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Lealtad Rorty


Enviado por   •  5 de Marzo de 2016  •  Ensayos  •  2.788 Palabras (12 Páginas)  •  255 Visitas

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LA IDEA DE LEALTAD EN RORTY: ALCANCES Y DIFICULTADES

Por Miriam Díaz Somera

En este ensayo abordaré el concepto de “lealtad” propuesto por Richard Rorty, con el propósito de tratar los aspectos positivos que este autor resalta acerca de dicho sentimiento, tales como: el fortalecimiento de la solidaridad ampliada y la inclusión del mayor número de personas a la comunidad liberal democrática,  la que desde su perspectiva es la más adecuada para acercarnos a un modo de vida pacífico. También analizaré algunos de los principios en los que se basa dicha comunidad liberal, los cuales, en su práctica concreta han desencadenado prácticas de exclusión hacia sociedades no occidentales.

 

De tal manera, el ensayo está divido en dos apartados: el primero hace referencia a los argumentos esgrimidos por el filósofo norteamericano acerca de la  justicia como lealtad ampliada, el papel que desempeña la persuasión, así como el tema de la política liberal democrática occidental; en el segundo se reflexiona sobre algunos principios liberales como son la igualdad, la fraternidad y la seguridad señalando casos en los que se considera peligrosa la exaltación de los lazos estrechos entre miembros de comunidades que basados en la lealtad a los miembros de sus propio grupo, suelen ser excluyentes con todo aquel que no forme parte del mismo clan, nación o grupo cultural.

  1. LA LEALTAD SEGÚN RORTY

En Pragmatismo y Política, Richard Rorty a través de su argumentación intenta mostrar que no existe una oposición entre lealtad y justicia, sino entre  lealtad a personas allegadas y lealtad ampliada, denominada por una larga tradición filosófica como justicia. De tal manera sugiere que en vez de centrar nuestra reflexión en la dicotomía entre ser leales o ser justos, aceptemos que somos individuos “desgarrados por lealtades en conflicto (la lealtad a nuestra familia y la lealtad a un grupo lo suficiente amplio)”[1] Esto es así, porque la afinidad y los lazos de confianza son los que se encuentran en la base de nuestra moralidad y no la pretensión universal de justicia -tal como sostienen filósofos ilustrados y aquellos que los retoman- que aspira a la universalización de las normas que emanan de la razón conforme al deber en sentido kantiano.

Por esta razón, el filósofo norteamericano arguye que los auténticos dilemas morales surgen cuando tenemos qué decidir entre ser leales a una comunidad más amplia o serlo a las personas con las que nos sentimos identificados y que pueden resultar afectadas si procedemos en beneficio del grupo más amplio. En palabras del propio Rorty: “Tiene que haber algún sentido en el que él o ella sean «uno de nosotros» antes de que comencemos a atormentarnos con el asunto” [2] de si haremos o no lo correcto al tomar la decisión.

Por lo tanto, la moralidad es entendida por el filósofo norteamericano como una relación de confianza  entre los miembros de un grupo que se encuentran estrechamente vinculados  “tal como una familia o un clan”[3], más no como lo que se hace por deber. En este sentido, la identidad moral se encuentra determinada por el grupo al que pertenecemos y a al que decidimos ser fieles, o de lo contrario tenemos un conflicto de nuestra identidad individual por romper con los lazos de confianza con los miembros del grupo. Según Rorty, esta lealtad al ser ampliada permite remplazar la noción de “dignidad humana” por la de “lealtad a la especie humana”.

Por otra parte, de la postura rortyana se infiere que los lazos de confianza que guardamos hacia los miembros de nuestra comunidad son más fuertes, mientras que aquellos que sentimos hacia personas externas a nuestro grupo se tornan débiles. Lo que no queda del todo claro es de qué manera se desenvuelve el sentimiento de afinidad o de empatía que experimentamos hacia miembros de nuestra comunidad, el cual nos conduce a actuar de manera leal y puede ser extendido.

Por ejemplo, en términos de David Hume, la empatía es entendida como una facultad inherente a la naturaleza humana, la cual consiste en la inclinación que tenemos por simpatizar con los demás, contagiarnos de los sentimientos y opiniones de aquellos con los que nos comunicamos y nos encontramos relacionados, ya sea por causalidad, semejanza o por contigüidad. De esta manera, tanto las opiniones como las pasiones que esas personas experimentan comienzan a adquirir mayor fuerza y vivacidad hasta que se convierten en una de nuestras propias pasiones. [4] 

Sin embargo, Rorty no da los suficientes elementos para entender cómo se desenvuelve dicha empatía, sólo la describe como un hecho en su observación histórico-social de los seres humanos, planteando casos hipotéticos en los que la empatía va desapareciendo, así como la lealtad se va estrechando en situaciones de supervivencia. Por estas razones, resulta complicado aceptar que dicho sentimiento de empatía, así como los de lealtad y solidaridad surjan dentro de comunidades heterogéneas y, más aún, que éstos puedan ser ampliados para promover una convivencia pacífica a gran escala.

        Para intentar responder a la cuestión de cómo se logran extender los sentimientos de empatía y de lealtad a grupos más grandes que el de nuestra propia familia, tribu o nación, continuaremos el análisis en el escenario de la política desde la postura rortyana, la cual propone el reforzamiento de la afinidad emocional para constituir una comunidad en la que más personas sean asimiladas. De esta manera, en su obra Pragmatismo y política, Rorty argumenta que es posible no forzar la inclusión a la “propia comunidad” mediante argumentos racionales, sino a través de la persuasión, que permita la superposición de creencias y deseos, así como el fomento de una coexistencia sin violencia.

Por ello, se infiere que es la persuasión la herramienta que propone el filósofo norteamericano, para lograr una lealtad ampliada que puede estar basada en “la seducción” y “la retórica”, pero también en la “Lógica” y el “Razonamiento” para guiar a las personas hacia lo que uno considera el buen camino. Pero como reconoce el mismo filósofo pragmatista, la utilización de la persuasión “es para cambiar las opiniones de la gente- lo que a su vez pudiera ser entendido como un intento de ejercer el poder”[5] con  menor violencia. Tesis reforzada en la entrevista a Joaquín Fortanet en 2005, en la cual afirma lo siguiente: “Todos esperamos que, con el tiempo, todo poder ejercido sobre otros seres humanos sea ejercido por medio de la persuasión (y ya nunca más por la fuerza). Si ese día llega, todos compartiremos `completa racionalidad comunicativa´ en el sentido más habermasiano.”[6]

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