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Patologías Sociales En México

Travis31616 de Enero de 2013

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INTRODUCCIÓN

Las enfermedades sociales son un tema de actualidad y si no hacemos algo para curar estos males, que ahora nos aquejan de manera global, llegaremos al ‘estado terminal’ de la sociedad mundial.

Como en todo proceso de saneamiento se vuelve necesario conocer la raíz del problema para combatir sus efectos, no obstante los orígenes de una patología social no suelen ser específicos y mucho menos claros. Una conducta social disfuncional tiene motivos muy diversos, que bien podrían ser vistos como círculos viciosos o cadenas de errores, ya que unos pueden ser la causa de los otros respectivamente sin tener algún otro origen distinto. Vamos a encontrar explicaciones de origen del orden económico, social, psicológico, educacional e incluso del orden legal u organizacional; la idea principal es no hacer atribuciones totalitarias y entender que una patología social no puede verse en el marco teórico de la pregunta clásica ¿Qué fue primero, la enfermedad o el enfermo?

Tenemos que ver a la sociedad como un organismo, un ente susceptible de ser afectado por conductas individuales y colectivas, por acciones u omisiones.

El Derecho es una herramienta preventiva, si la consideramos como la generadora de las normas que rigen la conducta social en un espacio geográfico determinado; también es una herramienta correctiva que nos proporciona los medios para exigir que se protejan nuestros derechos en función del respeto que damos a los de terceros. El material que nos proporcionan las leyes, para examinar el estado en que se encuentra la ‘salud’ de la sociedad, es fundamental para entender el pasado histórico de los hechos, para actuar sobre los acontecimientos presentes y facilitar la preservación del Estado de Derecho mexicano para el futuro.

A partir de la gran variedad de opiniones y criterios vertidos en revistas de Derecho, programas de radio y televisión, la propia experiencia profesional y personal, trataré de mostrar un escenario que represente la situación que vive México en la actualidad con respecto de una de las enfermedades sociales existentes: ‘LA DELINCUENCIA’.

ANÁLISIS CLÍNICO

Cuando nos damos a la tarea de descubrir que ha originado todas esas situaciones que van dando al traste con nuestra Nación siempre pensamos en ‘los demás’, creyendo que a nosotros nunca llegará esa ‘epidemia’. En esta búsqueda de lo que ha causado el deterioro progresivo de lo que llamamos ‘Nuestra Comunidad’, y que ha ido minando a la sociedad, encontramos un escape al atribuírselo a que todo es producto de una CRISIS que vive el país; de ser así ¿Qué, la crisis empezó hace 200 años? ¿Crisis de qué tipo?

Espasmos Económicos

En la incesante investigación de los motivos que aceleran el agravamiento de la enfermedad que padece México, nos podemos topar con declaraciones pesimistas y tendenciosas como la que hizo Jean Pierre Palacio para una revista hace sólo un par de años – “En la actualidad, nos encontramos con una sociedad materialista, comunista e individualista en la que se han trastocado los valores. Esta era del vacío es la generadora de enfermedades, en donde el sujeto no encuentra salidas sanas y busca válvulas de escape en muchas otras formas de anomia social y autoagresión” – (Palacio, 2009, pp.37). El punto de los ‘valores’ es muy cierto y, solo en eso, concuerdo con Palacio; esa teoría del materialismo, del comunismo y el individualismo afecta a los medios de la persona más no a su carácter, ni su capacidad de discernir entre sus obligaciones y derechos, tampoco de la necesidad de cumplir con las primeras, menos de ejercer y respetar los segundos.

Para el muy particular ámbito del Derecho, si un individuo vende drogas por no encontrar otra fuente de ingresos para satisfacer sus necesidades, ‘llenar esos vacios’, estará, de cualquier forma y sin excusa alguna, cometiendo un ilícito. Bien parece que la postura de Palacio es señalar a la economía como la causante de todas las peripecias que conllevan al individuo a cometer conductas disfuncionales. En la materia penal no existe justificación económica alguna, ni siquiera como un atenuante en el 99.9% de las conductas delictivas, consideradas como tales tanto en el código federal como en los locales. Si bien la situación económica ‘precaria’ puede ser un factor contribuyente, también existen casos en que personas cuya situación monetaria y clase social son elevadas e incurren en actos que se encuentran fuera del orden social permitido.

