre de 1787 y enviado a cada estado para su ratificación mediante convenciones electas para tal fin.

tal como hasta ahora la conocemos, y de donde surgió el principio fundamental del sistema jurídico de esa nación: el de la supremacía constitucional, pues a ella quedaron supeditadas las acciones del Gobierno y de los ciudadanos.

La decisión de los trece estados, hasta entonces confederados, de darse una constitución escrita común respondía a su tradicional política colonial, cuyos rasgos vale la pena considerar para comprender mejor la construcción política de la nación estadounidense:

  • Cada colonia se organizaba sobre la base de asambleas políticas. Sus miembros auxiliaban a un gobernador representante de la Corona y eran electos por quienes tenían bienes raíces (Cámara Baja) y por el rey o el gobernador de la colonia (Cámara Alta).
  • Los gobernadores tenían el derecho de vetar a las asambleas, pero comúnmente se abstenían de hacerlo porque los asambleístas controlaban su sueldo y les asignaban recursos financieros.
  • Aunque los poderes de los cuerpos legislativos no estuvieron claramente definidos, por lo general tenían autoridad para controlar los asuntos locales y establecer impuestos.
  • Los colonos desarrollaron un sistema de tribunales similares al del sistema británico y disfrutaron de los derechos legales de los súbditos como lo ordenaba el derecho consuetudinario inglés.
  • Las colonias contaban con una ley fundamental (frame of government) que definía las autoridades y sus atribuciones. Esto contribuyó a que en el momento de enfrentarse a la Corona, considerasen necesario una constitución escrita. Antes de 1787, todas las antiguas colonias ya se habían otorgado constituciones a veces precedidas por una declaración de derechos y siguiendo el modelo de régimen parlamentario británico.

En el desarrollo histórico de la formación de los Estados Unidos de América han intervenido distintos grupos étnicos y raciales; sin embargo, el fundamento de su civilización es de raíz predominantemente inglesa, ya que fueron nativos de Inglaterra quienes establecieron, hacia la segunda mitad del siglo XVI, gran parte de las instituciones políticas, económicas, sociales y religiosas.

El afán conquistador de Inglaterra se justificaba con los principios religiosos del protestantismo que había adoptado la Corona.

Dicha nación no cesó de argumentar pruebas que supuestamente confirmaban que Dios era protestante e Inglaterra el pueblo elegido.

De ahí al racismo no hubo más que un paso.

No sólo por sus convicciones religiosas, sino también por creer que pertenecían a una raza pura, defendieron el derecho a conquistar el Nuevo Mundo. 

El proceso revolucionario que se gestó en América del Norte (en el litoral del océano Atlántico) hacia la segunda mitad del siglo XVIII fue encabezado por los habitantes de las trece colonias inglesas, como respuesta a las medidas políticas y económicas que impuso Jorge III, Rey de Inglaterra.

Tras diversas acciones de rechazo, los colonos; dirigidos por personajes como Thomas Jefferson, George Washington, Benjamin Franklin y otros; decidieron declarar su Independencia el 4 de julio de 1776 y así constituirse como el primer país libre del continente americano: los Estados Unidos de América.

La independencia en América fue una extensión de la que se dio en Europa, como resultado de la rivalidad económica entre Francia e Inglaterra y por la definición de los límites de sus posesiones coloniales al norte del continente americano.

En lo que toca a la formación del estado con la independencia de las trece colonias en Norte América, los colonos emplearon al Liberalismo como su ideario político. Se inspiraron en el ideario de la Ilustración para organizar su Gobierno, hecho que se proyecta en su Constitución política, al reconocer el derecho del pueblo a elegir a su Gobierno o a modificarlo, la representación de dicho pueblo a través del Congreso, la división de poderes, la igualdad jurídica, la tolerancia religiosa, y otras libertades más.

Mujer

Ellas eran consideradas ciudadanas, sin embargo tenían más obligaciones.

La Constitución Estadounidense no les otorgo el derecho para votar.

Estas tenían un papel importante, cuidaban negocios familiares, hacían uniformes, servían a los soldados y en la Segunda Guerra Mundial, participaron y tuvieron un papel muy importante.

