LA FORMACIÓN ÉTICO-CÍVICA Y EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS CIUDADANOS
Sait CarranzaEnsayo29 de Octubre de 2019
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LA FORMACIÓN ÉTICO-CÍVICA Y EL COMPROMISO SOCIAL DE LOS CIUDADANOS
Hoy en día vemos innegable la relación y conexión entre las instituciones de educación, los gremios sociales y las personas. Sus decisiones y/o determinaciones generan una serie de efectos positivos o negativos que pueden ser asumidos o no. Sin embargo, el creciente desinterés de adolescentes y jóvenes en participación política y social dentro de sus instituciones y sociedades es innegable. La confianza y el compromiso de la lucha por una sociedad justa y equitativa es relativamente escasa. La sociedad ha desviado su atención a los intereses propios y el concepto de convivencia en comunidad no es notorio. Es necesario entonces, una participación responsable de las instituciones en temas de responsabilidad y rescate de iniciativas de formación social desde lo ciudadano hasta abarcar toda una sociedad.
La reflexión en el entorno sobre la formación ético-cívica, visto como un compromiso de todo ciudadano, es un aspecto que debe ser analizado ya que, nuestra sociedad es algo individualista, que poco o nada afecta los acontecimientos que la rodean, sumado a los innumerables problemas sociales que hacen perder el sentido de vivir una vida activa y con rumbo definido por lo que, si no se piensa por un plan de vida personal, mucho menos por los demás. La formación ético-cívica, es un tema que ha de incluirse con más auge en las instituciones. En los últimos años, las reformas y la proyección hacia los sectores productivos, servicios y a la sociedad en general ha ido aumentado. La responsabilidad social universitaria o tercera misión, conocida como una de las más significativas reformas actuales destaca el compromiso de las universidades como establecimientos de educación superior con el acontecer constante de la sociedad en ámbitos sociales, económicos y políticos desde lo local hasta lo internacional. Promoviendo cambios sociales y conductuales responsables en el entorno donde se aplica, incidiendo de manera positiva y jugando un papel importante en la transformación social de los estudiantes y los conocimientos que estos adquieren. Estos y muchos beneficios hacen de la formación humanística de los estudiantes en general un bienestar social, independiente del perfil o estudio en el cual se están calificando. Al final de todo este proceso, vemos como muchos egresados de estos entes son ciudadanos profesionales de sus diferentes áreas y a la vez reflexivos, con gran sentido de pertenencia a su entorno, capaces de intervenir y liderar transformaciones necesarias que requieran el bien común y general y con gran capacidad argumentativa y critica. Ahora bien, ¿que se requiere para que estos profesionales se interesen más con su entorno en temas de participación política y mitigar la desconfianza en la transformación de una sociedad? La respuesta está en que las universidades están haciendo bien su trabajo, pero debería centrar aún más su atención en aspectos como la conciencia de la convivencia en comunidad, el dialogo como mediador de conflictos, la cooperación, respeto y tolerancia por todos, la sensibilidad para el bien común, afianzar la preparación de profesionales íntegros en responder adecuadamente en la solución de problemas éticos y tomar decisiones éticas, aprender en el diario vivir valores que incidan en su formación profesional, búsqueda constante de diseño, creación y ejecución de programas de servicios para toda una comunidad, el aprender a pensar y actuar reflexivamente, etc.
Finalmente, las instituciones educativas, más que centros de formación profesional en diferentes áreas o programas, son entidades capaces de crear y construir conexiones para el conocimiento entre todos sus miembros. Los procesos académicos, se relacionan cada día mas con las necesidades y demandas de una población, creando una imagen positiva en la sociedad. Sumado a todo este material pedagógico, deben seguir asumiendo los procesos formativos en el desarrollo de un mejor ciudadano capaz de dinamizar procesos formativos en el marco de lo social, cultural y económico, logrando de esta forma un ser humano más comprometido con su devenir. La responsabilidad social universitaria, debe seguir incursionando con mayor fuerza en todos los procesos de formación académica, al igual que la responsabilidad, la solidaridad y el respeto deben seguir siendo normas fundamentales para la vida cívica y la educación para que así las personas asuman sus roles ciudadanos. El sentido cívico debe ser estimulado por los superiores hacia los estudiantes con la premisa de llevar propuestas de aprendizaje ético conectadas con la formación profesional. Solo así tendremos ciudadanos con responsabilidad, con capacidad de razonamiento ante determinadas situaciones de ámbito social y al tiempo ser actuantes en todos los temas de transformación y participación ciudadana en aspectos políticos, económicos, culturales, ambientales y en todos los ámbitos integrando los conocimientos con las consecuencias sociales y ética que estos pueden provocar.
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