Ensayo: Aprendiendo Cultura.

Nacemos, aprendemos a decir nuestra primera palabra (“Ama”, como intento de querer decir mamá, en mi caso), aprendemos a gatear y luego a caminar, nos enseñan en creer en un dios tras el bautismo, nos regañan cuando una travesura sale a la luz y nos premian ante una buena acción y ahí ya hemos formado una estructura de nuestra vida: la cultura; se trata de una construcción continua que difícilmente cambia, nos atranca al grupo del cual hemos ido aprendiendo y que como si se tratara de un novio celoso no nos permite conocer a las otras nuevas, pero no nos detenemos a quedarnos con la cultura que fue aprendida en primera instancia porque somos el cúmulo de miles de granitos de arena llamados personas (y estas con su propia cultura), sociedades y/o entornos-circunstancias.

Una vez después de la escuela lloraba porque por alguna extraña razón no entendía cómo era posible que mi mamá no me permitiera irme a la cama si antes no había tomado un baño, arreglado mis útiles para la escuela y mi uniforme para el día siguiente… ni hablar, se trataba de mi única elección. Hoy entiendo que cuando eres niño, la cultura que aprendes es limitada y de acuerdo a las necesidades, aquí explico por ejemplo, que la cultura de tomar un baño por las noches en lugar de por las mañanas se debía a que cuando niña el lugar donde vivía resultaba ser muy caluroso y de ese modo buscaba cubrir  dicha demanda.

Luego pasamos por un proceso de metamorfosis: la adolescencia. La adolescencia nos muestra físicamente como adultos pero social y culturalmente como niños. En algunos entornos celebran tal desajuste humano con ritos de iniciación como en algunas tribus de occidente y a mí se me ocurre que en mi entorno lo celebran tan desatinadamente con “Las fiestas de Quince años” para el caso de nosotras las mujeres. Pasado esto se supone que viene una fase que pone a prueba la cultura construida hasta entonces, yo decidí que mi camino en la vida sería hacerme de una carrera para hacer durante y después mis más grandes sueños, hay quienes aspiran a un matrimonio, a un trabajo a temprana edad o a recorrer el mundo como misioneros.

Si de algún modo hubiera elegido estudiar Antropología y no Medicina, tendría que saber que mi campo de trabajo sería ir de aquí a allá observando a las sociedades, haciendo de lado mi cultura y aceptando la nueva cultura a aprender (proceso que sucede de forma consiente), es decir, dejando de lado etnocentrismos y siendo parte de una observación participante.

Tenemos que ser parte de una vida en dónde podamos involucrarnos, y si de algo me ha de ayudar la Antropología, será para eso.

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