En marzo de 1776, en cartas enviadas a John Adams, su esposa Abigail Adams, antes de consumar la independencia, le pedía que recordara a las damas dentro de la lucha por la libertad, aunque a pesar de ello, aún conocemos muy poco sobre esas mujeres y sus luchas.

Ilustrado

En los ilustrados hubieron ilustrados locales y británicos.

De hecho, la mayor parte de los llamados "padres fundadores" pueden considerarse a la vez políticos e intelectuales de tendencia ilustrada, que políticamente defendieron el concepto de contrato social, los derechos civiles y políticos y la tolerancia religiosa.

También la influencia de las ideas de la Ilustración, a las cuales recurrieron para argumentar y justificar su defensa en contra de las disposiciones del Gobierno inglés.

Es característico de la ilustración estadounidense la conciliación entre razón y fe mediante una sensibilidad deísta, que rechazaba los dogmas y el misticismo y exigía una completa separación entre las iglesias y el Estado.

El movimiento cultural de la Ilustración se difundió con rapidez desde Francia hasta las Trece Colonias de América del Norte, donde encontró unas élites suficientemente formadas, una opinión pública especialmente favorable. Esta situación detonó la influencia en Norte América las ideas ilustradas, situación que favoreció el movimiento político y militar de emancipación de los colonos norteamericanos de los de los ingleses. La revolución social norteamericana detonó en una emancipación armada que hizo posible la independencia de las trece colonias estadounidenses.

Esclavo Hubo un alto sistema de esclavitud y la situación marginal de los indios.

A los esclavos los forzaban a trabajar principalmente en las actividades agrícolas, pero no era un trato justo, aunque el esclavo a veces podía llegar a ser mozos o mayordomos.

Paradójicamente, los primeros negros introducidos en la Norteamérica inglesa no lo hacen como esclavos, sino como trabajadores escriturados, al igual que muchos de los inmigrantes europeos anteriores a 1776, y como los indios - aquí no hay encomienda ni repartimiento como en la América española

Revolución Francesa

La sociedad francesa se agrupaba por estamentos, conforme a la tradición feudal.

Cada uno de ellos se diferenciaba de los otros por tener un código de leyes propias, que concedían derechos y privilegios hereditarios al alto clero y la alta nobleza, en tanto que al común del pueblo sólo le imponía deberes.

Para la burguesía adinerada era necesario modificar el orden político y social, de tal manera que pudiese controlar la administración o participar en el Gobierno para emprender una reforma social que le permitiera acabar con los privilegios de clero y la nobleza, las restricciones económicas impuestas por el absolutismo, las cargas fiscales, la propiedad feudal de la tierra, el poder de la Iglesia y toda estructura o institución contraria a sus afanes. Éstos serían justificados con base en el ideario liberal propagado por los ideólogos de la Ilustración y en nombre del cual defendería los principios de libertad, soberanía y división de poderes, igualdad ante la ley, derecho a la propiedad, libertad de reunión, etcétera. Las pretensiones de la burguesía se conjugaban con las necesidades y deseos de los sectores sociales más pobres: el deseo de obtener tierras y mayores ingresos, o de ser liberados de los derechos feudales y las cargas fiscales, la necesidad de que se mantuviera la estabilidad de los precios del grano y otros productos agrícolas, así como el seguro aprovisionamiento de los mercados, por ejemplo.

 

Estados Generales era el término que designaba a la asamblea conformada por representantes de los tres estamentos.

No se había reunido desde 1614 y sus funciones en tiempos anteriores se reducían a la formulación de peticiones que la Corona aceptaba o rechazaba libremente.

La elección de sus representantes —varones mayores de 25 años, censados fiscalmente— se ajustó a las normas tradicionales, por lo que las asambleas locales procedieron a la elección de sus representantes y a la redacción de sus peticiones a través de los Cuadernos de quejas.

Los tiempos ya no eran los mismos y el curso de los sucesos sería contrario a los intereses de la monarquía y los estamentos privilegiados.

La reunión de los Estados Generales, que inició el 5 de mayo de 1789, cambió en un sentido revolucionario al plantearse la forma en que se agruparían los estamentos para votar a favor o en contra de las propuestas que se hiciesen.

El Tercer Estado se empeñó en la reunión de los tres estamentos en una asamblea única y el voto por individuo, en vez de por estamentos.

