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Identidad ocupantes ilegales


Enviado por   •  21 de Noviembre de 2017  •  Ensayos  •  720 Palabras (3 Páginas)  •  97 Visitas

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Alumna: Dámaris Payer

Registro N°6

Gravano (2003) plantea la idea del barrio como constructor e identidades sociales, “lo espacial sirve de marca para las identidades de la misma manera que las identidades marcan lo espacial en el proceso de atribución de sentido”. Este autor nos habla de que la identidad barrial supone características que le son propias al barrio, en una lucha con los procesos dominantes y estructurales que la sociedad establece, del cual el barrio es un contenedor y reflejo de estos procesos donde se representa la convivencia de la vida social, de los valores en el barrio, y como estos valores tienen cierta viabilidad en un espacio y tiempo determinado desde la comunidad.

En esta línea, en torno a la problemática de los “intrusos” al interior del barrio 20 de junio, se manejan un sinfín de representaciones sociales. Estas son formas de pensamiento del sentido común que se van construyendo a partir del consenso social como resultado de la interacción y comunicación entre los sujetos. Se basa en creencias, valores, ideas y prácticas que van orientando el comportamiento de las personas. Estos esquemas de pensamiento permiten interpretar, organizar, entender y nombrar la realidad que los rodea.

Cuando se nombra al otro “intruso”, no es algo neutro, sino que esconde un significado que está arraigado en el imaginario de la sociedad, en la que se generaliza a todas las personas que estén en una misma situación. En este caso el “intruso” pasa a ser un “anormal”, “peligroso”, alguien que se aleja de los parámetros que impone la sociedad, un delincuente, un otro que toma sin permiso lo que no le corresponde. Esto va de la mano con lo que Bourdieu describe como la violencia simbólica “violencia amortiguada, insensible e invisible para su propias víctimas, que se ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento” y se apoya en relaciones de dominación. Es decir, es un poder “invisible” no percibido como tal pero si es legítimo. Bourdieu habla de cómo naturalizamos e interiorizamos las relaciones de poder, convirtiéndolas así en evidentes e incuestionables, incluso para aquellos sometidos. Cuando realizamos un relevamiento en el barrio y llegamos a las viviendas que el resto de los vecinos señalaban como ocupadas ilegalmente, quienes allí vivían afirmaron estar ocupando esos lugares de manera ilegal. “Yo estoy de intrusa, estoy ocupando este lugar porque no tenía a donde ir”. Estas personas conocen la realidad que les toca vivir y el lugar que la sociedad les otorga por encontrarse en esta situación, al mismo tiempo saben de la significación que les fue impuesta.
En los discursos, se remarca en ellos los componentes de la ilegalidad de su condición habitacional como insignia de identidad para remarcar hacia los otros, los de afuera, la particularidad de este colectivo social. De esta manera, dentro de los criterios hegemónicos, se impone la “marca” del intruso. Por esto, quienes han “caído” dentro de dicha clasificación, se ven reconocidos más que nada como un estigma. Aún así, cabe destacar que desde el punto de vista de estos vecinos del 20 de junio, no se consideran a sí mismos “intrusos”, con todo el peso que esa significación conlleva. Por un lado reconocen que la situación de habitar esos espacios confiere la ilegalidad, sin embargo afirman que están allí provisoriamente, dado a diferentes circunstancias de la vida, por no tener otra opción, como último recurso. Por lo tanto ellos NO son intrusos, pero ESTAN intrusados.

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