Las Peleas
kasuo19 de Mayo de 2013
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El Centro de Protección Animal de Madrid (Carabanchel) no cesa de recibir animales abandonados después de haber sido maltratados. Heridas que evidencian que han sido utilizados en peleas de perros o como «sparring» (cebo para entrenar a otros canes). «El número que llega así es constante. Es difícil detectar si vienen de combates, pero por las mordeduras se intuye», señalan desde este recinto.
Las luchas de perros ilegales en la región, aunque han descendido en los últimos años, se siguen celebrando. En una clínica veterinaria de Vallecas detallan que llegan muchos perros con mordeduras de un parque de Santa Eugenia que delimita con la avenida que lleva el nombre de este barrio y Camino de Visares (Villa de Vallecas). José –nombre ficticio– es avezado en las peleas de perros «más profesionales», como él las describe. «Ahora se han metido los gitanos y niñatos chuletas y se ha perdido la esencia», sentencia mientras pasea a su presa canario por esta zona. En este paraje, revela, se llevan a cabo luchas de perros de menor importancia y carreras de galgos. También ahí entrenan a los animales para ganar las apuestas.
«Se les hace morder palos y mientras lo agarran con fuerza se les da vueltas en el aire para reforzar sus mandíbulas. No se sueltan. También se les pega con palos en el cuello y en el muslo trasero para endurecer su piel». Este hombre relata cuáles suelen ser los sitios donde se celebran contiendas de forma clandestina a lo largo del mes en la capital. El descampado de Los Berrocales –junto al Ensanche de Vallecas, el barrio que iba a albergar 22.000 viviendas– es el escenario estrella. Cuenta José que los apostantes acceden a este lugar con furgonetas. Colocan los vehículos en círculo en un punto y tapan los huecos con fardos de paja para cercar el terreno de lucha. Con los faros de los coches iluminan el «ring».
20 personas en el «circo»
«Las apuestas pueden ser uno contra uno o por mangas. Aquí te puedes sacar desde 200 a 600 euros por pelea si ganas. Años atrás, la recaudación era mayor», dice. Mientras se camina junto a José y su animal, no cesan las miradas examinadoras hacia los intrusos, los periodistas, de las personas que, como este hombre, tienen perros de razas de pelea y se dedican, según asegura, a este tema. En los Berrocales se pueden llegar a citar hasta 20 personas. Pero José señala en el mapa también la pista de frontón que se ubica junto al Camino de Perales del barrio de San Fermín. Comenta que el negocio ahora está en manos de clanes gitanos. Cada familia tiene entre 10 y 12 perros de presa para competir.
La familia de la novia de Mario vive en el sector 6 de Valdemingómez, la zona del tráfico de drogas. «Hasta llegar a su casa siempre veo por el camino perros de presa atados en condiciones deplorables; en casas de camellos. He llegado a
«Tienen perros con sarna y los rocían con gasolina»
contemplar un cachorro atado durante meses. En la calle, a la intemperie, sin agua, sin comer. Tenía las patas de atrás deformadas de no pasearlo. A los cinco meses desapareció. Seguramente porque ya era el momento de entrenarle de otro modo para las peleas. Cuando ya son adultos les ves cómo los pasean con cables al cuello, casi ahogándoles; muchos cosidos por todas partes. Su cuerpo parece un mapamundi, lleno de cicatrices. A estos perros no los sueltan si no están malheridos. Los únicos que abandonan son los galgos y chuchos maltrechos. Allí tienen hasta perros con sarna y para quitársela les rocían con gasolina. Sobreviven, pero de aquella manera». Mario es un defensor de los animales. De Valdemingómez ha rescatado doce perros.
Sin denuncias
Ni la Policía Nacional ni el Seprona de la Guardia Civil tienen conocimiento de que se produzcan actualmente peleas de perros en Madrid. No hay denuncias. Mario critica que ha alertado
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