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La Lealtad

elmasquerido4 de Agosto de 2014

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Un sábado en la tarde, me detengo en el parque a saludar a mis amigos de infancia y compartir al menos una hora con ellos, para votar el golpe. Eso ocurrió en el año 2001.

Manolito, sentado y leyendo en voz alta las deportivas de un periódico de ese día y de gran circulación nacional, llegue a tiempo para escuchar el tema de ese momento. Manolito lee el título: “No tiene el mismo valor y precio:

• Una pelota de baloncesto en la mano de Michael Jordan que en la mano de un aficionado.

• Un bate de beisbol en las manos de Sammy Sosa que en las de mi hijo.

• Un palo de golf en las manos de Tiger Wood que en los muchachos que juegan a la plaquita.

• Una raqueta de tenis en las manos de las hermanas Williams que en las manos del que las lustra y revisa.”

Interrumpe Miguel y dice: - No tiene el mismo precio un micrófono en las manos de Luis Miguel, que en la de la barbie de mi sobrina.- Todos reímos y de inmediato se armó una andanada de opiniones.

Después de escuchar algunas, llega mi turno. Les advierto a los amigos, antes de iniciar la anécdota, que es una situación muy común, que a cualquiera le pudiera pasar, si no le ha pasado ya. Tiene que ver con un tipo de análisis, el que todos conocemos como coprológico y estoy seguro que a todos nos ha tocado hacerlo en algún momento de nuestras vidas. Por eso, aunque es un tema repulsivo, es tan real y acertado como la opinión del periodista que escribió el artículo de ese diario, que dió inicio esta tertulia vespertina.

Antes hago un nuevo preámbulo: -Disculpen, mi intensión no es contarles algo vulgar con lenguaje que pudiera ser soez, si no realista. Así que acomódense.-

Narro: -Ese artículo me recuerda a un señor de un campo de la Vega que tenía un dolor ….-

El valor depende de quien tenga el objeto

Don Amable, un señor de mediana edad, en el ocaso de los cincuenta años de edad. Alto, robusto, hacendado, mandón por costumbre, elegante por tradición y terco por naturaleza. Nacido y criado en la comarca El Romero, cerca de la entrada a la ciudad de Moca. Acompañado de su esposa y por insistencia de esta, Dña. Cándida Altagracia del Corazón de Jesús Rodríguez de Fernández (cariñosamente Dña. Candita); asisten al Centro Médico de la Vega, para realizarle un chequeo médico general a Don Amable, que aunque nunca había sufrido “de nada”, en esta ocasión estaba aquejado de varias dolencias desde dos años antes y en 1973 tras un fuerte malestar estomacal no tuvo otra alternativa…..

-Tuve viejo, ya llegamos- exclamo Dña. Candita. Don Amable responde semi- inconforme: –Espero que esto sea rápido, el tiempo hay que aprovecharlo-. -Dejé a Cupeche y a Pano arando la parcela de la lomita- .-Jum esos dos hijos de la comadre Benita, son medio haraganes.-

-Aunque el compadre Ludo, está sembrando tabaco del otro lado de la cuesta, sabe que yo salí para acá y “me les va a tirar el ojo”.- continúo diciendo, mientras entran a la Clínica.

Ya en el consultorio del Doctor Ramírez, Médico Internista-Gastroenterólogo y después de revisarle los signos vitales, entre otras inspecciones a Don Amable, este, blandiendo el sombrero gris de Fieltro, de alas estilo tejano, preguntó -Doctor que será lo que tengo en la barriga…será parasito?-. El Doctor conserva-doramente le responde –Según los síntomas que usted presenta, sospecho que usted tiene amebiasis, entre otras cosas, las cuales sabremos cuando estén listos los resultados de estas pruebas de laboratorio que le estoy indicando.- Continuó diciendo el Doctor: -Aunque veo que ha sido un hombre sano toda su vida, es recomendable además, hacerse varias radiografías de tórax y la región abdominal-

-Aquí tiene Don Amable- indica el Galeno. –Este, el Hemograma Completo, vamos a determinar la cantidad de glóbulos rojos, blancos y las plaquetas. Debe repetirlo mañana en la mañana, debe ser en ayuda, por la prueba de glicemia, que sirve para medir la cantidad de glucosa en sangre, o sea medir la cantidad de azucares en la sangre, entre otras cosas-.

El Doctor señala con el bolígrafo dorado otras indicaciones escritas -Este examen de Orina puede ser ahora mismo.-

-Este otro, el Coprológico Seriado, puede dirigirse al laboratorio, a dejar una muestra ahora, cuando salga del consultorio. Entonces mañana en la mañana usted trae la segunda muestra. Continúo el Doctor.

-En esta otra indicación sugiero hacerse una radiografía de tórax y una de Abdomen, que se las puede hacer de inmediato y me traen las placas mañana junto a los demás resultados. De acuerdo?- Instruyó el Dr. Ramírez.

Don Amable no puso mucha atención a la explicación del Doctor sobre las radiografías, porque estaba pensando en cómo y en qué debía traer la delicada y fragante muestra para el estudio coprológico.

