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Otra Masacre En EE.UU.: La Idiosincrasia Del País Que Los Parió


Enviado por   •  4 de Junio de 2014  •  951 Palabras (4 Páginas)  •  238 Visitas

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Otra masacre en EE.UU.: la idiosincrasia del país que los parió

Escrito por:

Lic. Eduardo Quevedo

rauleduardoquevedo@gmail.com

Una nueva ráfaga de disparos en un espacio público en el país del norte despierta una vez más el asombro y el horror en quienes nos anoticiamos del hecho. ¿Podemos decir también que era inesperado? Seguramente no, es un caso más y, probablemente -peor aun-, no será el último.

Un desquiciado armado que provoque un desastre puede aparecer en cualquier remoto lugar del mundo… pero ¿por qué por enésima vez en Estados Unidos?

Las preguntas son muchas, el dolor se agiganta y las marchas pidiendo justicia tienen su momento, pero difícilmente sea este el último caso… o al menos, tampoco, se convierta en un hecho aislado y sin “réplicas” cual si fuera un terremoto grado 8.

Danza de historias que retratan lo ocurrido, el Presidente de turno, otros políticos, medios de comunicación y encargados de la seguridad hablando de manera paternal e implorando un cambio a una sociedad conmocionada por el acontecimiento… todo eso siempre tiene su momento, pero ¿por qué una vez más? ¿A caso no hay manera de frenar esta barbarie?

Toda sociedad está expuesta, permanentemente, a la aparición en escena de un demente desequilibrado que dispare a diestra y siniestra matando cruel y despiadadamente a decenas de inocentes. Pero, si los casos se repiten una y otra vez ¿podemos hablar de hechos aislados?

Sin ser alguien que ha investigado profusamente la conexión entre estos hechos, ni conoce desde adentro la cultura del país más poderoso del mundo, me animo a sentenciar que no están “desconectados”, que hay un hilo conductor (aunque parezca invisible) entre ellos. Ese eslabón, que encadena masacre tras masacre, parece estar intrínsecamente relacionado a la cultura y a la política de aquel país.

Una nación que, desde sus inicios, ha basado su idiosincrasia en la guerra como justificativo de todo… no puede negar y no reconocer estos “efectos colaterales” de su ambición y continua práctica belicosa.

Sin un previo análisis, podría resultar yo mismo el desequilibrado al afirmar tal conexión macabra. ¿Por qué un chiflado que abre fuego contra inocentes puede tener su raíz en la idiosincrasia de un país? La respuesta puede ser clara, pero requiere su especificación.

Hablamos de una nación que, además de sus fuerzas militares (como cualquier otro país las tiene), posee milicias armadas, reconocidas en su Constitución, basándose en que "una milicia bien reglamentada es necesaria para la seguridad de un Estado libre. El derecho del pueblo de tener y portar armas no deberá ser infringido". Este es uno de los apoyos legales que permite que en aquellas tierras existan casi tantas armas como ciudadanos… un pueblo armado para la guerra, sin lugar a dudas.

Podremos discutir si es favorable o perjudicial para la salud de un territorio que la mayor parte de sus pobladores estén armados; pero no es esa la cuestión. El problema es el porqué de esa idiosincrasia armamentista y el argumento de la guerra como fórmula mágica para justificar todo (o casi todo).

Noticiarios, periódicos, publicaciones gráficas (sumados hoy a los medios digitales) que durante décadas y décadas han “bombardeado” a su pueblo con informaciones y opiniones que hacen emerger a la guerra como la solución de los problemas cotidianos. Si a miles de kilómetros de las fronteras del norte existe un país que tiene un gobierno que desagrada o es “peligroso” para la paz estadounidense y “del mundo”, habrá que invadirlo… aunque se sepa a toda voz que las razones reales siempre son económicas y no humanitarias, y los atentados a los derechos humanos que cometen al pisar esas lejanas tierras sean casi siempre más detestables que los que allí se cometen, que hacen “aprobable” su intersección; si en otro lugar del mundo hay agua dulce, petróleo u otro elemento indispensable para la vida y/o el crecimiento desmedido de EE.UU., la “guerra” (por no llamarle como se debe: invasión) es siempre el remedio preferido para solucionar los problemas, llevado a cabo por el gobierno de turno y apoyado en la valoración pública de la mayoría de los ciudadanos que, a su vez, permanecen armados conformando esas milicias que antes mencionaba.

Si el gobierno de un país (a lo largo de toda su historia) ha justificado la solución de casi todos sus problemas yendo a la “guerra”… ¿por qué unos cuantos ciudadanos no pueden deducir que la solución a sus traumas y problemas íntimos pueden solucionarse y exorcizarse usando el mismo medicamento… contra terceros indefensos?

Claro está que la decisión de ir y matar a inocentes es siempre, al fin y al cabo, personal, y debe caerle todo el peso de la ley a quienes decidan esta macabra alternativa. Pero, un desquiciado argumentando problemas propios que lo llevan a acribillar a inocentes ¿no utiliza el mismo método que el país del norte contra otros de menores fuerzas y resistencia en armas? Podrán denominarse dementes, insanos, asesinos y de otras tantas maneras más… y, seguramente, todas sean apropiadas, pero no podemos negar la conexión de estos sujetos (sujetos a la sociedad) con la idiosincrasia del país que los parió; porque así como cada nación tiene sus excesos y pretensiones de justificar lo injustificable para lograr sus cometidos, en este caso particular, quizás sea en la base de su Constitución y en las razones de su formación y expansión (heredadas de su colonizador) que EE.UU tiene reiterados casos que, parece ser, no son tan aislados.

Será de aguardar, aunque suene tétrico, la próxima matanza similar que conmocione a propios y extraños, porque ese hilo conductor invisible seguirá generando eslabones y muchos de los sorprendidos de hoy serán las víctimas del mañana… ¿o a caso podemos esperar un cambio drástico, en los hechos antes que en su cultura, en un país donde la guerra justifica todo?

Lic. Raul Eduardo Quevedo

rauleduardoquevedo@gmail.com

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