LOS LLANOS
paullgomezTesis16 de Junio de 2015
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LOS LLANOS
Bajo el primer cinturón de nubes, generalmente ubicado a los 1.000 msnm, aparecen los Llanos Orientales de Colombia, una extensa sabana que llega hasta el río Orinoco por el oriente y se extiende en sentido norte-sur desde el río Arauca hasta el río Guaviare; tiene una superficie aproximada de 266.300 km2, en la cual se pueden identificar tres grandes paisajes:
• El piedemonte llanero
• La llanura de inundación
• La altillanura plana y ondulada
EL PIEDEMONTE
El terreno ubicado en la base de la vertiente oriental de la cordillera Oriental, conocido como el piedemonte llanero, es una estrecha franja ubicada entre los 700 y 500 msnm, que tiene un clima típicamente llanero, con temperaturas medias de 23 a 30 ºC y un régimen de lluvias biestacional con 3.000 a 4.000 mm de precipitación anual.
Se formó a finales del Terciario y durante el Cuaternario —entre cinco millones y 10.000 años— por el poderoso transporte de rocas y detritus que descendieron a través de los cañones y valles montañosos y se depositaron en el pie de las montañas formando abanicos o conos de deyección; los sedimentos más finos llegaron a una gran distancia de la cordillera. En el Pleistoceno —entre 600.000 y 10.000 años— se levantó todo el bloque de tierras al oriente del río Meta, lo que formó la altillanura, una franja plana a la que no llegaron más sedimentos aluviales. Los movimientos tectónicos que levantaron el borde de la cordillera, en ciertos sectores elevaron los abanicos y el terreno plano se inclinó hacia la montaña, de tal manera que en dirección al llano quedó un escarpe abrupto, como el que se observa en algunas serranías bajas cerca de Yopal; posteriormente los procesos erosivos se encargaron de modelar el terreno para generar diferentes formas de relieve, como terrazas escalonadas, terrazas planas y profundamente disectadas por amplios valles y pequeñas serranías.
Durante cada creciente los ríos aportan en el piedemonte nuevos materiales que se depositan sobre el cono mismo, formando una extensa zona de explayamiento con un cauce trenzado que en algunos casos puede alcanzar cientos de metros. Debido a los flujos torrenciales y a su desborde, el terreno del piedemonte se torna inestable, lo que representa una gran amenaza para la vida, los ecosistemas y las obras de infraestructura; según el profesor Antonio Flórez, sus principales causas son las siguientes:
• La sismicidad característica de la zona favorece los deslizamientos y movimientos en masa y el consecuente aporte de materiales hacia los conos de deyección.
• Las cuencas hidrográficas en las montañas tienen fuertes pendientes y por lo tanto su capacidad de carga es alta.
• La disminución de la pendiente en el piedemonte hace que las corrientes divaguen, lo cual genera inestabilidad en los cauces —se forman algunos nuevos y otros desaparecen—.
• La destrucción de la cobertura vegetal hace que el escurrimiento del agua sea más rápido y aumenten la disección y el transporte de material.
LA SELVA DEL PIEDEMONTE
Poco se conoce acerca de la ecología de las selvas húmedas tropicales del piedemonte llanero; en general, éstas se caracterizan por un dosel continuo y heterogéneo debido a la fuerte pendiente y a la irregularidad del terreno que presenta suelos predominantemente arcillosos en los interfluvios y arenosos en las laderas. La estructura vertical del bosque es multiestratificada con árboles que alcanzan hasta 30 m de altura y aunque abundan el lechero, el higuerón o matapalos y el tronador que produce una leche cáustica y tóxica, las especies dominantes son las leguminosas como el dormilón u orejero. También se encuentran maderas valiosas como el laurel oloroso, el cabo de hacha o costillo, el achapo y el peinemono; entre los frutales se destacan el zapote, el mamey y los caimos.
Esta franja es rica en palmas de enormes raíces zancos, —más de 20 especies— como el palmiche, la mil pesos, la zancona y la choapos, que en ocasiones emergen sobre el dosel. En los estratos bajos sobresalen por sus grandes hojas varias especies de Ciclantáceas como la iraca, cuyas hojas similares a las de la palma son utilizadas para la elaboración de sombreros y varias especies deHeliconia como los platanillos; la alta humedad de esta zona favorece el desarrollo de multitud de plantas epífitas entre las que se destacan los helechos.
LA DIVERSIDAD DEL PIEDEMONTE
La alta diversidad de mariposas endémicas contribuyó a que los investigadores pudieran reconocer en el piedemonte el refugio pleistocénico denominado «Villavicencio», que de acuerdo con el científico Jorge Hernández Camacho, se extendió desde el río Ariari hasta el Casanare y desde los 500 msnm, hasta entrar en contacto con los bosques nublados.
