Kayak en el baker junto a mi hermano.

Él se encontraba sentado en su cama, pensando, sin saber qué hacer, simplemente sentado descansando, pensaba que debía hacer, ¿su problema? Simplemente no sabía de qué hacer su trabajo de lenguaje el cual consistía en hacer una historia en la que se encuentre algún tipo de viaje. Finalmente recordó esto:

Corría el año 2014, un fin de semana del mes de junio, era un día como cualquiera viendo televisión, jugando en el computador, aburrido de la rutina, llega mi hermano y me dice: “¡vamos a kayak!”, al principio me pareció insignificante ya que yo no tenía interés de hacer kayak en mitad del invierno, pero luego pensé: “¿y por qué no?”, “no es malo hacer algo distinto de vez en cuando”. Fue así como comenzó a conocer un mundo distinto, lleno de maravillas naturales, sentir la adrenalina, una forma de liberar el estrés, un lugar en donde no existen diferencias. Al principio estaba lleno de prejuicios y miedos, sobre todo a la inmensa profundidad del rio. Pero luego sentí esa sensación de libertad inmensa, sentía como si pudiera hacer cualquier cosa, incluso volar, simplemente genial.

Al pasar el tiempo fui obteniendo nuevos conocimientos no solo de mi hermano, sino también de otros kayakistas y del profesor Roberto Haro gracias al cual tuve la posibilidad de embarcarme en una travesía de una semana aroximadamente con un grupo que venía de una escuela en Idaho, estados unidos, en la cual el gran desafío era bajar el rio Baker en kayak desde la “balsa Baker” hasta Caleta Tortel desde donde volveríamos en vehículos. Antes de todo esto estuve aprendiendo ciertas técnicas que serían muy útiles en el viaje.

El día antes del viaje nos reunimos con uno de los profesores de dicha escuela nos hizo una encuesta para prevenir accidentes y conocernos mejor, el después les conto su percepción de nosotros dos.

Día nº1

El día del viaje nos levantamos muy temprano para llegar a tiempo a la orilla del rio, cuando llegamos, nos presentamos, ellos también lo hicieron y luego de un rato todo era como si nos hubiésemos conocido desde siempre. Para ellos era su primera vez en el rio Baker y no sabían cómo tomar un remolino de agua, fue así como al comenzar la travesía, Peter perdió el control del kayak y quedo bajo el agua luego de girar un rato.

El primer día fue muy relajado y muy entretenido, ya que no había rápidos en el rio. Cuando buscamos lugar para acampar junto a la “balsa el colonia”, ellos no nos dejaban hacer fuego, entonces junto a mi hermano nos apartamos un poco e hicimos un hoyo en el suelo para hacer fuego, conforme fue pasando el tiempo, se empezaron a acercar uno tras otro, hasta juntarnos la totalidad, luego compartimos nuestra comida y seguimos conversando otro rato, nos dimos cuenta de que la diferencia de idiomas no era una limitante para comunicarnos.

Día nº2

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