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La Guerra En Colombia Es Una Fiesta Criminal, Una Fiesta De Salvajes


Enviado por   •  16 de Agosto de 2014  •  631 Palabras (3 Páginas)  •  412 Visitas

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La guerra en Colombia es una fiesta criminal, una fiesta de salvajes

“La guerra existirá hasta ese lejano día en que el objetor de conciencia goce de la misma reputación y prestigio que el guerrero en la actualidad” – John F. Kennedy.

“El conflicto y la hostilidad, son fenómenos tan constitutivos del vínculo social, como la interdependencia misma” así es como Zuleta (1985) le otorga a la guerra su naturaleza en la sociedad, como una actividad resultante de las contradicciones internas y de la lucha de clases (tesis marxista-leninista). Pero Zuleta oculta que los conflictos internos que han sufrido los países latinoamericanos en los últimos 50 años no se deben a diferencia u odios de clase, sino a la acción violenta de una minoría comunista que inició sus acciones terroristas en el marco de la guerra fría y que desde entonces ha mantenido a nuestras sociedades sumidas en lo que más bien se debería llamar una fiesta criminal, una fiesta comunista.

Calificar la guerra que actualmente se lucha en Colombia como una borrachera colectiva sería negar la esencia criminal y terrorista de aquellos bandos que desde hace cincuenta años atentan contra los más vulnerables. El pueblo colombiano no participa activamente de esa fiesta pero sí pone los muertos para que la fiesta comunista continúe. En palabras de Luis Carlos Restrepo:

Caer en el juego de decir que existe en Colombia un "conflicto social y armado", es nada más ni nada menos que aceptar que la guerrilla está en armas porque existen conflictos sociales o que los conflictos sociales en Colombia no tienen cauces democráticos para dirimirse, por lo que sólo encuentran la vía de las armas para expresarse (2005).

Colombia ha vivido una guerra de diferentes etapas, pero ésta que estamos viviendo hoy en día no se puede calificar de otra forma que como una gran amenaza narcoterrorista; unos terroristas que con los inmensos recursos del narcotráfico han puesto en jaque a la sociedad.

Tristemente, aquel que no quiere hacer parte activa del conflicto estará obligado a hacerlo. Infinitos son los testimonios que revelan la incapacidad de decir que no: “[…] si no estoy armado, me matan como a Gaitán, a Pardo Leal, a Bernardo Jaramillo y como a tres mil dirigentes y activistas de la Unión Patriótica. Porque en este país matan al que hace política exitosa distinta a la de los partidos tradicionales” (Patiño 1998). Miles son los testimonios de aquellos que han sido atropellados por esos terroristas con los que hoy se negocia una “paz”, atropellos con minas antipersonas, violaciones, secuestros y asesinatos entre otras arbitrariedades. ¿A caso esto si es una guerra de dos bandos? O más bien una guerra donde el uno abusa y el otro no se puede quedar con los brazos cruzados, una fiesta de salvajes que gozan con el sufrimiento

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