En plena época de conflicto entre conservadores y liberales en Colombia

Sofía Ramos Arcila

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En plena época de conflicto entre conservadores y liberales en Colombia, nace un asesino. Guillermo Granada Galeano, el menor de ocho hermanos, y el más consentido según me contaba mi papá.

A sus 76 años era quizás, el recluso de más edad en las prisiones del pais, sin contar que todavía le quedaban otros 23 años tras las rejas. Mi tío, el que se ganó el apodo del “papillon colombiano”, (papillon, el frances de mariposa) por andar revoloteando de carcel en carcel debido al terror que producía en otros presos, mi tío, el que conoció practicamente todos los centros de recluisión incluida la carcel de gorgona,  mi tío, el que a sangre fría mataba liberales, sin remordimiento alguno, mi tío, sí, ese era mi tío.

Don Guillermo asesinaba a cualquiera que se le cruzara en el camino  así fueran de su  propia sangre. Porque sí, él mismo fue el responsable de la muerte de muchos de mis tíos y primos, de la mano herida que tenía mi papá producto de una pelea con él, el secuestro de mi abuela,  solo por recibir la plata del rescate, de la muerte  de mi abuelo y muchos otros parientes como arreglo de cuentas con alguno de sus enemigos.

Todo empezó en Sevilla, municipio al norte del valle del cual viene mi familia,  ahí se convirtió en homicida durante la época en que la violencia azotaba a Colombia.  “Mataron a mi familia y yo me llene de odio y comencé a vengarme” decía pocos años antes de su muerte. Siguiendo así, los pasos de Onesimo Granada, otro pariente dirigente de una cuadrilla temida en Sevilla y sus alrededores.

Mi tío, como buen conservador extremista de la época, repudiaba a los liberales, y los asesinabá a diestra y siniestra. Incluso mis padres tuvieron que escapar de él en repetidas ocaciones solo por tener diferentes ideales politicos.

A pesar de las multlipes atrocidades que se le acreditan, por lo bajo, presidentes como Laureano Gomez, le agradecían  su “noble” labor. Recuerdo en varias ocaciones a mi papá disgustado, arrugando y botando varias de las cartas que le llegaban, obviamnte porque él discrepaba de todas las acciones cometidas por su hermano.
Esa joyita de hombre, se casó y tuvo varios hijos; pero como era de esperarse su sufrida esposa no queria saber nada de él por puro miedo. Y menos mal, porque quien sabe qué hubiera sido de mis primos de haber tenido aquel ejemplo en casa.

En 1971, cuando se hallaba en la carcel de Tuluá, reconocoio que solo estaba arrepentido de 3 muertes. La del dirigente politico Juan Nepomuceno Salazar, la del periodista EmilIo Correa Uribe y la del abogado Carlos Correa Echeverry, hijo del anterior. Sin nombrar a ninguno de mis parientes que murieron a causa suya.

Nunca lo llegue a conocer en persona gracias a Dios; solo tengo las historias que me contaba mi madre,  lo que alcanzaba a escuchar de las conversaciones de mi padre, y las amenazas que le llegaban de parte de Guillermo, pidiendole casa finca y plata cada vez que estaba a punto de salir de la carcel.

la última vez que estuvo fuera de una celda, no duró mucho. Ni 15 dias diría yo. fue la vez que le suspendieron siete años de una pena de 25,  porque claro, la ley prevé consideraciones para las personas de la tercera edad. una vez en libertad, a los 73 años de edad, se quedó donde un sobrino suyo acá en Cali, el problema fue que mientras él tomaba la siesta, su sobrino discutía con un vecino por una interferencia en la parabólica de su casa, mi tío se levanta y apuñala al vecino como si no fuera mayor cosa solo porque “no lo dejaban descansar”. Hasta allá llegaba su frialdad e indiferencia por la vida. Esa fue su última condena por allá en 1986.

Solo había pagado dos años cuando se produjo su muerte, por “causas naturales”, Y habia empezado nuevamente el tramite para pedir libertad antes de su muerte. “Ya estoy viejo y cansado. Solo espero morirme. Si me dejan libre, moriré en mi casa, si no, tendré que morirme encerrado”, dijo pocos meses antes del hecho.

No pudo obtener la libertad y murió preso. La libertad definitiva, se la concedió su muerte, la cual le puso fin, a su largo y oscuro peregrinaje.

Él es solo uno de muchos que participaron en esta guerra nacional, es solo uno de muchos que contribuyeron con  homicidios, secuetros, atentados y desplazamientos de aquellos tiempos. ¿Cuando aprenderemos a vivir en paz?
Yo solo quiero ver a una Colombia unida, justa, con ganas de salir adelante y sobretodo con menos gente como mi tío, que  solo saben dañar y destruir todo lo que este a su alcance.

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