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Justicia social, la deuda del capitalismo

Franco PaezEnsayo10 de Julio de 2025

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Justicia social, la deuda del capitalismo

Cuando no existe la justicia social en el mundo y especialmente en nuestro país, es difícil que podamos tener un futuro de paz. La mayor injusticia a la que cada gobierno nos acerca, es la desigualdad. Y en la actualidad la duda de cada uno de nosotros es si en esta sociedad “liberalizada e individualizada” de consumidores, existe alguna posibilidad de tener,  ética y justicia, pero principalmente progreso.

La difícil tarea de terminar con la desigualdad es un trabajo, no solo a nivel nacional sino a nivel global, se deben buscar nuevas herramientas aunque lo que se puede vislumbrar no es un escenario prometedor debido a que el capitalismo se expande y ocupa más territorios llevando al mundo a un “mercado sin fronteras” que según Zygmunt Bauman es “la receta perfecta” para que la injusticia y la desigualdad prosperen y “La apertura perversa” de las sociedades que son promovidas por la “globalización negativa”, según este autor, es la causa principal de la injusticia y es imposible escapar de ella, difícil es que cada uno de nosotros pueda decidir su destino ya que somos parte de una sociedad gobernada por normas y leyes impuestas y en muchos casos injustas lo que genera miedo y ese miedo, limita nuestras libertades.

¿La libertad nos acerca a la injusticia?, seguramente no pero su avance origina problemas que la sociedad debe afrontar y superar,  para mejorar las condiciones globales que necesitamos para tener una vida digna y justa, podemos empezar a prestar atención a lo que dijo Juan Pablo VI (1972), “Si quieres paz, trabaja por la justicia”

Justicia que se puede señalar como económica, intercultural,  de género, frente a la ley, pero ¿es real que existe?  En el mundo hay muestras que la justicia real no existe, no todas las personas son tratadas de la misma manera, ni tienen los mismos derechos y obligaciones, existen privilegios, no es como afirma el Articulo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley”.

Para comenzar a plantear el tema según lo visto en clase podemos comenzar por lo más evidente sobre la injusticia social, Singer es el que plantea la injusticia económica como un problema moral, “...podemos al menos intentar asegurar que donde haya diferencias importantes en los ingresos, la posición y el poder, las mujeres y las minorías raciales no se lleven la peor parte… Una forma de vencer estos obstáculos es ir más allá de la igualdad de oportunidades y dar un tratamiento preferente a los miembros de los grupos menos favorecidos” (Singer, 1993, p.265). En su visión los individuos ricos tienen la obligación ética de ayudar de acuerdo al principio que se puede evitar un mal sin necesidad de sacrificar algo de importancia similar, la pobreza es un mal que debemos mejorar para evitar la injusticia del mundo capitalista donde se malgastan alimentos mientras millones mueren de hambre, esto que plantea transforma el ser pobre en un problema moral y no en un asunto meramente económico o político. Las acciones aplicadas frente a este problema deben estar balanceadas entre lo ideal y lo posible.

Para el autor Kliksberg, el vacío ético en las nuevas políticas genera niveles inmensos de pobreza y desigualdad. Propone que se instale en la economía la ética como instrumento principal para la justicia en la sociedad. “Una economía orientada por la ética no aparece como un simple sueño, sino como una exigencia histórica para lograr que la paradoja de la pobreza en medio de la riqueza pueda realmente superarse…” (Kliksberg, 2004, p. 18).

Thomas Pogge en su obra sostiene que vivimos en un sistema de instituciones económicas que generan y perpetúan pobreza, lo que constituye una grave injusticia en las sociedades. Su argumento se basa en que los ciudadanos y los gobiernos de los países más ricos violan sus deberes hacia los más pobres al mantener estructuras de comercio que promueven la injusticia social. “los individuos más ricos tienen un deber imperioso de justicia que los obliga a actuar para erradicar la pobreza, y esto básicamente porque han violado sus deberes negativos, tales como el de no imponerles un orden institucional mundial injusto.” (Pogge, 2002, pp6-7)

Rawls, otro de los autores estudiados,  nombra la “justicia como imparcialidad” pone a cada uno de nosotros en una posición de seres libres e iguales, con un “velo de ignorancia” que él asegura, es lo que nos impide conocer como ubicarnos en la sociedad de la que exigimos igualdad, justicia e imparcialidad “Nadie conoce su lugar en la sociedad, su posición de clase o estatus social; nadie conoce su suerte en la distribución de activos o habilidades naturales, su inteligencia, su fuerza, y cosas similares. Asumiré incluso que las partes no conocen sus concepciones del bien o sus propensiones psicológicas particulares. Los principios de justicia se eligen detrás de un velo de ignorancia.”. (Rawls, 1971, p. 135).  Este autor introduce un concepto claro, “justicia como imparcialidad” que está basado en la idea que los principios de la justicia en una sociedad democrática deben ser aceptados por todos como seres libres, racionales e iguales ante la ley con el principio de igualdad en libertades básicas como derecho de cada uno sin importar el contexto que los rodee.