La corrupción, la falta de estabilidad del gobierno por el ataque de la oposición, las dificultades económicas, y el enfrentamiento militar con el exterior fueron los detonadores que favorecieron el hecho de que Napoleón Bonaparte, con ayuda del ejército, asestara un golpe de Estado contra El Directorio el 9 de noviembre de 1799 (18 Brumario del año VIII), dando lugar a una nueva etapa de la historia política de Francia.

El papel de Napoleón Bonaparte durante la Revolución francesa es un asunto que se ha interpretado desde muchos ángulos: si fue o no heredero de la Revolución, si el periodo en el cual gobernó (1799-1815) constituye un legado de la fase revolucionaria o, por el contrario, se trata de un periodo contrarrevolucionario, y si entre un momento y otro hay continuidad o ruptura. Así, algunos autores plantean que para responder a esto se requiere revisar su obra política y administrativa. Otros afirman que su permanencia en el poder dio lugar a la segunda fase de la Revolución, pues se retomaron muchas medidas emprendidas durante la etapa revolucionaria.

El gobierno de Napoleón se impuso desde el golpe de Estado a El Directorio hasta 1815. Durante ese periodo, él gobernó Francia con los títulos de Cónsul Primero, de 1799 a 1800, Cónsul Vitalicio, de 1802 a 1804, y Emperador de Francia entre 1804 y 1814. Su último gobierno, el de los cien días, en 1815, ya no pudo restablecerse de la derrota ante Inglaterra y los países aliados, en la batalla de Waterloo, Bélgica. Mientras se mantuvo en el poder, Napoleón adoptó medidas contrarias al espíritu revolucionario, pues restableció un gobierno monárquico y hereditario —aunque en teoría existía una división tripartita del poder—, acabó con la libertad de expresión, persiguió a quienes se le oponían (jacobinos y realistas) y creó una nueva aristocracia imperial.

La Revolución francesa y su secuela napoleónica trascendieron de manera notable en el mundo contemporáneo, pues muchos de sus principios e instituciones se materializaron tras el desarrollo político de otros movimientos.

La Revolución francesa, según lo señalan muchos historiadores, es el prototipo de las revoluciones burguesas y liberales que contribuyeron en gran medida al hundimiento del antiguo régimen en el Occidente de Europa, ya que su impacto político-ideológico trascendió las fronteras de Francia. Logró que sus ideales y acciones influyeran en gran parte del mundo occidental y propiciaran el estallido de movimientos liberales y nacionalistas, como los que se realizaron durante el siglo XIX en Europa —especialmente en 1820, 1830 y 1848— y en América, con los movimientos de independencia de los países latinoamericanos que se realizaron entre 1810 y 1824. Y es que la Revolución francesa logró el derrocamiento del absolutismo, la abolición de los estamentos señoriales y los privilegios de clase, de la propiedad feudal de la tierra, la supresión de las restricciones económicas existentes, el poder de la Iglesia y de otras instituciones que caracterizaban al antiguo régimen.

La unidad de Francia se derivaba sobre todo del Gobierno monárquico absolutista que en ese momento se concentraba en la figura del Rey Luis XVI, y cuya autoridad y actuación política se justificaban con base en la doctrina del derecho divino.

El mandato del Rey era, de hecho, la ley en un territorio donde los estados generales, asamblea integrada por representantes del alto clero de la nobleza y el Tercer Estado o Estado llano, no se habían reunido desde 1614 y donde la impartición de justicia estaba a merced de jueces corruptos que compraban o heredaban sus títulos y, además, las prácticas jurídicas variaban de un lugar a otro; sin embargo, el poder del rey estaba limitado por los privilegios que detentaban el alto clero y la alta nobleza, siendo ésta el estamento al cual pertenecían los miembros de la Corte, los secretarios de Estado, los consejeros y otros funcionarios de alto rango.

