MIS CANITAS MOMENTOS DORADOS
angelaja8 de Marzo de 2014
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VEJEZ
El envejecimiento y la vejez son dos temas medulares del debate social contemporáneo, debido, en gran parte, a las transformaciones demográficas que implican, a distintos ritmos y a un envejecimiento poblacional en todo el mundo. Este hecho se convierte en una de las características del siglo XXI, cuando por primera vez en la historia la proporción de población joven y la de población vieja serán equivalentes (Naciones Unidas, 2000).
El proceso de envejecimiento, en líneas generales, forma parte de un mensaje de carácter positivo, pero la vejez, como concepto, es una construcción social, una situación que muchas personas asocian indefectiblemente con la palabra clave: la pérdida. Pérdida de autonomía: necesidad de otras personas para cumplir funciones higiénicas básicas; pérdidas económicas y de autosuficiencia material; pérdida de funciones sensoriales (vista y oído) y locomotoras; pérdidas afectivas y de compañía (esposo/a, hijos, amigos…); pérdida de capacidad física, vital (menos energía) y sexual; pérdida de capacidad mental: menos reflejos y memoria; pérdidas sociales: jubilación, etc.; pérdida o limitación en las posibilidades de comunicación, factor decisivo dada la importancia de la comunicación en la familia y en la sociedad.
Y esas pérdidas están engarzadas en el imaginario social con la dependencia de unos o de otros, familiares o ajenos, privados o institucionales, lo cual significa que no hay autonomía total porque ya no se es en su totalidad. Porque esta totalidad depende de los servicios familiares, sanitarios o sociales, o de todos en su conjunto; y entonces, el bienestar es dependiente de la buena voluntad de los otros, que no siempre se manifiesta en tal sentido, como se puede desprender de las denuncias por abandono, malos tratos, incluso violencia y muerte, señalada en ocasiones por los medios de comunicación.
Aunque sin llegar a estas situaciones de violencia y pérdida de dignidad, lo peor de la vejez y de sus componentes sigue siendo la pérdida de autonomía en general, la pérdida de autonomía moral e independencia civil, que les somete al dominio de aquellos poderes públicos y privados (la familia, los médicos, las autoridades) de los que dependen.
LA VEJEZ EXISTE CUANDO SE EMPIEZA A DECIR: NUNCA ME HE SENTIDO TAN JOVEN
LA CONSTRUCCION SOCIAL DE LA VEJEZ
En esta construcción social, hay algo que en la
actualidad se asocia inequívocamente a la vejez definiendo el estatus social de las personas: la edad. Se ha constatado que la edad es el principal componente definidor de estatus social.
Hoy día, en la construcción social del envejecimiento interviene el imaginario de una sociedad basada en la productividad, y en el poder, aunque no el poder de la gerontocracia, sino el poder de los adultos productivos. Por esto, la imagen del envejecimiento es una imagen cargada de consideraciones negativas que implican discriminación de las personas de edad, al punto de producir no sólo indiferencia o abandono, sino también exclusión y negación de espacios y roles, negándoles el reconocimiento como persona con derecho.
personas mayores participan “económicamente“ en la medida que muchos continúan realizando actividades dentro del mercado laboral en los sectores formales e informales y que sus capitales de ayer, pensiones hoy, contribuyen a la generación de empleo mediante el gasto en consumo y a la supervivencia de muchas familias de las cuales forman parte “pero además son socialmente productivos al ejercer una solidaridad que conlleva en muchos casos el cuidado de los nietos (para que las nueras y las hijas trabajen) y el apoyo económico a los hijos que lo necesiten. Además, son activos, intervienen en el desarrollo de la sociedad, en la configuración de nuevas formas de ocio y entretenimiento y son transmisores
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