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La Compresión De Los Fenómenos Como Objetivo De La Investigación

Nigromante6612 de Noviembre de 2013

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La compresión de los fenómenos como objetivo de la investigación

El paradigma interpretativo renuncia al ideal objetivista

de la explicación y postula la búsqueda de la comprensión

El propósito del presente trabajo es dar a cuenta de los avances que tengo en relación con el trabajo de campo en el proceso de articulación con el trabajo de investigación que estoy realizando, denominado “La función supervisora en el marco de la implementación de la RIEB”

Para tal efecto y en base a la convocatoria emitida para la realización del Coloquio Estatal de Posgrado de la Universidad Pedagógica Nacional-Hidalgo 2013, denominado “Entre el trabajo de campo y la construcción de la tesis”, y específicamente en el área temática “Sujetos de la Educación”, me permito, antes de abordar los aspectos mínimos requeridos para la realización del presente trabajo, hacer algunas reflexiones iniciales que me permitirán ponerme en posición de confirmar el porqué he decidido recorrer la ruta metodológica e instrumental que enseguida planteo.

Cuando tome la decisión de que la función supervisora en un primer plano y después el supervisor escolar como un sujeto de la educación seria mi objeto de estudio, tuve la sensación de que me acercaba a una figura mítica dentro del campo educativo, a un ser que representaba dos aspectos inherentes al poder, “autoridad y control”, términos que he encarado en los relatos de los informantes, quizá salidos del inconsciente de los mismos, como reflejo del imaginario social que han creado y se han creado en torno a ellos.

Poder significa la probabilidad de imponer la propia voluntad, dentro de una relación social, aún contra toda resistencia y cualquiera que fuere el fundamento de esa probabilidad” (Weber 1992, p 43).

Esta primera reflexión, me hace pensar que uno de los principales elementos de estudio, que gravitarán en torno a esta investigación, y por supuesto altamente ligados a estas figuras, será precisamente el estudio del poder, como un primer elemento ya advertido.

El fenómeno del poder constituye uno de los ejes centrales de indagación de la teoría política, tanto en su tradición ancestral y filosófica, que Norberto Bobbio denominó ciencia política en sentido “amplio” como en los estudios más científicos y empíricos que representan a la disciplina en sentido “estricto” (Bobbio 1982).

En un segundo momento, la acción del supervisor, es decir la de “supervisar”, se encuentra ligado a los conceptos de vigilar, mandar y controlar, términos que también encuentro de manera reiterada en los discursos de los sujetos entrevistados.

La supervisión entendida como técnica de verificación y control difícilmente coadyuva al logro de los objetivos. (Elizondo 1994 :271)

Cuando anteriormente referí la figura del supervisor como un ser “mítico”, lo hice con la plena conciencia de saber, desde el punto de vista empírico, que un ser mítico es alguien sobrenatural, villano o bondadoso, eso puede representar la figura del supervisor encarnado en lo humano.

En esta reflexión, recuerdo que al asumir el cargo de supervisor de educación primaria, en esos actos irreflexivos que nos provoca la inexperiencia, comente a una querida compañera que los profesores de la zona escolar a la que me asignaron me verían diariamente en sus escuelas, a lo que ella contesto inmediatamente “no lo haga, porque entonces como supervisor va a perder el misticismo”, ante tal comentario, no pude menos que sonreír y preguntarme si realmente existe algún misticismo en la figura del supervisor, o era una de tantas denominaciones desproporcionadas que se da a los sujetos de la educación.

Luego entonces al recurrir a la definición de misticismo, me encuentro nuevamente un término ligado a lo sobrenatural, sin embargo con un elemento adicional, “aquel que vive en la santidad, en la contemplación con Dios”.

Con estos comentarios, compruebo que somos generosos en la utilización indiscriminada de ciertos términos, que sin embargo para nosotros, significan algo.

Es entonces la significación, de acuerdo al diccionario, “un proceso que asocia un ser, una idea o un hecho a un signo que lo representa”, surge el signo como elemento indispensable de la interpretación.

Estas breves reflexiones, en una rústica articulación, me colocan precisamente ante la posibilidad de explicar el enfoque metodológico que habré de utilizar en mi trabajo de investigación y que esta focalizado en el objeto de estudio denominado “Supervisor Escolar”, quien es efectivamente, en términos de la convocatoria, un sujeto individual el cual se encuentra inmerso en condiciones institucionales, de vida, un personaje que ha acumulado experiencias en torno a su función, que se encuentra en un proceso evolutivo y que tiene perspectivas que lo ligan a su origen educativo, en suma se concibe como un sujeto protagónico del hecho educativo.