La Asamblea Nacional Constituyente dio paso a la Asamblea Legislativa, una vez que Luis XVI, contra su voluntad y después de que intentó huir, reconoció la Constitución de 1791. En este corto periodo, el rey y la nobleza, al estar en desacuerdo con la nueva situación política, buscaron la ayuda económica y militar de las monarquías extranjeras para reprimir el avance revolucionario. Esto condujo a que la Asamblea destituyera y encarcelara al rey, y luego declarara la guerra a Austria y Prusia, que ya habían empezado a atacar a Francia en la primavera de 1792, por el temor de que la Revolución se extendiera a sus territorios.

Campesino

Pertenecían al Tercer Estado junto con ricos financieros, banqueros, artesanos, comerciantes, funcionarios menores, profesionistas, arrendatarios de tierras, jornaleros y siervos.

Estos tenían la obligación de pagar impuestos al Estado, a la nobleza y el diezmo de la Iglesia.

El campesinado era el grupo social sobre él que recaía el peso de los impuestos fiscales y además prestaba trabajo obligatorio y gratuito en las tierras de los señores. En ese marco de intereses, necesidades e inquietudes comenzó a desarrollarse una crisis económica y financiera que aceleró las contradicciones socioeconómicas existentes, lo cual desencadenó la lucha revolucionaria que llevaría al antiguo régimen a la ruina. La crisis, que tuvo su momento coyuntural en 1787.

Noble

La nobleza, en cambio, proyectaba su posición social dominante por los títulos nobiliarios que le eran otorgados por honor o por méritos, junto con el derecho exclusivo para ocupar cargos político-administrativos y militares, la exención del pago directo de cualquier tipo de impuestos, el privilegio de poseer sus propios tribunales de justicia, así como los bienes raíces que logro acumular gracias a un derecho sucesorio que le permitía adquirirlos por dote, sucesión o compra, al tiempo que le impedía la venta de los mismos.

Esos bienes podían ser heredados al primogénito y eran el principal sustento del poder de la nobleza provinciana y base de los derechos feudales y señoriales que imponía a la población rural.

Otra era la llamada nobleza de toga, encargada de la administración pública y de la justicia, conformada en gran medida por burgueses ricos que habían logrado comprar los cargos y hacerlos hereditarios.

Un grupo más de la nobleza era el que residía en Versalles y formaba parte de la Corte del Rey.

La nobleza estaba constituida por 400 mil personas aproximadamente.

Representante del clero

El Clero; integrado por arzobispos, obispos y abades; tenían en sus manos el control de las instituciones educativas, el culto religioso y la prensa.

Poseía al menos 10 % de las tierras, las cuales rentaba y pudo acumular por compra o por donación, sin poder enajenarlas.

Tenía sus propios tribunales, cobraba diezmos y estaba exento del pago de impuestos.

El bajo clero; integrado por curas y vicarios; percibía un ingreso modesto, vivía en condiciones de pobreza, estaba más en contacto con los grupos marginados y casi no tenía influencia en la política.

El clero contaba con aproximadamente 120 mil miembros en el momento en que estalló la lucha revolucionaria.

Contemporáneo

Papel del ciudadano contemporáneo

De acuerdo a una clasificación bastante generalizada de los regímenes políticos, Estados Unidos tiene una forma de Gobierno republicana, ya que cuenta con una división de poderes en Legislativo, Ejecutivo y Judicial; presidencialista, porque el jefe del Ejecutivo quien es el Presidente, es electo por el pueblo y no por el Poder Legislativo, sino sería parlamentarismo, y federal, porque el Gobierno se enmarca dentro de un modelo de unión de Estados libres y soberanos, pero unidos por lo que se denomina Pacto federal, cristalizado en su Constitución.

Este modelo tiene sus raíces en el desarrollo mismo de Estados Unidos como nación y se pueden distinguir distintas etapas de su formación:

Formación del modelo constitucional:

Los diferentes acontecimientos que dieron como resultado la Declaración de Independencia de Estados Unidos tuvieron su origen en el Primer Congreso Continental, en 1774, en la ciudad de Filadelfia.

El Segundo Congreso Continental, reunido en 1775, emitió la declaración “Causas y necesidades de levantarse en armas”.

El 4 de julio de 1776, se promulgó la Declaración de Independencia.

En medio del conflicto, los representantes de las colonias redactaron un convenio que las unía como nación, y lo llamaron “Artículos de la Confederación y Unión Perpetua”.

