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La lógica del poder en la argentina


Enviado por   •  26 de Agosto de 2022  •  Informes  •  2.210 Palabras (9 Páginas)  •  97 Visitas

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La lógica del poder en la Argentina

Todos deberíamos saber ya, cuál es la lógica del poder en la Argentina.

Todos deberíamos conocer cómo se mueven los hilos y como se arman las madejas del poder, y también que han sido muy pocos (y pocas), quienes han tratado de ir desentramando ese armado tan rígido.

Y saber que quienes han osado enfrentarse a ese poder real, no han terminado bien o que, simplemente, los han tratado de anular o exterminar.

Ese poder que nació ya desde antes de 1810 y que, al calor del comercio, el puerto, la esclavitud, los genocidios indígenas, los aplastamientos populares, el robo y la expropiación de tierras, el apoderamiento de la prensa, el ejército, los medios de producción, la formación de su propio Estado, la Constitución y las leyes escritas como forma de expresar su dominio y su verdad, es el que ha gobernado por etapas, pero que ha tenido siempre el poder real.

Cuando los patriotas de la Revolución, quisieron liberarse no solo políticamente, sino también económicamente, los hicieron sucumbir. Recuérdese la muerte de Moreno, el escarnio sobre Castelli, la muerte en la pobreza de Belgrano. No les importó el San Martín liberador, el San Martín hacedor de la independencia de este y otros países; cuando se opuso a proteger los intereses del poder, que ya gobernaba nuestra Patria (Rivadavia), lo persiguieron, lo quisieron matar, y así sucedió con la muerte de Güemes en manos de la oligarquía salteña, con los caudillos federales, con Artigas, Peñaloza, Varela, Ramírez, Quiroga, Dorrego y con el exilio del propio Rosas, entre muchos más.

Desde esa época de luchas, en las que el poder económico se hizo con el país a sangre y fuego, quedándose con las tierras de los originarios, exterminándolos, como a los caudillos que pretendían un país para todos, hasta la época de la democracia, cuando no pudieron acceder al gobierno por los votos, impusieron los golpes y la persecución, lo hicieron con Yrigoyen porque planteaba un antimperialismo naciente y el avance de las clases medias e inmigrantes; algo que indignó a los dueños del poder, lo repitieron con Perón que enfrentó al poder desde otro poder, y plantó en escena al pueblo trabajador como un nuevo sujeto de la política y como referentes de una nueva distribución de las ganancias, la sufrieron a Evita, que logró conciliar esos nuevos derechos, con los de las mujeres que ascendieron a escalafones que hasta entonces solo le estaban reservados a los hombres; la indignación de perder privilegios los llevó a bombardear cobardemente al pueblo, a intentar matar al presidente Perón, a proscribirlo, a perseguir a quienes invocaban su nombre o su recuerdo, hasta el límite de secuestrar un cadáver para evitar que el pueblo la santificara.

18 años de exilio, sin democracia real, sin participación de los trabajadores, con golpes a pseudodemocracias, con caos social, pobreza, marginación e indignidad para el pueblo, es el fruto del odio que esta llamada oligarquía, desató sobre la Argentina, cada vez que algún líder o movimiento intentó frenar su ya consolidado poder.

Toda la dirigencia de todos los partidos, movimientos, y organizaciones en nuestro país, saben cómo funciona esto. Saben quiénes son, saben sus nombres, el nombre de sus empresas, el nombre de los que manejan el poder y desde dónde se irradia. Saben que, desde los grupos concentrados y hoy diversificados, se manejan los gobiernos o las oposiciones, la prensa, la justicia, los planes de estudio de escuelas, universidades, civiles y militares, manejan la agenda de los gobiernos; les sean afines o no, y la voluntad de cada uno de los que, por temor a represalias, deben someterse a su proyecto de dominación.