Retomo entonces una de mis principales preguntas en la investigación esperado sea el hilo conductor que me lleve a un feliz término de la misma:

¿QUIEN ES EL SUPERVISOR ESCOLAR?

En base a lo anterior y con la finalidad de comprender al sujeto en cuestión, el enfoque metodológico utilizado en la investigación es el enfoque interpretativo, por lo que hacer una serie de reflexiones sobre algunos aspectos de éste método, serán importantes para el buen desarrollo de la investigación.

Qué es la interpretación

La interpretación es un trabajo de comprensión, cuyo propósito es descifrar los símbolos. Lo simbólico es, de acuerdo con Ricoeur, “la mediación universal del espíritu entre nosotros y lo real; lo simbólico quiere expresar ante todo el carácter no inmediato de nuestra aprehensión de la realidad”. (Ricoeur, 1995:13). Ricoeur designa como símbolo a las expresiones de doble o múltiple sentido cuya estructura semántica permite al trabajo de interpretación hacer explicito un segundo sentido o sentidos múltiples. Asi, la interpretación en tanto que trabajo de comprensión se constituye como una estructura intencional de segundo orden construida sobre un primer sentido que remite a otra cosa, misma que en ese primer sentido solo se encontraba apuntada.

Entonces, lo que hace posible la interpretación es la relación de un sentido segundo con un sentido primero, la relación de sentido a sentido, no la relación del sentido con la cosa sino la distancia que media entre la significación y la cosa.

Los símbolos que dan forma al lenguaje de los sujetos

Para Ricoeur es el símbolo en donde la expresión lingüística se presenta en su doble sentido o sentidos múltiples, de tal forma que define al símbolo como una estructura semántica de doble sentido.

El símbolo se genera cuando el lenguaje produce signos en los que el sentido no solo designa la cosa, sino otro sentido que no puede alcanzarse sino a través de ese sentido primero. En el símbolo se intercala un sentido aparente y un sentido latente y ese doble sentido es el que hay que desimplicar a través de la interpretación.

El símbolo está ligado y ligado en doble sentido: ligado a….y ligado por. Por un lado, lo sagrado está ligado a sus significaciones primarias, literales, sensibles: es lo que le da opacidad; por otro lado, la significación literal está ligada por el sentido simbólico que reside en ella; es lo que he llamado el poder revelador del símbolo, lo que constituye su fuerza a pesar de su opacidad. (Ricoeur 1995:31)

El reconocimiento del texto, un paso obligado para la comprensión

Hacer inteligible un texto redunda en una inteligencia de sí mismo, esto es lo caracteriza lo que Ricoeur llama reflexión concreta, una especie de filosofía reflexiva que se presenta como correlativa de la hermenéutica.

Así, la autocompresión pasa por la comprensión de los signos de la cultura en los que el yo se forma, por lo tanto, la comprensión del texto no es un fin en si mismo sino que sirve de mediación de relación consigo mismo de un sujeto; de ahí que la reflexión no sea nada sin la mediación de los signos y que la explicación no sea nada si no se constituye como inmediataria en el proceso de autocomprension. (Ricoeur, 2002: 141)

El texto, señala Ricoeur, es la mediación por la que llegamos a comprendernos a nosotros mismos, ya que el sujeto no puede conocerse a sí mismo por intuición inmediata, sino sólo a través de un gran rodeo de los signos depositados en las obras culturales, situación que nos permite recibir del texto algo más vasto. Así comprender es comprender el texto, situación que solo es posible a partir de un distanciamiento que permita tanto la desapropiación de los prejuicios de quien lee, como la apropiación de las proposiciones derivadas del texto, de tal modo que el distanciamiento se constituye en condición de la comprensión dentro de todos los niveles de análisis.

El distanciamiento como requisito de la comprensión

Bourdieu define a la objetivación participante como el ejercicio que permite tomar conciencia de que no se tiene una posición imparcial sobre un objeto en particular, que el entendimiento de quien investiga el mundo social está ligado a categorías de percepción socialmente construidas y la posición que como sujeto se ocupa en un campo determinado. Entonces objetivar equivale a analizar las premisas y prejuicios ligados al punto de vista del sujeto que investiga, a develar sus propios “intereses creados” de tal forma que la objetivación participante “[…] solo puede alcanzarse si descansa en una objetivación, lo más completa posible del interés de objetivar-inherente

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