Dicho documento fue firmado en 1778 y ratificado en 1781, con la firma del Estado de Maryland.

En él, se concebía un país creado mediante una Confederación de los Estados participantes y un Gobierno federal, limitado en lo económico y político por cada una de sus partes.

Para 1787, el Congreso Continental -Poder Legislativo de la república- se reunió nuevamente en Filadelfia con el fin de revisar los artículos de la Confederación.

Los delegados excedieron este mandato y redactaron una nueva Constitución, la cual entró en vigor en 1788.

En marzo de 1789, el Primer Congreso de Estados Unidos se reunió en Nueva York para elegir al primer presidente, George Washington.

Para 1791, la Constitución había sido firmada por los trece estados originales, y estaba a punto de integrarse el estado catorce, Vermont.

Además, se habían efectuado ya diez enmiendas al texto constitucional, con lo cual el ciclo de formación del Estado norteamericano quedaba prácticamente cerrado.

Desde su promulgación en 1789, la Constitución ha tenido 27 enmiendas, es decir, cambios en los artículos.

Las 10 primeras fueron del mismo año (1789), y constituyen los Bill of Rights, es decir, los derechos individuales.

Consolidación de los Estados Unidos:

La formación del modelo político republicano se fue consolidando desde el fin de la Guerra de Independencia, y el siglo XIX representa para la historia norteamericana el proceso de formación de la nación y su identidad.

El mantener la propia unión de los Estados, a pesar de las diferencias políticas y económicas, fue una de las cuestiones primordiales del Estado federal.

Durante el siglo XIX, los conflictos políticos que sufrió la nación; especialmente la Guerra Civil que fue de 1861 a 1865; parecieron poner en peligro la unión federal, por lo que la política giró en torno al fortalecimiento del sistema y la unión republicana.

Desde sus orígenes, la Constitución norteamericana decidió la forma presidencialista para la nueva nación. En este tipo de Gobierno democrático, el poder está dividido en las tres ramas de Gobierno: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.

El poder Ejecutivo es el Presidente quien es Jefe de Estado y también de gobierno, Es electo por el pueblo y gobierna para el pueblo.

La independencia de los tres poderes otorga un equilibrio al sistema de Gobierno, en el cual la fuerza está repartida.

Otro factor de estabilidad reside en los periodos para los cuales son electos: cuatro años para el presidente, dos para los representantes de la Cámara y seis para los senadores; esto contribuye a que ninguno de los tres poderes esté por encima del otro.

Estados Unidos fue el primer país en adoptar una forma de Gobierno presidencial, y sirvió de ejemplo a varias naciones, entre ellas México.

Una de las diferencias importantes entre los dos sistemas es la manera en que elegimos al presidente; en nuestro país se trata de una elección directa, es decir, todos los ciudadanos votan directamente por el candidato de su preferencia, mientras en el sistema norteamericano, se trata de una elección indirecta donde los votantes eligen electores presidenciales, quienes constituyen un colegio electoral y votan entonces por el presidente.

La existencia de los partidos políticos se concibió como una parte integral de la democracia norteamericana.

En 1835 George Brancroft, en su texto El hombre común en el arte, la política y la religión, declara: “Un error solitario no tiene cabida en la mente pública. Donde quiera que se observe a los hombres juntos formando un partido, se puede dar por seguro que, sin importar cuántos errores haya, ahí también estará la verdad”.

Si bien la primera elección -con el general Washington a la cabeza- fue consensual, ya existían dos tendencias políticas: la primera, representada por Alexander Hamilton como un federalista convencido, y la segunda, por partidarios de Thomas Jefferson, anti-federalistas.

El bipartidismo continuó hasta 1828, aproximadamente; a partir de ese momento, las diferencias políticas se siguieron centrando en dos partidos políticos fuertes: el Demócrata y el Whig.

El primero de ellos seguía la idea de Jefferson de un Federalismo limitado, el fortalecimiento del Ejecutivo y un alto poder en los Estados. Sus principales aliados fueron inmigrantes, católicos y minorías que veían a salvo sus ideologías, aunque tenían seguidores en todas las capas de la sociedad a lo largo de todos los Estados.

Por su parte, el Partido Whig propugnaba por un mayor poder de la Federación frente a los Estados, y del Legislativo frente al Ejecutivo.