-Doctor, perdón, traigo mucha o qué cantidad?- Preguntó Don Amable haciendo el gesto con sus grandes manos, como si tuviera un balón de futbol entre ellas…. El Doctor respondió sonriendo… -No, solo un poquito- indicando la medida con sus dedos pulgar e índice casi unidos.

Transcurrieron varias horas entre turnos, toma de muestras, estudios y pagos. Don Amable en tono determinante y decidido, mostrando sus resacas trujillistas exclamó -Bueno Candita, ya tá bueno por hoy. Vámonos-.

Dña. Candita preguntó -¿Y no vamos a esperar los resultados, para estar seguros de que no tienes otras cosas de cuidado? -Mira, Amable estamos aquí en la Clínica-. –Ahí no no no mañana nos enteramos. Tengo que ir a supervisar a esos trabajadores y ver si llevaron el ganado a beber agua al rio.- Reprocho Don Amable.

-Oye viejo, esas tierras y el ganado se quedan y uno se,…. Don Amable interrumpe -Ya se Candita, todas las propiedades de quedan y uno se fuñe. Pero si te digo: De algo hay que morir, vieja, aunque estoy leeejooos de eso-.

Dña. Candita le reprocha –Entonces para que vinimos al médico e invertimos todo este tiempo y dinero eh? Don Amable extiende sus brazos y hace ademanes con sus manos mientras responde: -Bueno tú para asegurarte que yo viniera y yo para complacerte a tí y me dijeran parte de lo que yo sabía que tenía.-. Y Siguió diciendo: -Total, me tomo dos potes de remedio del que hace Alcadio y me ponen como un trinquete. Me ponen como el fuete que está usando Cupeche ahora; digo si no está “recotao” debajo de la mata de mango, haciéndole cuento a Pano y a Chelo. Ahíii si los jayo en eso y no han arado la mitad del terrero aunque sea.-

Dña. Candida, recuerda un suceso y se detiene, se pone las manos en la cintura y medio airada responde -¿Como un fuete? Sigue hay. Tu cree que yo no te ví haciéndole ojo bonito a la muchacha que vino de Constanza con la Rubia de Ernestico.

Se defiende Don Amable, elevando lo más alto posible en su rostro sus copiosas cejas, en tono de sorpresa y sarcasmo y abriendo las manos como el que va a empujar una guagua de pasajeros:

-Bueno vieja tu viste mal. La Rubia de Ernestico me saludó y yo como persona educada y decente le devolví el saludo a ambas-.-Siii como no- dijo Dña. Candita y prosiguió a manera de imitación de Don Amable y moviendo la cabeza estilo hombre galante: -Adiooosssss Rubia y esa bella flor de primavera dónde fue cultivada? Que no coja mucho sol para que no se me marchite.- y prosiguió más incomoda todavía, ya envestida en su propia personalidad -Mira viejete debes de ponerte en tu lugar ya- . Don Amable para salir del charco dijo…. -Apura el paso que ya el carro de turno está ahí.- Se montaron en el automóvil y se dirigieron al norte rumbo a la comarca El Romero. Dña. Candita fue todo el trayecto molesta y callada. Don Amable se notaba teatralmente molesto también.

Ya en la entrada del pueblo, al desmontarse del vehículo, Dña. Candita prosiguió la discusión anterior y dice –Pues si, Sr. Amable Antonio Fernández, la próxima vez que yo te encuentre….- De nuevo Don Amable interrumpe. –Coooncho se me pasó preguntarle al Doctor que en qué envase llevo la cuestión. Por tu culpa Candita por estar hablando de cosas sin importancia y que ya pasaron- Dña. Candita riposta – Aja, mire Sr. Amable no mezcle una cosa con otra, lo que te explicó el médico fue a las 10 de la mañana y yo te recordé tus piropeos ahorita a las 3 de la tarde.- Expuso Dña. Candita. Don amable cerro el capítulo diciendo: -Es lo mismo ahora, ahorita, el asunto fue que no le pregunté la vaina al médico y el tampoco me dijo na.- Dos trabajadores de la finca de Don Amable esperaban a la pareja. Don Amable se monto en su enorme caballo blanco, un corcel de hermoso pelaje y aseado. Dña. Candita en el coche de su propiedad, denotando en su mirada inconformidad con su esposo y tratando de que sus empleados no se enteraran de la conversación.

A las 7 de mañana del día siguiente, todavía con la neblina en el ambiente, una suave brisa y el canto de los gallos, en la terraza de la casona, Don Amable, acogiéndose a la sugerencia que le había dado su compadre Ludo la noche anterior, procede cuidadosamente a envolver en una funda de plástico una cajita de fósforo que contenía la encomienda. Luego de atesar bien la funda, para despejar cualquier duda a lo largo de la travesía y hasta llegar a la Clínica, toma otra funda y enrolla de nuevo el paquetito. Todo ese aparataje ante la atenta mirada de Dña. Candita y Negrito el perro mascota de la casa.

Entra el comprimido paquetito, en el bolsillo delantero izquierdo de su pantalón estilo pachuco, este con dos grandes pinzas a cada lado. Le pregunta a Dña. Candita que si

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