Esto ayudó a que el piedemonte de la cordillera de Los Andes posea un elevado nivel de endemismo de plantas y animales, también relacionado con la gran variedad de hábitats que ofrece y con las condiciones ambientales favorables que se presentan durante la temporada de verano. Se destaca la gran diversidad de mamíferos, como los gatos o félidos y los primates como el mono churuco, el mico araña o marimonda, el macaco, el mono ardilla, el mico nocturno o marteja y el mono aullador. En cuanto a reptiles se han registrado 32 especies.
Se considera que biogeográficamente el piedemonte es una extensión de la selva orinoquense y a la vez una prolongación de la selva amazónica, pero con empobrecimiento de especies amazónicas debido a su carácter de península, con una orientación de sur a norte. En los estudios sobre diversidad biológica en Colombia, el piedemonte se reconoce como una de las regiones más ricas en aves —542 especies—. Cada vez que se emprenden investigaciones se descubren nuevas especies en todos los grupos; recientemente los ornitólogos Paul Salaman y Gary Stiles registraron 35 aves de las que no se tenía conocimiento en esta zona, así como una especie nueva: el colibrí Campylopterusvillaviscensio; diez especies muy poco conocidas en esta vertiente resultaron ser mucho más comunes de lo que se creía y el rango de distribución de muchas otras se amplió significativamente. Los nuevos datos ponen de manifiesto la importancia de tomar medidas de conservación en una región tan rica en aves y todavía pobremente conocida.
LA SABANIZACIÓN
Hace aproximadamente 45 años L.A. Holdridge y J. Tosi, destacados ecólogos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, llamaron la atención sobre la destrucción de la selva de la Orinoquia:
«Al oriente de Villavicencio se puede apreciar cómo se desprende la planicie oriental de la Cordillera, en forma de un plano suavemente inclinado, recorrido por los ríos, que a manera de anchurosas heridas, cortan la espaciosa llanura. Las selvas aquí han quedado reducidas a rastrojos, con uno que otro árbol como mudo testigo sobre potreros donde crecen solitarias las palmeras y ceibas corpulentas».
El proceso de tumba, roza y quema para el establecimiento de pastizales para la ganadería y zonas de cultivo, culmina con suelos erosionados y empobrecidos que después de abandonados, son colonizados por especies pioneras de rápido crecimiento como el balso, un árbol de madera extraordinariamente liviana y el yarumo. La deforestación se presenta en dos frentes: el que desciende de la montaña y el que sube del llano; entre estos se encuentran los últimos remanentes de selva húmeda. Hay muchos lugares en los que este tipo de bosque ha desaparecido completamente, rompiendo así la comunicación entre la selva andina, la selva del piedemonte y el bosque de galería, que se adentra en las sabanas.
Los incendios periódicos, la pérdida de nutrientes del suelo y el pastoreo mantienen el paisaje transformado por largo tiempo. La eliminación de este hábitat es sin duda una de las principales amenazas para los primates del piedemonte llanero, como el tití, el mico choyo y las marimondas, que se encuentran entre los más amenazados de toda la región. Desafortunadamente, este proceso también comienza a afectar las áreas de conservación de los Parques Nacionales Naturales de la Orinoquia.
LA LLANURA DE INUNDACIÓN
La región localizada al occidente del río Meta, conocida como sabanas de Casanare y Arauca, es probablemente la mayor extensión de tierras del norte del continente suramericano, que se encuentra por debajo de los 200 m de altitud. Estas planicies, sujetas a inundaciones durante aproximadamente siete a ocho meses al año, presentan un período de lluvias entre marzo y noviembre y un corto verano de diciembre a febrero; por el oriente, su límite está definido por una falla geológica que se desarrolla en sentido suroccidente–nororiente. El río Meta sigue el rumbo de esta falla y socava las paredes del bloque oriental —la altillanura—, que está casi 40 a 50 m más alto.
En la llanura de inundación los procesos ecológicos, los suelos, la flora, la fauna y el uso de la tierra están determinados por el comportamiento de las inundaciones y conforman conjuntos que involucran varios ecosistemas, por lo cual son considerados macrosistemas en los que hay ambientes acuáticos permanentes, temporales y sabana de tierra firme, pero el área mayor corresponde a los ambientes acuáticos temporales.
Las planicies inundables constituyen sistemas estables con características únicas; si se analizan durante largos períodos, según el comportamiento de la cuenca, el curso del río y la planicie y se acepta lo afirmado por Alfredo Paolillo y otros investigadores de la Orinoquia venezolana, dichas planicies se pueden catalogar como humedales.
Las tecnologías de
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