También conocemos, y la dirigencia conoce, que este poder de dominación es mundial, y que en nuestro país funciona una subdelegación, como funciona en toda América Latina, que también se encargó desde épocas distantes hasta hoy frenar el avance de los pueblos hacia su libertad política, social y económica, lo hicieron con Paraguay y su presidente Solano López cuando encarnaba un modelo autónomo de desarrollo que atentaba contra los intereses británicos, utilizando de ariete a los gobiernos entreguistas de Mitre en la Argentina, del golpismo uruguayo encarnado en el general Flores y el imperio del Brasil gobernado por Alves de Lima.

Saben ellos y sabemos nosotros los militantes, que los gobiernos que no le son afines a estos grupos económicos internacionales, o que no responden a sus intereses geopolíticos, son asediados y finalmente depuestos, por ese entramado que señalamos en nuestro país, pero que está desarrollado en todos nuestros países de la América Latina.

Los golpes de Estado de Chile con el asesinato de Allende en manos del dictador Pinochet, o de Uruguay en manos de Bordaberry, o anteriormente en Paraguay con la dictadura de Stroessner, y recientemente en 2012, con el golpe institucional a Fernando Lugo, la dictadura en Brasil que recuperó la democracia luego de 20 años, recién en 1985, el golpe de Estado a Isabel Martínez en Argentina en 1976 por la dictadura genocida de Videla y el resto de los asesinos que le siguieron, el asedio constante de esos grupos que reconocen y reconocemos que responden a Estados Unidos, sobre los dignos pueblos de Cuba, Venezuela, y Nicaragua, o los golpes más recientes sobre Zelaya en Honduras en 2009, el Impeachment contra Dilma Rousseff en 1916 y el encarcelamiento de Lula con una condena de 18 años de prisión y la inhabilitación para ejercer cargos públicos, cuando estaba primero en las encuestas para la presidencia del Brasil, y que gracias a esa vil operación, lograron el ascenso al gobierno, del ultraderechista Bolsonaro, o el golpe sobre Evo Morales en Bolivia en 2019, orquestado por EEUU y su espada en América; la OEA y en este caso proveídos militarmente por armas enviadas por el gobierno liberal de Macri en Argentina…

Todos, en definitiva, sabemos que el signo ideológico de los gobiernos depuestos siempre es, o del nacionalismo popular revolucionario, de izquierda o del progresismo, pero nunca un gobierno de derecha, liberal o conservador ha sido molestado siquiera por el poder económico y político mundial y sus socios locales. El orden mundial expresado en la supremacía del capitalismo hegemonizado por los EEUU, ha dispuesto que el mundo debe ser liberal (o neoliberal desde finales de la década del 80) para que el capitalismo como forma económica, domine el mundo de los negocios y les otorgue privilegios a los ricos dueños de las empresas trasnacionales a efectos de dominar también el mundo política y territorialmente.

Todo eso que sabemos, es a partir de la experiencia y del saber histórico, que la injerencia de EEUU se dio primero de forma intervencionista, de ocupación, y de la preparación y desarrollo de los golpes de cívico-militares, y que luego se pasó a los llamados golpes “blandos” con la complicidad y participación de sectores opositores afines a sus ideas políticas y económicas. Que esta intromisión  ha seguido la línea de una estrategia bien definida y que ha sido la de generar tensiones, desestabilización, producto del manejo de los medios de prensa, el ahogo económico con subas indiscriminada de precios (grupos económicos) y un proceso de estancamiento y pérdida del valor de la moneda, junto a la evasión y la escases de divisas, que produce miedo e indignación en toda la población que se empobrece rápidamente, seguida de una agenda judicial que, acorde a los tiempos políticos, y respondiendo a una dinámica coordinada con los medios, despliega una persecución de los líderes populares, como ocurrió con Rafael Correa en Ecuador, Lula Da Silva en Brasil y con Cristina en nuestro país, y que se cristaliza hoy con una acusación fiscal, sin pruebas, sin derecho a defensa, sin escrúpulos en cuanto a mentiras y falsedades, y respondiendo a una lógica que se ha dado en llamar “Lawfare” que es la persecución política, mediática y judicial de quienes intentaron cambiar el orden preestablecido, como dijimos, históricamente en nuestro país.

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