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En tiempos de corrupciones y amenazas de muerte por un polémico documental


Enviado por   •  21 de Abril de 2023  •  Apuntes  •  1.532 Palabras (7 Páginas)  •  49 Visitas

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POLÍTICA Págs.4-5

 

EN TIEMPOS DE CORRUPCIONES Y AMENAZAS DE MUERTE POR UN POLÉMICO DOCUMENTAL, EVOCAMOS UN MEMORABLE REPORTAJE DEL GRAN ESCRITOR CUSQUEÑO HERNÁN VELARDE, A QUIEN FUERA EL PERSONAJE MÁS CONTROVERTIDO DE LA POLÍTICA NACIONAL

 

Justicia

para Alan

 

 

ESCRIBE: HERNÁN VELARDE

 

 

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El periodista y director de cine, Ernesto Carlín, denunció recientemente haber recibido una amenaza de muerte tras la difusión del tráiler de su último documental ‘Justicia Para Alan’, que trata sobre los últimos meses de la vida del expresidente García, quien se suicidó el 19 de abril del 2019 con un disparo en la cabeza cuando iba a ser detenido. Al margen de ello, hay una historia por descubrir de la personalidad de Alan García, a quien recordamos en inolvidable reportaje del escritor cusqueño Hernán Velarde Vargas. Se lo contamos.

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Mientras hacía una brevísima antesala en el despacho del doctor Alan García, recordaba las letras de un huaino que solía cantar mi madre, tan distante del Apra, como yo de las estrellas, a quien sin embargo había llegado como en sueños, tramontando las montañas del Cusco, penetrando por los poros de la miseria, la gesta homérica del viejo combatiente:

“De los candidatos

Cual es el mejor;

Haya de la Torre

Se lleva la flor”.

Flor que no se llevó a la tumba el que sufrió destierro y persecución, el que se sustentó con caldo de revólveres, el que fue y volvió de las catacumbas, y que ahora luce fresca y lozana en el pecho de su heredero predilecto. Es que solo los panllevares de la ingesta perentoria, se siembran ahora y se cosechan mañana. Los otros son como la Puya Raimondi, que arroja una flor cada cien años, cambiando con su aroma la ecología circundante.

Mi madre, ya no canta, pero otra mujer del pueblo, necesitada de pan y de esperanza, tal vez recogió hoy, el mismo huaino, con distinto nombre.

Y yo me pregunto: ¿Cuánto habrá cambiado el Perú desde entonces, cuanto habrá oprimido la miseria, cuanto habrá lacerado la indiferencia, cuanto habrá dolido el abandono, para que ahora, en un país políticamente gerontológico, el mando de la nación le haya sido entregado por consenso popular a un muchacho de 35 años? Los que estamos sobre la marca de los 50 años, no lo hubiéramos permitido. El Apra ganó las elecciones inconsultamente, con nuestros traumatismos, como dijo alguien que merece mi absoluto respeto, por una ineludible necesidad de cambio. No importa si para peor o para mejor.

UN BELLO GESTO

Si todo siguiera por los cauces normales, si algo no hubiera cambiado con profundidad, si el amor tuviera que pagarse siempre con ingratitud, si la amistad no tuviera sentido, si el éxito y la obtención del poder fueran inhibitorios de la caballerosidad, esta nota no se hubiera escrito jamás.

El hecho es que el doctor Alan García, en gesto que merece toda mi admiración y respeto, la noche misma de su avasallante triunfo electoral, cuando todos los teléfonos hubieran repicado de orgullo en cualquiera de los hogares limeños, incluyendo los de sus adversarios políticos, tuvo la fineza de llamarme para que yo fuera el primer periodista que recogiera sus declaraciones como virtual Presidente del Perú. Era una vieja promesa hecha por el doctor García, en 1981.

Si este hecho hubiera tenido lugar un día antes de las elecciones, su importancia, sería sospechosa y en todo caso no tendría el carácter de una anécdota digna de las mejores épocas y de los mejores hombres que gobernaron nuestro país, ya que el ser humano, como la obra de arte, es la suma de sus pequeños detalles y un solo rasgo define al hombre.

Pero entiéndase, la llamada fue hecha cuando el candidato presidencial del Apra, ya no solo valía como el ciudadano Alan García, a quien entrevisté hace cuatro años, en momentos en que sus oponentes políticos y quienes llenan las páginas de los diarios con el libelo fácil, lo señalaban como al hombre que participó en un tempestuoso congreso político en Trujillo, en el que según se dijo, echó mano del argumento de la violencia verbal y de la otra, contra los escisionistas de su partido.

Ahora, al momento de discar mi número, lo hacía investido de la confianza depositada en él por millones de peruanos, como el tácito Presidente de la República, cuando cientos de periodistas pugnaban por arrancarle una declaración y todo lo que pudiera decir era primicia. No divulgo este pasaje por razones egoístas, personales o de acomodo político, sino porque gestos como éste, engrandecen en todo caso a quienes son capaces de realizarlos. Y sólo a ellos. Pero todavía hay más: El candidato presidencial del Apra, consecuente con la amistad y otras razones igualmente nobles, consciente además de que yo no soy aprista, había dejado aquella noche de su triunfo, un encargo expreso en la entrada de su domicilio:

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