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Las entidades políticas y los conflictos internacionales


Enviado por   •  17 de Junio de 2022  •  Ensayos  •  2.971 Palabras (12 Páginas)  •  77 Visitas

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Tema 2. Las entidades políticas y los conflictos internacionales.

Durante la Baja Edad Media, Europa estuvo dominada, en teoría, por dos grandes poderes: imperial y papal, que actuaron como grandes protectores de otras entidades políticas inferiores.

Las entidades políticas que convivieron durante esta época fueron: las monarquias feudales (que tuvieron dificultades para su desarrollo), las confederaciones (que compartían algunas leyes en común) y las ciudades-estado (que se desarrollaron en Italia y Centroeuropa). Estamos, pues, ante una malgama de configuraciones políticas que se van a expandir de manera conflictiva. Estos conflictos internacionales y las presiones internas, como consecuencia, dieron paso al surgimiento del Estado Moderno.

La Guerra de los Cien Años (1337-1455)

La Guerra de los Cien Años se produjo debido a las pretensiones al trono francés del rey inglés, Eduardo III, tras la muerte del monarca galo Carlos IV, que había fallecido sin descendencia masculina.

La asamblea francesa designó como rey al primo de Carlos IV, Felipe, que fue reconocido como Felipe VI. Esto, sin embargo, no fue aceptado por el monarca inglés que era vasallo del francés debido a sus posesiones territoriales en Francia.

El conflicto, no obstante, estuvo motivado, en realidad, por una lucha comercial, ya que Inglaterra era dueña de Burdeos, y por consiguiente de su riqueza, lo que llevó a Francia a reducir la presencia británica en su suelo para así quedarse con esta.

El conflicto armado comenzó en el año 1340, en la batalla de la Esclusa, en la que Francia fue derrotada en la primera batalla naval de la historia. Sin embargo, esta no fue su única derrota, ya que años más tarde, en 1346, fueron derrotados en Crecy, y, en 1356, en Poitiers. Finalmente, en 1360 Francia firmó con Inglaterra la paz de Bretigny, por la que sus territorios quedaban reducidos. Estos, no obstante, fueron recuperados en parte por Carlos V.

Su muerte, sin embargo, provocó una serie de conflictos internos dentro de la monarquía francesa. Carlos V fue sucedido por un niño, Carlos VI, de escasas facultades mentales, lo que conllevó el establecimiento de una regencia y una lucha en el poder entre Borgoñones y Armagnacs. Esto fue aprovechado por los ingleses que vencieron en Azincourt (1415), logrando la firma del monarca francés en el Tratado de Troyes (1420), por el que nombraba heredero al rey inglés, Enrique V, en detrimento de su propio hijo. La muerte prematura de ambos reyes, siendo el rey inglés un niño, permitió, no obstante, que Carlos VII reclamase el trono galo.

Carlos VII fue ayudado por Juana de Arco que tomó Orleans, lo que permitió que este fuese coronado en Reims. La doncella de Orleans, sin embargo, fue apresada y ejecutada por los ingleses en 1431 en la localidad de Rouen, sin que Carlos hiciese nada por evitarlo. Finalmente, en Formigny (1450) y Castillon (1453) Francia venció a Inglaterra, la cual vio sus territorios en suelo francés reducidos a Calais, pero no hubo un tratado de paz que pusiese fin al conflicto armado, simplemente se dejó de luchar.

Como consecuencia de esta guerra, en Francia surgió cierto movimiento identitario, de pertenecía a una entidad política y cultural, y en Inglaterra, un sentimiento de insularidad.

La Hansa

La Liga Hanseática, primer precedente de la Unión Europea, era una liga de ciudades que se unieron con la finalidad de mantener un comercio y que terminó convirtiéndose en una liga política.

Hamburgo y Lubeck fueron las lideres de esta liga que surgió en la zona más alejada del imperio y la más cercana a otras monarquias, como la danesa, que actuaba como elemento desestabilizador; y que tuvo su periodo de máximo esplendor entre los siglos XIII y XIV, decayendo en el siglo XV como consecuencia del traslado del centro económico a Amberes.

La Hansa se hizo con el comercio de la sal y el trigo que requerían de grandes barcos para su transporte. No obstante, no sólo comercializaba con estos productos, sino que también lo hizo con tejidos, vinos, metales y especias, lo que generó un comercio muy lucrativo. Esta liga se asentó en los lugares de producción de todos estos productos, creando, de esta manera, una serie de factorías comerciales (en Rusia, Suecia, Flandes, Inglaterra…) en las que impusieron sus condiciones a los mercaderes locales, a la vez, que monopolizaba el comercio del Baltico y del mar del Norte.

Este monopolio comercial, finalmente, devino en una organización política en la que el Hansetag era el órgano directivo que se encargaba de todo lo relacionado con el comercio, la política y lo militar, y cuya fortaleza residía en sus intervenciones (presión diplomática, bloqueo comercial e intervención militar) cuando peligraban sus privilegios comerciales.

Ejemplo de estas intervenciones, son las luchas que la Hansa mantuvo con Dinamarca, a la que venció y con que la firmó la Paz de Stralsund (1370) por la que conseguía el control de los estrechos y el monopolio del Báltico.

No obstante, las numerosas guerras terminaron por provocar la decadencia de la Hansa, que también se vio afectada por la Guerra de los Cien Años que impidió el paso seguro de sus mercancías por el Canal de la Mancha. Finalmente, fue vencida por los holandeses a mediados del siglo XV.

Italia

La Península itálica se caracterizó por la existencia de multitud de unidades políticas independientes, ciudades-estado, que controlaban un pequeño territorio circundante y que convivían con el reino de Nápoles y los estados papales.

Algunas de estas ciudades-estado, cuya fortaleza residía en su potencial económico, recibieron el nombre de Repúblicas. Entre ellas destacaron Venecia, Génova y Florencia, y junto a ellas, existieron otras ciudades-estado monárquicas como Milán, en la que gobernó la dinastía Sforza.

La lucha por la superioridad dentro de la península provocó una serie de conflictos armados que finalizaron con la firma de la Paz de Lodi de 1454 que inauguró un periodo de medio siglo de paz que terminó con las llamadas ``Guerras de Italia´´ entre Francia y Aragón.

En 1494, Carlos VIII de Francia decidió invadir Italia para conquistar el reino de Nápoles, objetivo también de Fernando II de Aragón, con el que firmó el Tratado de Barcelona, por el que le devolvió el Rosellón y la Cerdaña a cambio de su neutralidad en Italia. La conquista francesa de Nápoles duró poco tiempo debido a su expulsión por parte de la Liga Santa (formada por Fernando, el Católico) que les venció en la batalla de Fornovo. Esta derrota, sin embargo, no desanimó a los monarcas franceses, ya que, unos años más tarde, el sucesor de Carlos VII, Luis XII decidió volver a intervenir en la península itálica.

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