El autor argentino Roberto Gargarella, de acuerdo con las ideas de construir una justicia imparcial e igualitaria tal como Rawls, cuestiona el comunitarismo, y si bien valora el aporte de este autor al liberalismo, también cuestiona y considera insuficiente su teoría porque estima que la justicia no debe limitarse a criterios imparciales basándose en hipótesis generalizadas sino que debe atender injusticias y estructuras reales con modelos democráticos donde todo ciudadano esté incluido y pueda participar. “La imparcialidad que pretende garantizar Rawls mediante el velo de la ignorancia, si bien plausible como recurso teórico, no logra superar las desigualdades y exclusiones estructurales que atraviesan a muchas de nuestras sociedades.” (Gargarella. R, 1999, P.138).

Otra contraposición con lo que afirma Rawls, el autor Michael Sandel que expresa su diferencia argumentando que los individuos enlazados con la comunidad a la que pertenecen, con una identidad definida y con valores históricos que arrastran, no podrían elegir imparcialmente. La historia que los define tiene peso suficiente para que se sientan arraigados a su vida al igual que el Estado al que pertenecen… “la argumentativa de Rawls sugiere el presupuesto del velo de la ignorancia, el cual nos permite abstención ante el compromiso propio” … “es imposible si se toma en cuenta que, en principio, estamos vinculados a seres humanos en este mundo” (Sandel R, 1998, P.26).

Estos contrapuntos se diferencian implícitamente en que el primero separa al individuo de su comunidad, de sus tradiciones y de su historia y según nuestra interpretación Sandel o Gargarella están en una postura más acertada ya que no se puede pedir igualdad o justicia desde el desarraigo;  nuestra participación cotidiana dentro de la sociedad en la que vivimos nos hace relacionarnos con otros y poder desde nuestro lugar hacer el reclamo que consideremos necesario de acuerdo a nuestras vivencias a un problema en particular alejándonos de la homogenización de las leyes y su aplicación en la justicia, de la misma manera que ningún individuo es igual ni una sociedad o cultura se asimilan, tampoco el resultado de la justicia debería serlo porque se dejan vacíos importantes en su generalización y aumentando la desigualdad social.

Otro ejemplo para continuar con los reclamos en una comunidad que se relaciona y diferencia podemos poner como ejemplo la injusticia y desigualdad hacia las mujeres, La injusticia de género no fue un efecto secundario no deseado del sistema, sino una forma particular y continuada de injusticia estructural. Las mujeres no solo tienen más dificultades para obtener recursos materiales o derechos formales, también habitan un sistema simbólico, legal y económico que históricamente las ha subordinado.

La neutralidad del derecho, que pretende tratar a todos los sujetos como si fueran iguales, además de no considerar cuáles son las condiciones concretas de la igualdad que presupone, contribuye en última instancia a profundizar las asimetrías. Como advierte Jaggar, “tratar a todas las personas de igual manera cuando las condiciones materiales y sociales de nuestras vidas son desiguales no es tratarnos a todos por igual, sino que es, en cambio, una forma de mantener el statu quo bajo la apariencia de tratar como iguales a quienes son de hecho muy diferentes entre sí” (Jaggar, 1992, p. 30).

Desde un punto de vista ético, los principios de la llamada justicia imparcial, deben ser revertidos, precisamente porque esta supuesta imparcialidad solo reproduce el predominio del privilegio y la poca parcialidad existente en el mundo actual.

Cuando se propone abolir figuras legales como el feminicidio, no se aboga por la igualdad ante la ley, sino por fingir que la historia y el presente no existen, historia y presente que explican por qué muchas mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres. Si las normas se aplican en un entorno desigual, eso es una forma ingeniosa de continuar la exclusión. Las demandas del feminismo no son una solicitud de privilegio no ganado, sino una exigencia de ver y reparar la desigualdad sistémica. La justicia no puede ser puramente formal; necesita incluir las experiencias sociales de opresión, la distribución del poder y los mecanismos culturales de desvalorización. Como sostiene Fraser, “la injusticia cultural no es menos estructural que la injusticia económica, y ambas requieren intervenciones específicas si el objetivo es la paridad de participación” (Fraser, 2000, p. 102).

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