Hemorragia Colectiva De Ética

Una de las respuestas más frecuentes cuando preguntamos sobre la causa de la lenta mejoría de la situación Nacional es: ‘LA CORRUPCIÓN’. Está claro que la corrupción es una barrera impresionante y muy difícil de erradicar, también es un delito y, como tal, una patología social. Esta conducta criminal trae consigo a su media hermana la ‘impunidad’; en un comentario muy acertado por parte de Jorge Hernández Tinajero, versa –“presenciamos un desmantelamiento progresivo de nuestras garantías civiles más básicas y un aumento muy significativo en violaciones a los derechos humanos; somos testigos de la penetración del poder corruptor en las instituciones democráticas y de administración de justicia; y padecemos un aumento en las actividades del crimen organizado en negocios como el secuestro, la trata de blancas y migrantes o la extorsión, delitos todos de enorme impacto social, especialmente en un clima de impunidad absoluta” – (Hernández, 2011, pp.17) .

Existe la necesidad de hacer una diferencia marcada entre lo que implican las garantías individuales y lo que puede significar una garantía del orden civil. Mientras que las primeras son otorgadas, tuteladas y creadas bajo el amparo y existencia de la Constitución, que emana de las experiencias, observaciones, conocimientos y dictados de la conciencia colectiva de los legisladores, las segundas son propiamente un resultado del cumplimiento de las obligaciones civiles propias, que a su vez, son producto de una imposición derivada de una costumbre arraigada en una sociedad determinada; dichas obligaciones son, en reciprocidad, nuestros derechos civiles y éstos pueden o no constar de forma escrita. La diversidad de formas o conductas delictivas, aún a pesar de su enormidad, son interdependientes unas de otras, como es conocido y vivido por todos.

Embolia Educativa

Si tomamos a la educación como un límite en el acceso a la información que genere un conocimiento básico de las normas sociales de convivencia, podríamos inferir que entre más preparados estemos, educacionalmente hablando, menos propensos seremos a cometer alguna conducta antisocial, no obstante la educación no solo se obtiene en las escuelas. Las bases de la educación cívica son impartidas, primeramente, dentro del círculo familiar; cuando nuestra educación orientada a la civilidad es deficiente no puede esperarse mucho de nosotros en la vida comunitaria.

Desde hace ya varios años, con el cambio del plan de estudios para la educación básica en nuestro país (primaria, secundaria y, ahora en el 2011, preparatoria), se ha ido amalgamando, por no decir disipando, la enseñanza del civismo y las ciencias sociales, temas que son claves para una convivencia social sana. Considerando lo anterior como un retroceso, debo admitir que hay un avance que, a su vez, parecerá incoherente; en el año 2004, Andrés Manuel López Obrador, promulgo la Ley General de Cultura Cívica para el Distrito Federal, que dentro de sus 111 artículos establece las reglas básicas para el comportamiento social, por lo menos en nuestra ciudad. La falta de coherencia en lo anterior estriba en la exigencia del cumplimiento de dicha ley y, al mismo tiempo, la desaparición de la materia de civismo en las aulas de nuestros colegios ¿cómo es posible exigir una conducta cuando no hay ejemplo ni teoría?

Asfixia Laboral

A fin de no entrar en complicaciones político-matemáticas, basare mis argumentos en el salario mínimo vigente para la Ciudad de México: $59.82 pesos m/n. Para ilustrar la cuestión del desempleo hablemos de un índice proporcionado por el INEGI, este nos dice que el desempleo hasta abril del presente año es de – “5.1% de la PEA” – (Población Económicamente Activa), haciendo un cálculo estimado, en números claros tendríamos poco más de cuatro millones y medio de desempleados en todo el país. Entendiendo que, y dándole un carácter de indudable, el salario mínimo es insuficiente y trabajar bajo esas condiciones es casi como estar desempleado.

Una persona desempleada, sin lugar a dudas, caerá en la desesperación si no logra encontrar ocupación remunerada pronto, todo ello en medida de sus responsabilidades; cuando las ocupaciones del individuo no son remuneradas tienden a volverse ociosas; cuando el ser humano es invadido por el ocio pueden suceder muchas cosas y, generalmente, ninguna de estas es buena. La desesperación en el ser humano, provocada por situaciones del orden económico, suele desembocar en conductas espontáneas muy susceptibles de ser disfuncionales. Algunas de estas conductas pueden ser el alcoholismo que, increíblemente, aún sin contar con dinero siempre encuentran la forma de mantenerse en estado de embriaguez; la drogadicción, iniciándose con los famosísimos solventes y destruyendo a pasos agigantados el cerebro; la desintegración familiar impulsada por la violencia producto de la impotencia; por último, los delitos como el robo, secuestro, fraude, extorción, etc. Con toda la intención de entrar en contradicción, día con día somos testigos de que aún contando con un empleo

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