Para ellos, el Estado debía participar en los procesos económicos, a diferencia de los demócratas, que pugnaban por un Liberalismo más puro.

Los Estados Unidos presentan un sistema presidencialista fuertemente arraigado en su historia, ya que no es posible separar los conceptos de Constitución, libertad individual, Federalismo y sufragio indirecto.

Estos factores permiten un Gobierno sólido, con formas representativas y, al mismo tiempo, otorgan al presidente un poder como representante de la nación, pero consensuado con los Estados que la componen.

Como se vió, en la Constitución estaba declarada la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, enmarcada en el Bill of Rights; sin embargo la ciudadanía, como la conocemos actualmente, se fue construyendo poco a poco.

Diversos sectores no tenían derecho a ella a pesar de las libertades e igualdades otorgadas por la ley; entre ellos destacan los esclavos y las mujeres.

La esclavitud fue una herencia del mundo colonial inglés; sin embargo, desde finales del siglo XVIII, con la industrialización de la producción de algodón, la importación de esclavos creció dramáticamente.

Se ha dicho que entre 1787 y 1808, unos 250 000 esclavos llegaron a Estados Unidos.

La práctica de la esclavitud formaba parte fundamental de la economía y sociedad norteamericanas.

Históricamente, los Estados del sur concentraban la mayoría de la población de raza negra esclava que trabajaba en la siembra del algodón.

Se había llegado a un equilibrio entre la cantidad de Estados esclavistas y los llamados abolicionistas, es decir, los que habían terminado con dicha práctica.

La expansión de Estados Unidos hacia el oeste, y la inclusión de nuevos estados a la Unión a lo largo del siglo XIX, puso en peligro este equilibrio y, en ocasiones, a la propia Unión, como se vio durante la Guerra Civil.

El problema cambió de giro después de dicho conflicto armado, pues no solamente había que reconstruir la nación económica y moralmente, sino comenzar un nuevo trato a los esclavos liberados, una nueva manera de integrarlos a la sociedad y al esquema productivo.

El conflicto entre segregación e integración implicó deslindar quiénes tenían derechos como ciudadanos íntegros y quiénes no.

La victoria de la Unión durante la Guerra Civil otorgó al poder central una gran fuerza frente a los poderes estatales, pero no fue lo suficientemente fuerte como para lograr otorgar los derechos ciudadanos; como el derecho al voto; a los afroamericanos recién liberados, pues se consideró que no estaban preparados para la responsabilidad política.

La lucha por los derechos ciudadanos continuó hasta 1964.

El movimiento por los derechos civiles creció después de la Segunda Guerra Mundial, y fue en los años sesenta cuando cobró una enorme fuerza.

Encabezados por Martin Luther King Jr., los negros lograron pacíficamente echar atrás las leyes que los mantenían segregados dentro de la sociedad.

Desde entonces, se consideran ciudadanos con igualdad de derechos y obligaciones.

La formación de los ciudadanos dentro de los Estados Unidos ha sido paralela al desarrollo histórico del Estado; desde la Declaración de Independencia y la Constitución norteamericana, se ha ido conformando la idea de ciudadano.

Esta forma de concebir los derechos individuales y sociales toma como base fundamental un Gobierno legítimo, elegido de manera democrática y bajo un esquema de división de poderes, condiciones indispensables para que se respete y provea a cada individuo de las condiciones que garanticen los tres derechos enunciados en la Declaración de Independencia.

Las mujeres también participaron en la lucha por los derechos ciudadanos.

Desde finales del siglo XIX, muchas sufragistas intentaron obtener el derecho a votar, pero fue hasta 1920 cuando, por medio de la enmienda XIX a la Constitución, se concedió a la mujer el derecho al voto.

Tras la Segunda Guerra Mundial, los derechos sociales cubrieron a un mayor número de ciudadanos.

La construcción del Estado y la ciudadanía ha ido de la mano a partir de la formación de Estados Unidos como nación independiente, y de las leyes plasmadas en la Constitución.

A través de un sistema presidencialista democrático, la república federal se ha ido consolidando.

La lucha por las libertades, derechos y obligaciones ha sido una constante para diversos grupos sociales, especialmente los esclavos.

En la actualidad, las políticas anti-inmigrantes y las actitudes excluyentes hacia millones de habitantes de los Estados Unidos han vuelto a poner la discusión sobre el derecho a la ciudadanía en un lugar importante.

En 1917, un año antes de que concluyera la Primera Guerra Mundial, Rusia se convirtió en el escenario de una lucha revolucionaria que culminaría con el derrocamiento del Imperio zarista y la implantación de una república socialista que innegablemente inauguraba un nuevo modelo de Estado dentro de la historia política del Mundo Contemporáneo en general, y del siglo XX en particular, hasta su disolución en 1989.

Su trascendencia y desarrollo no se limitó a dicho espacio geográfico dado que, en el transcurso de ese periodo, tal modelo se proyectó o extendió hacia otros países, inicialmente a los de Europa del Este, y un poco después, a Asia, África y América Latina, aunque con sus propios matices.

Asimismo, el Estado socialista se convirtió en el primer régimen opuesto abiertamente al sistema capitalista y al carácter de las democracias liberales, a tal grado que en el siglo XX se constituyó como una alternativa de organización política, social y económica, fuente de inspiración de la lucha política de izquierda, sobre todo para el sector obrero; además, el régimen soviético se constituyó como uno de los ejes definitorios de las relaciones internacionales gracias al papel protagónico que jugó en la llamada Guerra Fría.

La Revolución socialista en Rusia se gestó en 1917, un año antes de que concluyera la Primera Guerra Mundial.

En lo general, la lucha fue resultado de múltiples causas que, al conjugarse con las dificultades internas que la misma guerra estaba creando, dieron paso a ese proceso en cuyo desarrollo es posible distinguir una primera fase de carácter liberal burgués, conocida como la Revolución de febrero, y una segunda de carácter popular y socialista, identificada como la Revolución de octubre; la dirección de esta última fue asumida por los bolcheviques y personajes como Lenin y León Trotski.

El proceso culminó con el derrocamiento de la autocracia zarista, la instauración del primer régimen socialista del siglo XX y la conformación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1922.

Gracias a esta Rusia se retiro de la Guerra Mundial y esta es una de las principales causas del fin de la 2da Guerra Mundial.

Cuando la guerra finalizó, la influencia del Gobierno soviético se dejó sentir fuertemente en los países de Europa del Este, región que, salvo Yugoslavia y Albania, fue liberada del régimen nazi por el ejército soviético. Paulatinamente, sobre todo a partir de 1947, Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Yugoslavia, Albania y la Alemania Oriental ocupada por la URSS se constituyeron bajo el denominado régimen de las democracias populares, con dirigentes que se pondrían a disposición del régimen soviético.

En el caso de Yugoslavia, el Gobierno de Josip Broz Tito implantó el modelo socialista soviético, pero sin aceptar la injerencia de José Stalin pese a las presiones políticas, económicas y militares que le fueron impuestas.

En las décadas siguientes, el régimen socialista se instauraría en países de Extremo Oriente, como Corea del Norte, Laos, Vietnam o Camboya; Cuba, en América Latina, y en algunos países asiáticos y africanos como Yemen del Sur, Afganistán, Libia, Angola, Mozambique y Etiopía, aunque fuese por un corto tiempo.

En el momento máximo de su apogeo (1945-1970), los regímenes socialistas dirigieron al menos a una tercera parte de la población; no obstante, todos ellos entrarían en crisis a causa de dificultades diversas (crisis económica, protestas sociales, autoritarismo, etcétera) que provocaron finalmente su desaparición a fines de los años ochenta, tal como sucedió también con la Unión Soviética.

  1. Describe las similitudes entre las instituciones o conceptos de estas civilizaciones y las contemporáneas, menciona por lo menos dos.

En Grecia como en México se formó una monarquía que se convirtió en democracia. En Grecia de los siglos XII a los VII el pueblo griego vivía en pueblos dispersos gobernador por una monarquía que se fue desgastando como consecuencia de las invasiones. En México se vivió una monarquía desde el año 1527 al 1810 que fue mientras estábamos conquistados por los españoles, en el año de 1821 cuando México por fin logró su Independencia, se estableció una Democracia como la conocemos ahora.  

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